A los Alves que vendr¨¢n
La mujer que lo denunci¨® ha roto la presunci¨®n de impunidad de la que los hombres poderosos gozaban como un recurso disponible m¨¢s, entre todos sus privilegios
Las mujeres m¨¢s j¨®venes que salieron a las calles gritando ¡°no es abuso, es violaci¨®n¡± y la mujer que resisti¨® en ese portal cambiaron el sistema y la norma. No me refiero a la ley, que tambi¨¦n, me refiero a que blindaron un pacto de no impunidad.
Antes de Pamplona, la norma era la impunidad. La norma era la que dec¨ªa que la v¨ªctima ten¨ªa que callarse y esconder la violencia que hab¨ªa sufrido para evitar el da?o social y su devaluaci¨®n p¨²blica. Si superaba ese escollo y era capaz de ha...
Las mujeres m¨¢s j¨®venes que salieron a las calles gritando ¡°no es abuso, es violaci¨®n¡± y la mujer que resisti¨® en ese portal cambiaron el sistema y la norma. No me refiero a la ley, que tambi¨¦n, me refiero a que blindaron un pacto de no impunidad.
Antes de Pamplona, la norma era la impunidad. La norma era la que dec¨ªa que la v¨ªctima ten¨ªa que callarse y esconder la violencia que hab¨ªa sufrido para evitar el da?o social y su devaluaci¨®n p¨²blica. Si superaba ese escollo y era capaz de hablar, el agresor luchar¨ªa para decir que esa mujer era una embustera e intentar echarla atr¨¢s y acallarla. Si el autor del delito tampoco consegu¨ªa eso, ten¨ªa una ¨²ltima opci¨®n: victimizarse y decir que era ¨¦l quien estaba sufriendo por todo eso y que no entend¨ªa nada.
Fueron muchas las mujeres que luchaban social y judicialmente contra ese mantra mientras se resolv¨ªa el proceso judicial de la violaci¨®n grupal de Pamplona. Con el tiempo, despu¨¦s de la aprobaci¨®n y consolidaci¨®n de la ley del solo s¨ª es s¨ª, el primer gran caso medi¨¢tico fue el de Dani Alves contra una mujer joven. Esa mujer tuvo que sostener esos tres estadios: el de conseguir sacar su voz del cuerpo para defenderse, el de no dejar que la acallaran cuando se utilizaron todos los medios disponibles contra ella y el de no permitir que Dani Alves se victimizara diciendo que ¨¦l la perdonaba a ella.
Cuando te presionan para que tengas que acallar tu voz, tienes que resistir suficientemente para que ellos tengan miedo de que la uses. Eso es lo que ha resistido esta mujer an¨®nima (a pesar de la madre de Dani Alves y las filtraciones).
Esta mujer ha roto la presunci¨®n de impunidad de la que los hombres poderosos gozaban como un recurso disponible m¨¢s, entre todos sus privilegios. Ni me puedo imaginar (o m¨¢s bien s¨ª, me los imagino con nombre y apellidos) a todos los que sienten que ellos podr¨ªan haber sido impunes en una ocasi¨®n similar y que ahora se lo pensar¨¢n un poco m¨¢s.
La puesta en libertad de Dani Alves no es una buena noticia. De hecho, es p¨¦sima. Jur¨ªdicamente justificable y, seguramente, desde un punto de vista garantista de derechos, victoriosa.
Mi pregunta es, m¨¢s bien, por qu¨¦ ha sido impuesta esa pena tan an¨®malamente baja ante unos hechos tan graves. Y la respuesta es que todav¨ªa nos cuesta mucho aceptar que la violencia sexual es un delito que muchas veces se nos representa como un enigma que no alcanzamos a comprender del todo. Despu¨¦s de escuchar cientos de relatos de ni?os, mujeres y, tambi¨¦n, hombres violentados sexualmente por otros hombres, me pregunto si encontraremos la f¨®rmula de gestionar esas pasiones humanas del debate p¨²blico en relaci¨®n a un asunto tan serio y que tanto puede doler a las v¨ªctimas al encontrarse entre las p¨¢ginas de los diarios.
Mientras unos simplemente no estar¨ªan contentos ni con la cadena perpetua y, por tanto, con el fracaso de un sistema penal democr¨¢tico, los otros lo delegar¨ªan todo a la educaci¨®n, como una epifan¨ªa que se representara como el debido cumplimiento del bien y no como un acto de voluntad completamente querido y despiadado contra una v¨ªctima. En los casos concretos, debemos encontrar la m¨¢xima reparaci¨®n para las v¨ªctimas y la m¨¢xima garant¨ªa de no repetici¨®n de tales hechos.
Hoy espero que, a pesar de todo, esa mujer que sobrevivi¨® a la noche del Sutton y a los meses que siguieron se sienta satisfecha, cre¨ªda y reparada, y que los Alves que vendr¨¢n pongan sus barbas a remojar, por si son los siguientes.