La econom¨ªa circular llega a la ciudad. Te contamos d¨®nde se encuentra
La receta de las 7 erres, la soluci¨®n para alargar la vida de los residuos en las urbes
?Es un imposible que la econom¨ªa circular se aplique con ¨¦xito a las ciudades? En un momento en el que m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n mundial es urbana y en el que m¨¢s del 60% del uso de recursos deriva de las grandes urbes, algunos pueden pensar que s¨ª. De hecho, la propia definici¨®n de econom¨ªa circular demuestra que su aplicaci¨®n pr¨¢ctica es algo tan complejo y variado como las propias ciudades: ¡°Consiste en abandonar el modelo de consumo y producci¨®n lineal, caracterizado por utilizar recursos finitos que pierden su valor y no se reutilizan¡±, seg¨²n Javier Carrillo, catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Direcci¨®n de Empresas de la Universidad de Alcal¨¢.
Complejo o no, lo cierto es que la econom¨ªa circular ha venido para quedarse. Como afirma Carolina Ib¨¢?ez, gerente de Desarrollo Ambiental de Repsol: ¡°La econom¨ªa circular ya no es tendencia, es una realidad. La sociedad es una parte implicada, y la propia sociedad es la que cada vez m¨¢s demanda ese cambio de modelo, el ser m¨¢s sostenible, el ser m¨¢s circular¡±. En el caso de las ciudades, esa complejidad se hace patente si pensamos en la variedad de urbes existentes. Como afirma ?ngel Fern¨¢ndez Homar, presidente del Patronato de la Fundaci¨®n para la Econom¨ªa Circular, ¡°cada ciudad tiene una idiosincrasia. No es lo mismo una del norte de Espa?a que del sur. Ni una ciudad de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes que de menos¡±. A ello se a?aden otros par¨¢metros, como el trazado urbano (si es antiguo o de nuevo cu?o), la orograf¨ªa del terreno o algo tan determinante como la implicaci¨®n de ciudadanos, empresas y administraci¨®n.
Por eso, y sin que exista una receta perfecta que se pueda aplicar a todas las ciudades, hay otra soluci¨®n que Mar¨ªa del Mar Borrego-Mar¨ªn, profesora de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Sevilla, define como la teor¨ªa de las ¡°7 erres¡±. ?En qu¨¦ consiste?
La ciudad de las siete erres de la sostenibilidad
1 Redise?ar
Las ciudades deben ser repensadas para redise?ar los espacios y los elementos que contienen teniendo en cuenta las consecuencias medioambientales
2 Reducir
Las ciudades producen una cantidad excesiva de recursos, residuos y energ¨ªa
3 Reutilizar
La econom¨ªa circular aboga por estirar la vida ¨²til de los recursos para utilizar el m¨ªnimo posible
4 Reparar
Antes de tirar o deshacerse de un recurso, lo ideal es intentar repararlo
5 Renovar
Actualizar los objetos para que puedan tener de nuevo la funci¨®n para la que fueron creados
6 Recuperar
Reintroducir en el proceso productivo como materia prima materiales ya utilizados
7 Reciclar
Una vez que es imposible alargar la vida de un producto, debe ir a reciclar
Redise?ar
Reducir
Reutilizar
Reparar
Renovar
Recuperar
Reciclar
Seg¨²n Javier Carrillo, el redise?o de cualquier cosa es ¡°la fase m¨¢s importante en la econom¨ªa circular. Es cuando se determina hasta el 80% del impacto ambiental¡±. Tal dato da la importancia que, entre las 7 erres, tiene el redise?o y, en el caso de las ciudades, el que se realiza a la hora de planificarlas urban¨ªsticamente, en las que el ciudadano, y no el veh¨ªculo, pasa a ser el centro de todo. Como explica ?ngel Fern¨¢ndez Homar desde la Fundaci¨®n para la Econom¨ªa Circular, una fundaci¨®n privada con la que colaboran expertos mundiales, administraciones p¨²blicas, entidades privadas y agentes sociales: ¡°La revoluci¨®n industrial nos llev¨® a creer que gan¨¢bamos en calidad de vida cuando est¨¢bamos montados en un coche; entonces, lo que hicimos fue adaptar la ciudad al veh¨ªculo¡±. Ahora las ciudades se repiensan con el ciudadano en el centro. ¡°Eso nos hace redise?ar el tema circulatorio, de parkings, de movilidad comunitaria, electrificaci¨®n... Es volver un poco a un concepto de lo que ten¨ªan nuestros abuelos en los pueblos, de ciudad peatonal, de ir a la tienda de la esquina¡±.
