Trabajadores esenciales. Los que nunca paran
Tres profesionales del servicio de ayuda a domicilio, la limpieza hospitalaria y las residencias explican en qu¨¦ consiste una labor que garantiza las funciones sociales b¨¢sicas para mantener el Estado de bienestar
Ayudar al ciudadano en lo fundamental es el cometido que comparten Benita Chaparro, encargada de la limpieza de un hospital en Alcal¨¢ de Henares; Elena Mateos, gerente del servicio de ayuda a domicilio de Clece en Madrid, e Iria Rey, gerente de residencias en Galicia. Forman parte de los servicios esenciales del pa¨ªs, el esqueleto profesional que sostiene las principales funciones de la sociedad y garantiza que los ciudadanos m¨¢s vulnerables est¨¦n acompa?ados y asistidos. En boca de todos durante y tras la pandemia, las tres mujeres coinciden hoy en que la sociedad aprecia cada vez m¨¢s su labor y la resumen con sencillez: ¡°Trabajamos para que nadie se sienta abandonado¡±.
Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, compara los servicios esenciales, garantes del Estado del bienestar, con la jerarqu¨ªa de las necesidades humanas que ingeni¨® el psic¨®logo Abraham Maslow hace m¨¢s de 100 a?os: ¡°Cada individuo ordena sus prioridades. Cuando alguien no tiene los m¨ªnimos de subsistencia estos se convierten en lo primero, lo m¨¢s acuciante. Por ejemplo, vemos a gente que deja de pagar la luz para alimentarse. Luego viene lo que afecta a la salud. Despu¨¦s, la educaci¨®n. Y por ¨²ltimo, y no menos importante, los servicios sociales¡±.
Una lista ampliada
El BOE extraordinario de marzo de 2020, publicado en plena pandemia, ampli¨® la lista de las actividades esenciales, equiparando los trabajos de Chaparro, Mateos y Rey a los de bomberos, m¨¦dicos o fuerzas de seguridad. Su importancia est¨¢ fuera de toda duda, pero no sucede lo mismo con su visibilidad, un asunto que salt¨® al debate p¨²blico con casos como el de Valentina Cepeda, encargada del servicio de limpieza del Congreso, que se ocupaba de la desinfecci¨®n de los micr¨®fonos en los plenos y cop¨® varios telediarios nacionales. Ram¨ªrez encuentra beneficiosa esta exposici¨®n, pero explica cu¨¢l es la mejor manera de prestigiar su tarea: ¡°Lo primordial es que haya una relaci¨®n directa entre el reconocimiento de la sociedad y el salario y las condiciones laborales¡±.
Estas actividades esenciales, como la limpieza hospitalaria o la ayuda a domicilio, funcionan mediante colaboraci¨®n p¨²blico-privada, un modelo en el que la Administraci¨®n determina las condiciones de los servicios y las empresas concurren en concurso p¨²blico a su gesti¨®n. Una f¨®rmula que Gonzalo Calv¨ªn, director regional de Interiores y Log¨ªstica de Clece, una de las compa?¨ªas adjudicatarias, entiende que tiene margen y potencial para crecer: ¡°El modelo tiene historia y hay que seguir perfeccion¨¢ndolo. Garantizar la excelencia de estas prestaciones, y dignificar y profesionalizar a sus empleados, pasa por contar con una dotaci¨®n presupuestaria suficiente. La Administraci¨®n tiene que entenderlo as¨ª. Nosotros somos servidores p¨²blicos que mediante gesti¨®n indirecta aportamos conocimiento, experiencia, flexibilidad, innovaci¨®n y una r¨¢pida capacidad de adaptaci¨®n, como se demostr¨® en la pandemia, para que estos servicios siempre lleguen con calidad a los ciudadanos¡±. Y a?ade: ¡°Bajo esa premisa, llegamos incluso a renunciar a presentarnos a aquellas convocatorias cuyas condiciones no nos permiten prestar el servicio con la calidad que nos autoexigimos¡±.
Las auxiliares de ayuda a domicilio (SAD), un servicio que emplea a 150.000 personas en Espa?a, son los primeros ojos en detectar el abandono o la soledad no deseada. Su relevancia se evidenci¨®, a¨²n m¨¢s, durante la pandemia, en palabras de Elena Mateos, gerente del SAD prestado por Clece en ocho distritos de Madrid: ¡°Las auxiliares no solo limpian o hacen la compra. D¨ªa a d¨ªa eval¨²an el deterioro f¨ªsico o cognitivo de los usuarios, o identifican situaciones de depresi¨®n. Dan la voz de alarma y, a partir de ah¨ª, podemos tomar medidas. Gracias a ellas muchas personas no se han quedado solas, sin poder comer o mantener una higiene. Y, por qu¨¦ no decirlo, por esta ayuda no han fallecido¡±.
Unas 27.000 personas en la ciudad de Madrid reciben este servicio, cada vez m¨¢s variado y completo, cuya solicitud requiere de un grado de dependencia reconocido: ¡°Aparte de los SAD, las prestaciones pueden incluir terapeutas, psic¨®logos, peluqueros, pod¨®logos o animadores. E incluso una gestora de tr¨¢mites, una figura novedosa que ha gustado mucho y que ayuda en temas bancarios y log¨ªsticos a los usuarios que no tienen una red familiar o social¡±, a?ade Mateos.
El objetivo de esta prestaci¨®n es que los usuarios sean independientes y aut¨®nomos el m¨¢ximo tiempo posible. Mateos subraya la importancia de descongestionar su tramitaci¨®n: ¡°Muchos usuarios con derecho a esta prestaci¨®n siguen esperando a que se la concedan por motivos burocr¨¢ticos. La Administraci¨®n tiene que hacer un esfuerzo para eliminar la lista de espera y lograr un acceso universal¡±.
