Te quiero, m¨¢quina
?De verdad el futuro sexual de la humanidad pasa por las relaciones ¨ªntimas con robots?
Aiko Chihira es una chica ciborg, un androide creado por Toshiba, y, adem¨¢s, es el robot m¨¢s realista creado hasta la fecha. Obsesivamente humanoide, tiene el aspecto de una hermosa mujer oriental a la que han dotado de una delicada timidez y de una personalidad gestual claramente subyugada al humano que interact¨²a con ella. Toshiba no lo dice, pero tal vez Aiko Chihira encarne al precedente de robot sexual del futuro. En el Jap¨®n de hoy en d¨ªa, las mu?ecas sexuales hiperrealistas son un negocio creciente (para hacerse una idea, no hay m¨¢s que pasearse por las webs de Real Doll, Orient Industry o KanojoToys).
Ante el avance brutal de la rob¨®tica, reputados terapeutas sexuales como Ian Kerner han llegado a sugerir el empleo de robots sexuales ¡°para ayudar a los seres humanos a superar traumas¡±. Como en el argumento la serie sueca Real humans o en Her, el futuro asocia inevitablemente la uni¨®n de humanos y robots bajo el todopoderoso sexo. Hombres y m¨¢quinas son un binomio inseparable, como ya lo son el coche o el smartphone.
Un nuevo erotismo se despliega gracias a la llegada de los nuevos visores de realidad virtual
El sexo era un paso predecible en la distop¨ªa presente. Aunque ya sea como tratamiento terap¨¦utico o puro onanismo de calidad, voces como las del experto en Inteligencia Artificial Gareth Price han lanzado su grito al cielo, argumentando que, toda una generaci¨®n crecida con juguetes sexuales inteligentes que aprenden sus preferencias ¡°podr¨ªa terminar con el contacto de esas personas con otros seres humanos¡±.
Erotismo de unos y ceros
Hace 40 a?os, Woody Allen planteaba en The sleeper (El dormil¨®n), una sociedad dist¨®pica futura donde la vida sexual se ejerc¨ªa en el Orgasmatron, un artefacto de alta tecnolog¨ªa donde los humanos alcanzaban el orgasmo en apenas unos segundos; y el ser humano contempor¨¢neo, para algunos, va por el mismo camino. Aquel armario del placer, como la m¨¢quina del exceso de Barbarella, simbolizan el culmen er¨®tico de una civilizaci¨®n hipertecnol¨®gica.
Entre los gadgets para la comunicaci¨®n a distancia del sexo cibern¨¦tico, un nuevo erotismo se despliega en una infinidad de formas ante un consumidor equipado con unas gafas de realidad virtual. La clave de toda experiencia estriba en los nuevos modelos como las gafas de Oculus Rift, las HTC Vive o las PlayStation VR.
Estas gafas, provistas de sensores de proximidad, aceler¨®metros, giroscopios, sensores geomagn¨¦ticos y dotadas de contenidos en percepci¨®n perif¨¦rica, trasladan, directamente, a un convincente universo virtual. As¨ª, como un videojuego en el que el usuario es protagonista, preparado para vivir en un universo virtual al que accede a trav¨¦s de experiencias 360? absolutamente inmersivas, donde el humano penetra en la realidad que prepara la m¨¢quina. Esta interactividad comienza a migrar desde los videojuegos hasta el sexo a la carta, que se aprovecha de im¨¢genes reales en las que el espectador pasa a ser protagonista de la escena.
"NO HAREMOS EL AMOR CON ROBOTS"
ESTEBAN CA?AMANES MEDRANO, PSIC?LOGO CL?NICO Y SEX?LOGO
?Haremos el amor con robots?
No, no creo. L¨®gicamente siempre habr¨¢ alguna persona de precario equilibrio psicol¨®gico, pero no ser¨¢ algo generalizado. Cuando tenemos sexo no s¨®lo buscamos la descarga org¨¢smica, si as¨ª fuera nos bastar¨ªa con la masturbaci¨®n, sino que tambi¨¦n buscamos ser elegidos por otra persona, el contacto con su piel, el sentirnos el centro de su vida por un rato, la fantas¨ªa de fusi¨®n con otro... Es decir, aspectos que no podr¨¢ dar una m¨¢quina.
