Y el mando se hizo bong¨®s

El juego tiene cuatro modos, en los que tocas s¨®lo por monedas o para superar tu puntuaci¨®n, te enfrentas a otro percusionista o uno en el que hasta cuatro jugadores montan una escandalosa jam session. Al principio, la inexperiencia es auditivamente dolorosa, pero seg¨²n le vas cogiendo el tranquillo descubres que las partituras est¨¢n trabajadas para que los golpes r¨ªtmicos entren muy bien con la melod¨ªa.

Hay 30 canciones que aderezar con los tambores con tres niveles de dificultad: mono, chimpanc¨¦ y gorila. Cl¨¢sicos pop como 99 red ballons o Wild thing. Piezas rhythm and blues, Lady Marmalade. Rock, Louie Louie. Latino, Oye como va. Fanfarrias, Danza h¨²ngara n? 5 en sol menor. Y una colecci¨®n de melod¨ªas de Nintendo para nost¨¢lgicos: Super Mario, Legend of Zelda o el propio Donkey Kong.

Al avanzar en el juego, puedes comprar absurdos efectos especiales para tus bong¨®s. Con el efecto Selva, la mano izquierda har¨¢ el ruido del elefante, la derecha, el del mono y la palmada, el le¨®n. Con Big Band, tocar¨¢s la trompeta, el saxo y los platillos; con Country, la arm¨®nica, el banjo y el ukelele. Y con Perros, conseguir¨¢s al fin ladrar al ritmo de The Loco-Motion.

Donkey Konga es un juego sencillo y marciano, divertido de mirar cuando juegan otros y, sobre todo, ruidoso. Si quieres discreci¨®n, puedes utilizar el mando normal, aunque no es ni la mitad de divertido. Nintendo ya tiene en nevera t¨ªtulos que amorticen los bong¨®s, en 2005 saldr¨¢ Donkey Kong Jungle beat, en el que el mono lucha, camina y salta a las ¨®rdenes de los golpes del tambor. Est¨¢n locos estos japoneses, que dir¨ªa Obelix.