Los cascos urbanos de muchas grandes ciudades se est¨¢n redise?ando para acoger esta nueva movilidad. En Espa?a, Barcelona busca una reorganizaci¨®n de la ciudad limitando el tr¨¢fico motorizado y dando el espacio al peat¨®n y los carriles bici, que han aumentado en un 72% desde 2015. Otras urbes como Madrid restringen el acceso a los veh¨ªculos m¨¢s contaminantes. La misma tendencia se sigue en capitales como Londres, Berl¨ªn, Par¨ªs y Copenhague a pesar de que, en muchas de ellas, este tipo de nueva movilidad ¡°exige un redise?o de las ciudades y no siempre es del todo factible, ya que muchas veces la urbe est¨¢ construida de forma muy espec¨ªfica y hay limitaciones¡±, apunta David Blanco, profesor del ¨¢rea de Econom¨ªa Financiera y Contabilidad de la Universidad de Burgos.
Estas limitaciones son menores a la hora de expandir una ciudad. Seg¨²n Carrillo, para crear ciudades circulares ideales, las pol¨ªticas de redise?o deber¨¢n orientarse a regular la durabilidad y las posibilidades de reutilizaci¨®n, actualizaci¨®n y reparaci¨®n de todos los elementos urbanos. Es decir, que el redise?o pasa, indefectiblemente, por que este se centre, adem¨¢s, en asegurar el resto de erres.
Las ciudades contribuyen aproximadamente al 60% del PIB mundial. Esta importancia tiene un precio: como se?ala la ONU, las urbes representan alrededor del 75% de las emisiones de carbono y m¨¢s del 60% del uso de recursos. ?Se puede mantener el desarrollo de las ciudades reduciendo el consumo de materias primas? ¡°Se puede reducir el consumo, la producci¨®n y la extracci¨®n de materias primas sin que se vea mermado el desarrollo; simplemente es hacer un uso m¨¢s responsable¡±, responde Borrego-Mar¨ªn, la experta de la Universidad de Sevilla.
La idea es reducir o sustituir el consumo que tenga un impacto m¨¢s da?ino, algo que, a nivel de desarrollo econ¨®mico, es ventajoso porque se ahorra en materia prima y en costes. Un ejemplo de ello son algunas ciudades de Reino Unido que, como explica James B. Mackinnon en su libro El d¨ªa que el mundo deje de comprar, llevan m¨¢s de una d¨¦cada apagando o atenuando la luz de las farolas por la noche como m¨¦todo para ahorrar. Este cambio, abri¨® un debate que las encuestas zanjaron cuando se comprob¨® que la reacci¨®n m¨¢s com¨²n fue la sensaci¨®n de bienestar que proporcionaba ver el cielo nocturno.
La ciudad es el escenario del gran derroche: ¡°Solo el 12% de los materiales y recursos secundarios vuelve a entrar en la econom¨ªa¡±, asegur¨® en 2020 Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisi¨®n Europea y responsable del Pacto Verde Europeo. Frente a esto, los expertos dicen que ¡°una gran parte de los productos y residuos se puede volver a usar¡±. Veamos algunos ejemplos.
Nuevo proyecto de ley. La iniciativa m¨¢s reciente en este aspecto ha partido del Consejo de Ministros que, este mes de junio, ha aprobado el proyecto de ley de Prevenci¨®n de las P¨¦rdidas y el Desperdicio Alimentario, en el que se establece que, si sobra comida, primero se debe intentar destinar al consumo humano mediante la donaci¨®n a bancos de alimentos y, de no ser posible, se deben transformar en otros productos como zumos o mermeladas. Si esta opci¨®n tampoco es viable, deber¨¢n servir para la alimentaci¨®n animal y, en ¨²ltima instancia, para la elaboraci¨®n de subproductos industriales y el reciclado para obtener compost o combustibles.
