La diabetes tipo 2, la otra epidemia del siglo XXI
Frenar la sexta causa de mortalidad en el mundo se ha convertido en un reto de salud p¨²blica por su impacto en la calidad y en la esperanza de vida y por el porcentaje de personas cada vez mayor a las que afecta
Hay enfermedades que suponen un desaf¨ªo para la medicina porque su origen es desconocido o requieren prolijas investigaciones para erradicarlas. La diabetes tipo 2, la m¨¢s frecuente de las que existen, no pertenece a ninguno de los dos grupos: conocemos por qu¨¦ se produce y evitarla tiene que ver fundamentalmente con seguir h¨¢bitos de vida saludables. Sin embargo, tambi¨¦n es un reto para la salud p¨²blica por el n¨²mero de personas a las que afecta, el ritmo al que crece y el impacto que tiene en la calidad y en la esperanza de vida.
La diabetes tipo 2 consiste en que el organismo no procesa bien la insulina, la hormona que facilita que la glucosa de los alimentos pase a las c¨¦lulas y se convierta en energ¨ªa. Dos factores son determinantes para evitar que esto se produzca: una dieta equilibrada, que garantiza que no se ingiere m¨¢s glucosa de la que el cuerpo necesita; y actividad f¨ªsica regular, que hace que las c¨¦lulas sean sensibles a la insulina, adem¨¢s de prevenir el sobrepeso y la obesidad, directamente relacionadas con la enfermedad.
La soluci¨®n parece simple, no hay m¨¢s que comer bien y moverse, pero no es tan sencillo. El Informe mundial sobre la diabetes, elaborado por la OMS con motivo del D¨ªa Mundial de la Salud de 2016, recomendaba ¡°aplicar programas para fomentar el consumo de alimentos saludables y desalentar el consumo de alimentos malsanos, como los refrescos azucarados, y crear entornos sociales y urban¨ªsticos que apoyen la pr¨¢ctica de una actividad f¨ªsica¡±.
En la sociedad de la opulencia que vivimos resulta muy dif¨ªcil instaurar estos h¨¢bitos y el resultado es la creciente epidemia que padecemos. El abandono progresivo de h¨¢bitos alimentarios sanos, como la dieta mediterr¨¢nea, est¨¢ detr¨¢s del incremento, por el momento imparable, que la enfermedad ha registrado en pa¨ªses como Portugal, Grecia o Espa?a. El informe de la OMS apunta que no es un problema exclusivo de los pa¨ªses ricos: ¡°La prevalencia ha aumentado con mayor rapidez en los pa¨ªses con ingresos bajos y medianos¡±.
Hacer frente a la epidemia es, adem¨¢s, un reto econ¨®mico global. El 12% del gasto sanitario mundial se dedica al tratamiento y a las complicaciones de salud que acarrea la diabetes cuando no est¨¢ bien controlada. El problema cobra especial relevancia en Europa por el envejecimiento de la poblaci¨®n, uno de los factores de riesgo de la enfermedad. El impacto econ¨®mico para los enfermos y sus familias y para los sistemas sanitarios ¡°representa un obst¨¢culo significativo para un desarrollo sostenible¡±, se?ala el Atlas de la diabetes de la Federaci¨®n Internacional de Diabetes (FID).
?Qu¨¦ consecuencias tiene que el organismo de una persona enferma sea incapaz de sacar la glucosa del torrente sangu¨ªneo? Los efectos son lentos e inexorables. Las microlesiones vasculares pueden ocasionar ceguera, insuficiencia renal o diversas neuropat¨ªas. Las secuelas alcanzan las c¨¦lulas de cualquier parte del cuerpo, tambi¨¦n las de ¨®rganos vitales como el coraz¨®n o el ri?¨®n. Por ese motivo, una persona con diabetes tipo 2 no diagnosticada o mal controlada tiene m¨¢s probabilidades de sufrir a largo plazo un infarto o un ictus que un individuo sano u otro con un seguimiento peri¨®dico de la evoluci¨®n.
La detecci¨®n y el diagn¨®stico precoz es imprescindible para que la persona pueda asumir cuanto antes el reto que para ella va a suponer convivir con una enfermedad que va a acompa?arle el resto de su vida. En ese desaf¨ªo el autocuidado es imprescindible, el enfermo es el primer responsable de la gesti¨®n de su enfermedad. Un paciente con h¨¢bitos saludables y ex¨¢menes peri¨®dicos puede vivir pr¨¢cticamente los mismos a?os que una persona sana y su calidad de vida ser muy similar. En cambio, un mal control multiplica las secuelas, acelera las complicaciones y produce mortalidad prematura.
Seg¨²n los especialistas, la continuidad asistencial es clave tambi¨¦n para mejorar la adherencia a los tratamientos, tanto los farmacol¨®gicos como los relacionados con h¨¢bitos de vida: ejercicio f¨ªsico y dieta equilibrada, fundamentalmente. La incorporaci¨®n de la telemedicina ha facilitado en los ¨²ltimos a?os el control de la enfermedad en muchos pacientes; los que requieren un seguimiento muy exhaustivo o tienen dificultades para acceder a un centro han podido recibir asistencia sin necesidad de acudir a una visita presencial. Las aplicaciones de m¨®vil y otras innovaciones tecnol¨®gicas tambi¨¦n han ayudado a los enfermos en el autocuidado.
Los datos de la OMS reflejan que la diabetes tipo 2 es la sexta causa de muerte en el mundo. Uno de los factores que influye en esta siniestra estad¨ªstica, adem¨¢s de los se?alados, es su detecci¨®n tard¨ªa. Se estima que, por cada caso diagnosticado, queda otro por diagnosticar.
Un aumento de la sed y de la micci¨®n, la aparici¨®n de fatiga o de hormigueo en las manos o los pies pueden ser signos identificativos de la enfermedad y raz¨®n suficiente para acudir al m¨¦dico y hacerse un an¨¢lisis de sangre. Pero hay que tener en cuenta que estos signos aparecen tan gradualmente que pueden transcurrir a?os sin que la diabetes sea diagnosticada. De hecho, la mayor parte de los casos se detectan en personas que no presenta s¨ªntomas.
Dado que es una enfermedad silenciosa, diagnosticarla de forma precoz es la mejor herramienta para hacerle frente. En los an¨¢lisis de las revisiones laborales anuales o en cualquier anal¨ªtica de control normal siempre se incluye la determinaci¨®n del nivel de glucosa. Como norma general, una persona sana debe hacerse un an¨¢lisis de sangre cada tres a?os para controlar su salud, no solo por descartar la existencia o no de diabetes. El control debe ser anual si tiene familiares con la enfermedad, sufre obesidad, es sedentaria, tiene hipertensi¨®n o durante el embarazo present¨® diabetes gestacional.