?Valoramos nuestra privacidad?
De la teor¨ªa a la pr¨¢ctica. Preocupan los datos personales, pero no se toman medidas para preservarlos.
Un investigador ha demostrado mediante una serie de experimentos provocadores que, a pesar de que mucha gente dice que valora su privacidad, tiende a actuar de forma contradictoria.
Alessandro Acquisti, economista de la conducta de 40 a?os de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, muestra que no siempre actuamos de la mejor manera en nuestro propio beneficio, lo que hace que podamos ser f¨¢cilmente manipulados. ¡°Al tecn¨®logo que hay en m¨ª le encantan las cosas incre¨ªbles que Internet nos permite hacer¡±, asegura Acquisti, que se?ala que ¨¦l mismo es uno de los primeros que adopt¨® la tecnolog¨ªa. ¡°Pero a la persona que se preocupa por la libertad le inquieta que la tecnolog¨ªa pueda ser secuestrada y que la tecnolog¨ªa de la libertad se convierta en una tecnolog¨ªa de la vigilancia¡±.
En 2003, Acquisti empez¨® a seguir los movimientos de m¨¢s de 5.000 usuarios de Facebook, la mayor¨ªa de ellos estudiantes universitarios. Se dio cuenta de que, aunque los usuarios revelaban cada vez m¨¢s datos sobre su trayectoria personal ¡ªrespondiendo a las peticiones de Facebook para saber si, por ejemplo, acababan de tener un beb¨¦ o hab¨ªan votado¡ª, tambi¨¦n estaban restringiendo qui¨¦n pod¨ªa acceder a ellos. Con el tiempo se mostraban, en general, menos propensos a dejar que ¡°todo el mundo¡± viese su fecha de nacimiento, por ejemplo, o a qu¨¦ instituto hab¨ªan ido.
El estudio indica que al menos algunas personas valoran su privacidad lo suficiente como para buscar los controles de la red social e impedir que extra?os vean lo que publican.
Para saber c¨®mo los consumidores determinan el valor de su privacidad, Acquisti envi¨® a un grupo de estudiantes de posgrado a un centro comercial. Los estudiantes ofrecieron a algunos compradores una tarjeta de descuento de 10 d¨®lares, adem¨¢s de una rebaja adicional de dos d¨®lares a cambio de sus datos de compra. La mitad de ellos declinaron la segunda oferta, ya que no estaban dispuestos a revelar el contenido de su cesta de la compra por solo dos d¨®lares.
A otros, en cambio, los estudiantes les ofrecieron una opci¨®n distinta: una tarjeta de descuento de 12 d¨®lares y la posibilidad de cambiarla por 10 si deseaban mantener la privacidad. Esta vez, el 90% de los compradores decidi¨® conservar la propuesta de mayor valor, incluso si eso significaba que ten¨ªan que revelar lo que hab¨ªan comprado.
En uno de sus experimentos m¨¢s intrigantes, Acquisti ped¨ªa a estudiantes voluntarios que realizasen una encuesta an¨®nima sobre asuntos m¨¢s turbios. A los participantes les preguntaban si hab¨ªan robado alguna vez, si hab¨ªan mentido o si hab¨ªan consumido drogas. A algunos les dijeron que sus respuestas se publicar¨ªan en un bolet¨ªn de investigaci¨®n, a otros les pidieron su permiso expreso para publicar esas respuestas e incluso a otros les solicitaron permiso para publicar las respuestas as¨ª como su edad, sexo y pa¨ªs de nacimiento.
Aquellos a los que les ofrecieron el menor control sobre qui¨¦n ver¨ªa sus respuestas parec¨ªan m¨¢s reacios a la hora de revelar su informaci¨®n: entre ellos, solo un 15% contest¨® a las 10 preguntas. El doble de porcentaje contest¨® a todas las preguntas cuando pidi¨® consentimiento para hacerlo p¨²blico. Y de aquellos a los que se les solicit¨® informaci¨®n demogr¨¢fica, todos dieron su permiso para revelar los datos, aunque esos detalles podr¨ªan haber hecho que un completo extra?o pudiera identificar al participante.
Acquisti tom¨® nota de la paradoja: los controles exhaustivos hab¨ªan llevado a la gente a ¡°compartir m¨¢s informaci¨®n delicada con un p¨²blico m¨¢s amplio y posiblemente de mayor riesgo¡±. ¡°Lo que me preocupa¡±, dice, ¡°es que la transparencia y el control son palabras vac¨ªas que se usan para trasladar al usuario la responsabilidad por los problemas que otros est¨¢n creando¡±.
En un estudio titulado Trampas de la privacidad, los sujetos de Acquisti se dividieron en dos subgrupos dentro de dos grupos. Se ped¨ªa a cada grupo que evaluase a los profesores y se le hac¨ªa preguntas sobre las trampas. En el primer subgrupo, a la mitad le dijeron que solo otros estudiantes podr¨ªan ver sus respuestas; a los otros les dijeron que los miembros de la facultad y los estudiantes podr¨ªan ver las respuestas. Como era de esperar, el grupo en el que solo los estudiantes podr¨ªan verlas se mostr¨® m¨¢s abierto que el grupo en el que los estudiantes y los miembros de la facultad tendr¨ªan accerso a ellas.
Acquisti ofreci¨® el mismo cuestionario al otro grupo de estudiantes, pero hizo una peque?a trampa. Despu¨¦s de explicar otra vez las reglas y los procedimientos, plante¨® una pregunta al parecer no relacionada: ?les gustar¨ªa apuntarse para recibir informaci¨®n de una red universitaria? Esa peque?a distracci¨®n tuvo una consecuencia: esta vez, los dos subgrupos se mostraron casi igual de abiertos en sus respuestas.
Los que siguen el trabajo de Acquisti aseguran que tiene importantes consecuencias pol¨ªticas, ya que los reguladores en Washington, Bruselas y otros lugares analizan la forma en que las empresas usan los datos que recogen de los usuarios. ¡°Su trabajo nos ha ayudado en gran medida a descubrir hasta qu¨¦ punto somos irracionales en las decisiones relacionadas con la privacidad¡±, indica Woodrow Hartzog, profesor auxiliar de derecho en la Universidad de Samford, Birmingham, Alabama.
En 2011, Acquisti realiz¨® fotos de casi 100 estudiantes en el campus. En unos minutos, hab¨ªa identificado a cerca de un tercio de ellos usando un programa de reconocimiento facial. Adem¨¢s, de aproximadamente una cuarta parte de los sujetos que pudo identificar averigu¨® lo bastante sobre ellos en Facebook para adivinar al menos una parte de sus n¨²meros de la Seguridad Social.
Facebook puede ser especialmente valioso para los robos de identidad, especialmente cuando la fecha de nacimiento de un usuario es visible para el p¨²blico. ¡°Si revelo mi fecha de nacimiento y mi ciudad natal en mi perfil de Facebook, un ladr¨®n de identidades puede reconstruir mi n¨²mero de la Seguridad Social y puede robarme la identidad¡±, explica Acquisti. Facebook, por su parte, alega que los usuarios pueden controlar qui¨¦n ve su informaci¨®n en la red.
Acquisti est¨¢ en Facebook. Pero est¨¢ fotografiado con un casco de moto puesto, lo que dificulta considerablemente su identificaci¨®n.
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