Para que el servicio evolucione, se antoja clave la inversi¨®n en tecnolog¨ªas como los detectores de presencia o de consumo energ¨¦tico, que ayudan a que los auxiliares detecten conductas an¨®malas de los usuarios. Una factura del gas excesivamente baja puede hacer saltar las alarmas: ¡°Cuanto antes logremos identificar el deterioro, antes podremos retrasarlo con medidas correctoras. Que las personas permanezcan en sus casas es fundamental para reducir costes del sistema p¨²blico¡±.
Limpiar un quir¨®fano, explica Benita Chaparro, conlleva un protocolo pautado, una t¨¦cnica concreta que hay que dominar: ¡°Somos profesionales de la limpieza. Hay una serie de normas que hay que aprender y unos procedimientos muy precisos. No consiste solo en pasar un trapo. Desinfectamos un espacio para que sanitariamente sea seguro¡±.
Este servicio posibilita, entre otras cosas, que se intervenga a un paciente con todas las garant¨ªas o que los residuos biosanitarios se retiren y traten adecuadamente. Chaparro, coordinadora del servicio de limpieza del Hospital Universitario Pr¨ªncipe de Asturias de Alcal¨¢ de Henares (Madrid), gestionado por Clece, lleva 34 a?os dedicada a que todas las unidades del centro est¨¦n siempre limpias y desinfectadas y, por tanto, disponibles en todo momento: ¡°Los m¨¦dicos siempre han entendido que nuestro trabajo es fundamental. Sin ¨¦l, sobre todo durante la pandemia, lo ten¨ªamos dif¨ªcil¡±.
Seg¨²n el INE, unas 530.000 personas est¨¢n afiliadas al sector de la limpieza en Espa?a. En un hospital como el de Chaparro la desinfecci¨®n se extiende por todo el recinto, incluso por las zonas y objetos m¨¢s inesperados. Los limpiadores se ocupan de las sillas de las salas de espera y de las camas de las habitaciones de los m¨¦dicos que est¨¢n de guardia, pero tambi¨¦n del reciclaje de ropa, pl¨¢sticos y cart¨®n y del control de plagas. ¡°Durante la pandemia, con el traj¨ªn que hab¨ªa en el hospital, hab¨ªa que desinfectar a cada momento una silla, una mesa, una cama... Todo. Est¨¢bamos en primera l¨ªnea. La gente se dio cuenta de que no solo limpi¨¢bamos, sino de que hac¨ªamos posible que viniesen y se quedasen en el centro de forma segura¡±.
Chaparro considera que esa sensaci¨®n de reconocimiento perdura a?os despu¨¦s: ¡°Con lo que ha sucedido tenemos m¨¢s en cuenta a los profesionales de la limpieza. La gente viene con otra actitud, est¨¢ m¨¢s sensibilizada. Y se lo piensa m¨¢s a la hora de ensuciar¡±. Termina reivindicando la importancia de la profesionalizaci¨®n de su sector: ¡°En esa ¨¦poca necesit¨¢bamos refuerzos y no siempre ten¨ªamos tiempo para ense?ar. Por eso es tan importante la formaci¨®n y la capacitaci¨®n¡±.
Iria Rey, gerente de residencias CleceVitam en Galicia, argumenta que el modelo de atenci¨®n centrado en la persona no deber¨ªa ser una excepci¨®n, sino la norma: ¡°Centrarse en la persona deber¨ªa ser el est¨¢ndar, lo b¨¢sico. El sentido com¨²n nos dice que hay que personalizar la atenci¨®n y volverla m¨¢s cercana. No podemos trabajar igual con todos los residentes. Si nunca te ha gustado hacer gimnasia o pintar, ?por qu¨¦ vas a hacerlo obligado en una residencia?¡±.
La v¨ªa para que los centros residenciales ofrezcan una atenci¨®n m¨¢s individualizada pasa por establecer unidades de convivencia con preferencias y gustos similares. Da m¨¢s detalles Rey, uno de los 200.000 trabajadores del sector residencial en Espa?a, seg¨²n la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales: ¡°Por ejemplo: si un residente tiene 80 a?os y est¨¢ perfecto de salud, querr¨¢ comer con gente que le d¨¦ conversaci¨®n y que pueda salir a pasear con ¨¦l¡±.
Acertar en la composici¨®n de estos peque?os grupos depende en gran medida de la precisi¨®n en la definici¨®n del perfil del que ingresa. M¨¦dicos, psic¨®logos, terapeutas, auxiliares, trabajadores sociales y animadores mantienen una entrevista con el usuario y buscan afinidades entre el resto de la poblaci¨®n residencial. ¡°Volvemos a la idea de peque?as familias. Es vital determinar los gustos y necesidades, pero tambi¨¦n identificar los conflictos que puedan tener, las necesidades econ¨®micas o log¨ªsticas, la red familiar que les apoya. Son vidas muy largas, con muchas rutinas adquiridas que hay que respetar¡±.
En las residencias que dirige Rey, el perfil habitual de usuario es una mujer -el 80% del total lo son- con una dependencia m¨ªnima. La media de edad est¨¢ en torno a los 80 a?os y los ingresos en ellas se retrasan cada vez m¨¢s: ¡°Intentamos romper los estereotipos porque observamos c¨®mo les cuesta dar el paso a los usuarios, pero tambi¨¦n a las familias. Hay que cambiar la filosof¨ªa. La idea es que las personas que entren conserven sus facultades e incluso mejoren¡±.