Naranjas amargas como biog¨¢s en Sevilla. La capital andaluza tiene alrededor de 50.000 naranjos urbanos que producen naranja amarga, un fruto que no tiene una reutilizaci¨®n definida y cuyo destino directo es el vertedero. Con la idea de darle una vida ¨²til lo m¨¢s larga posible a la materia prima, en esta ciudad han decidido convertir su zumo en biog¨¢s y, con esta energ¨ªa, garantizar la autosuficiencia energ¨¦tica de sus depuradoras y la propulsi¨®n de los autobuses urbanos. Y no solo eso: los restos org¨¢nicos se convierten en compost para el campo.
La M-40 del agua en Madrid. La capital cre¨® un sistema circular de tuber¨ªas subterr¨¢neas que distribuyen aguas depuradas para reutilizarlas en el riego de zonas verdes, baldeo de viales o limpieza de alcantarillado.
El excedente de gel hidroalcoh¨®lico. Organizaciones sin ¨¢nimo de lucro como la Fundaci¨®n Valora tratan de evitar que los productos acaben en la basura. Esta instituci¨®n en concreto pone a disposici¨®n de instituciones y centros asistenciales excedentes de toda clase. Entre el material que tienen disponible en la actualidad se encuentran 100 tel¨¦fonos inal¨¢mbricos o m¨¢s de un centenar de cajas con botes de gel hidroalcoh¨®lico. Desde 2014 han recibido donaciones de m¨¢s de 700 empresas y han recuperado alrededor de 3,5 millones de art¨ªculos entre 600 organizaciones.
Para el catedr¨¢tico de la Universidad de Alcal¨¢ Javier Carrillo el objetivo de la econom¨ªa circular es ¡°mantener el m¨¢ximo tiempo posible el valor de los materiales y alcanzar la idea de residuo cero¡±. Esto se consigue a trav¨¦s de la reparaci¨®n: ¡°Pero nos encontramos con muchas limitaciones¡±, lamenta. David Blanco incide en ello: ¡°Hay productos que no se pueden reparar o, si se puede, no merece la pena por el coste¡±.
Aun as¨ª, en las ciudades han surgido distintos proyectos que animan a los consumidores a aprender a reparar sus propios productos. Es el caso de las iniciativas de Repair Caf¨¦, lugares de libre acceso con herramientas, materiales y un grupo de voluntarios con conocimientos y habilidades para reparar toda clase de artefactos. O el de los m¨¢s de 1.300 tenderos inscritos en la iniciativa Alargascencia, que se dedican principalmente a reparar y recuperar objetos. Lo mismo ocurre con la ropa. La Ruta Dots son dos modistas que, traslad¨¢ndose en su caravana, ofrecen servicios de reparaci¨®n de ropa o talleres creativos de reciclaje textil. O la marca Nudie Jeans, que ofrece un servicio de reparaci¨®n de sus pantalones vaqueros de por vida.
¡°Se trata de aprovechar nuestros recursos todo lo que podamos, intentar reparar lo que se estropea, alargar la vida ¨²til de los productos¡±, explica la gerente de Desarrollo Ambiental de Repsol. ¡°Por ejemplo, si se nos estropea un electrodom¨¦stico, ?por qu¨¦ no intentar arreglarlo primero, mirar si lo podemos reparar, antes de tirarlo y comprar uno nuevo? Aqu¨ª tambi¨¦n entrar¨ªa reducir el desperdicio alimentario¡±. De cara a ser lo m¨¢s eficiente posible a la hora de reparar o de sustituir, el presidente del Patronato de la Fundaci¨®n para la Econom¨ªa Circular se?ala que no siempre lo ideal es reutilizar o reparar, y pone de ejemplo un electrodom¨¦stico que sea de eficiencia energ¨¦tica baja: ¡°Hay que saber decidir qu¨¦ es aquello que me est¨¢ dando calidad y un consumo ambiental adecuado¡±, explica.