?Deber¨ªamos prepararnos para el advenimiento de la rob¨®tica sexual?
No. Deber¨ªamos profundizar en la libertad sexual, pero buscando encuentros de calidad. Quiero decir, encuentros en los que cada uno sea profundamente uno mismo, en el que haya creatividad en cada uno, espontaneidad y respeto, o sea, satisfacci¨®n profunda. Esta ser¨ªa la mejor forma de frenar esa supuesta amenaza de la llamada rob¨®tica sexual.
?Cu¨¢les son los peligros de relacionarnos con m¨¢quinas sexuales? ?Y las ventajas?
El peligro lo veo en que luego se intente extrapolar el modelo (sobre todo por parte de los m¨¢s j¨®venes) a la relaci¨®n con los dem¨¢s, es decir, que tratemos a las personas como si fueran la m¨¢quinas. Y ventajas no le veo ninguna.
Ya no s¨®lo ligaremos a trav¨¦s del m¨®vil, sino que las relaciones virtuales est¨¢n a la vuelta de la esquina. Dispositivos como el Cyberith Virtualizer, un simulador de realidad virtual enmarcan la nueva frontera donde el armario de orgasmos de Allen es ya una realidad. Aunque Google haya capado a sus gafas de realidad virtual para el acceso a contenidos sexuales, muchos se esperan una avalancha de contenido pornogr¨¢fico en ese mundo recreado, hacia donde parece ir la industria del cine er¨®tico.
Y, s¨ª, la electr¨®nica se viene con nosotros a la cama. Sea con el contacto con robots humanoides o mediante el sexo remoto a trav¨¦s de dispositivos electr¨®nicos, como Klic-Klic, un gadget de comunicaci¨®n sexual a distancia desarrollado en Catalu?a con aspecto dildo y dotado de una cavidad con dep¨®sito de l¨ªquidos en uno de sus extremos.
Klic-Klic permite la conexi¨®n entre dos aparatos por Internet o Bluetooth, devolviendo las sensaciones a su usuario seg¨²n el grado de intensidad de sus est¨ªmulos.
Del dildo a la 'app'
En la era del sexo digital, donde todo se cuantifica, se mide y se controla en aras del sacrosanto rendimiento, vibradores y apps cronometran los combates sexuales y proponen posiciones para hacer el amor, comenzando por OhMiBod, el dildo que vibra al comp¨¢s de la m¨²sica de un iPod y siete programas de vibraci¨®n al servicio del usuario. Aunque no todo es recreaci¨®n, tambi¨¦n hay aprendizaje: algunas apps como Lick your Phone miden la eficacia de un culiningus a base de lametadas en la pantalla del iPhone, mientras HappyPlayTime promete a las mujeres j¨®venes descubrir sus propios cuerpos con ejercicios y propuestas desde la pantalla t¨¢ctil.
Por su lado, fruto de una exitosa campa?a de crowdfunding, la startup Hum ofrece el producto m¨¢s avanzado del momento: un consolador digital que reacciona y responde a las presiones ejercidas por los sensores ultrasensibles del dispositivo. Lo que est¨¢ claro es que el sexo se digitaliza, como cualquier aspecto de la vida anal¨®gica. Hasta multinacionales de electr¨®nica como Philips tienen en su catalogo masajeadores er¨®ticos para parejas.
La doctora Helen Driscoll, de la Universidad de Sunderland, asegura que la rob¨®tica desempe?ar¨¢ un papel cada vez m¨¢s importante en el mercado de la sexualidad. Algunos van m¨¢s all¨¢, como David Levy, de la Universidad de Maastricht, que sostiene que las relaciones sexuales entre los seres humanos y los robots ser¨¢n inevitables.
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