El gran n¨²mero de empresas que habitan en las urbes, unido al creciente uso de la tecnolog¨ªa, supone que muchos de los residuos que se producen sean aparatos tecnol¨®gicos. Cuando los negocios o las Administraciones renuevan sus equipos, los antiguos acaban tradicionalmente en la basura.
Seg¨²n Mar¨ªa del Mar Borrego-Mar¨ªn, de la Universidad de Sevilla, a nivel tecnol¨®gico es donde m¨¢s barreras podemos encontrar en la circularidad por la obsolescencia programada, que implica que ¡°mucha tecnolog¨ªa est¨¢ fabricada para que dure solo un determinado tiempo¡±. Aqu¨ª es donde la erre de renovar se encuentra con la del redise?o. ¡°Si se repiensa desde un inicio para que algo dure m¨¢s, no har¨¢ falta renovar. Ahora mismo la tecnolog¨ªa no termina de ser una aliada, pero, a futuro, no va a tener m¨¢s remedio que serlo¡±, comenta.
En este contexto es en el que entran las iniciativas basadas en la econom¨ªa circular como la de Reutilizak, que pone los dispositivos a disposici¨®n de centros educativos, cooperativas, entidades sociales y familias en vulnerabilidad social. El proyecto ha recuperado 2.800 ordenadores y colaboran con empresas como Metro de Madrid o IBM.
Lo mismo puede hacerse con la tecnolog¨ªa utilizada por la Administraci¨®n. La Casa Azul es una empresa de Almer¨ªa que ha retirado 2.000 ordenadores de organismos p¨²blicas. Los revisan, formatean y ampl¨ªan su memoria para que puedan seguir funcionando.
Que la propia ciudad se equipe con parte de sus propios residuos es lo que ocurr¨ªa en la antigua Roma donde, como cuenta el ingeniero y dise?ador Arthur Huang en el documental Hacia la circularidad (2021), reutilizaban los materiales para construir las ciudades. Adem¨¢s de las calzadas o las columnas, los muros de los edificios estaban rellenos de material de desecho que reintroduc¨ªan en el proceso productivo como materia prima. Estos eran fragmentos de ¨¢nforas y de baldosas, as¨ª como mortero y yeso, entre otros. ¡°Eran m¨¢s avanzados que nuestro sistema actual¡±, explica Huang.
Ahora, en Taiw¨¢n este mismo investigador ha construido una estructura de nueve pisos de altura con 1,5 millones de botellas de pl¨¢stico que recogi¨® en tan solo dos semanas. Al mismo tiempo, unos investigadores de la Universidad de Tokio han creado un material de construcci¨®n similar al cemento enteramente a partir de restos de comida como c¨¢scara de pl¨¢tano y naranja, cebolla, hojas de t¨¦, caf¨¦ molido, calabaza y algas.
Aunque a menor escala, las ciudades espa?olas tambi¨¦n siguen la tendencia de recuperar los materiales. Es el caso del Ayuntamiento de Zarautz (Gipuzkoa), que ha creado un parque infantil fabricado con pl¨¢stico reciclado y Molder Disnova, una compa?¨ªa valenciana, usa cascara de arroz para fabricar toboganes y asientos de columpio.
Por su parte, Palencia utiliza en el mobiliario de su ciudad bancos y mesas de p¨ªcnic creadas a partir de pol¨ªmero reciclado y La Rioja utiliza se?ales de tr¨¢fico creadas a partir de neum¨¢ticos desechados que, seg¨²n la revista de la DGT, son m¨¢s ecol¨®gicas, econ¨®micas y seguras ya que, al estar fabricadas con materiales el¨¢sticos y ligeros, sin cantos ni perfiles cortantes, se reducen las lesiones en caso de accidente.
M¨¢s que en ninguna otra erre, en el reciclaje converge lo que hagan la Administraci¨®n y el ciudadano. Es decir, uno no puede reciclar sin ayuda del otro. Para la experta, una de las cuestiones principales es la concienciaci¨®n y otra, que los ciudadanos tengan posibilidad de hacerlo sin esfuerzo. Por ejemplo, con contenedores cerca de las viviendas. Tambi¨¦n est¨¢n los incentivos. Fern¨¢ndez se?ala que puede ser beneficioso un sistema fiscal que premie las conductas adecuadas que tengan los ciudadanos, mientras que hay pa¨ªses que ya recompensan el reciclaje con iniciativas como recuperar parte del importe, al llevar botellas de vidrio al punto de compra.
Espa?a lleg¨® en 2020 a una tasa de reciclaje del 36%, dos puntos menos que la que registr¨® el a?o anterior y m¨¢s de 10 puntos por debajo de la media europea, seg¨²n Eurostat. Borrego-Mar¨ªn asegura que este sigue siendo un porcentaje ¡°muy peque?o¡± teniendo en cuenta que ¡°se supone que el reciclaje est¨¢ muy integrado dentro de nuestra sociedad¡±.
El reciclaje tendr¨¢ ¨¦xito, comenta Borrego-Mar¨ªn, en la medida que se conciba como un punto intermedio del proceso de la econom¨ªa circular y no como el final. La conexi¨®n con el resto de las erres es innegable. Por ejemplo, con el redise?o de los productos y ciudades, ya que con solo una peque?a cantidad de cualquier material mezclado se hace imposible el reciclaje.
Carrillo incide en la idea de que en Europa solo el 12% de los recursos materiales utilizados para la nueva producci¨®n provienen del reciclaje y de la recuperaci¨®n, mientras que el 88% restante ¡°implica una nueva extracci¨®n de materias primas, buena parte de ellas importadas¡±. No obstante, Borrego-Mar¨ªn defiende que los nuevos PERTE (Proyectos Estrat¨¦gicos para la Recuperaci¨®n y Transformaci¨®n Econ¨®mica) convierten a la gesti¨®n de residuos ¡°casi en obligaci¨®n¡±.
Las siete erres en un restaurante: el caso de Kofrad¨ªa-Itsas Etxea, la casa de los pescadores vascos
Reducir el desperdicio alimentario y el n¨²mero de kil¨®metros recorridos utilizando producto de cercan¨ªa y de temporada. Esta es la apuesta de Kofrad¨ªa-Itsas Etxea creado por la organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro de productores de pesca de bajura de Gipuzkoa (Opegui). Seg¨²n su directora, Miren Garmendia, es ¡°algo m¨¢s que un restaurante¡±.
Los protagonistas de este proyecto, que naci¨® en plena pandemia en 2020 en el Pa¨ªs Vasco, son los m¨¢s de 600 pescadores que recurren a artes tradicionales y selectivas que no da?an el ecosistema ni sobrexplotan el medioambiente. En concreto, faenan en unos 80 barcos dedicados a la pesca de bajura, aquella que se lleva a cabo en la zona costera y regresa a puerto en la misma jornada.
¡°Ahora en el restaurante est¨¢ terminando la campa?a de la anchoa, que es de temporada, y tambi¨¦n ponemos en valor productos como el congrio, especies que est¨¢n en la costa a lo largo del a?o y que muchas veces no se pescan porque se considera que tienen escaso valor¡±, explica Garmendia. Despu¨¦s, comenta, llega el momento para que la estrella sea el bonito.
El objetivo del proyecto es conseguir la circularidad. Algunas de las siete erres las encontramos a trav¨¦s de iniciativas como los talleres de costura que dan una segunda vida a redes de pesca en desuso, el aprovechamiento de todas las partes del pescado e incluso en el edificio en el que se sit¨²an, en el puerto de San Sebasti¨¢n y cedido por el Gobierno vasco, que incorpora un sistema de hidrotermia para el aprovechamiento de la energ¨ªa t¨¦rmica del mar. Tambi¨¦n trabajan en un proyecto de placas fotovoltaicas que, ubicadas en el tejado, sean capaces de generar buena parte de la electricidad que se consume. Por todo ello, en 2022 este restaurante ha recibido uno de los cuatro premios Sol Sostenible #AlimentosdEspa?a que la Gu¨ªa Repsol otorga con la intenci¨®n de difundir el esfuerzo y la decisi¨®n por adoptar pr¨¢cticas responsables con el medio ambiente dentro del sector de la restauraci¨®n.