Las tecnolog¨ªas de la Covid-19 marcar¨¢n nuestro ma?ana
No debemos dejarnos llevar por las prisas que demanda la urgencia, y es preferible evaluar y realizar buenos diagn¨®sticos
La crisis de la Covid-19 est¨¢ sacudiendo nuestras sociedades de m¨²ltiples formas, y nosotros estamos reaccionando con medidas de choque pero que en muchos casos, anticipan cambios profundos en lo social, lo econ¨®mico y el gobierno de lo com¨²n. La perpetuidad que pueden traer muchas de las respuestas que experimentamos ahora hace necesario que las dise?emos con mucho cuidado y con una amplia participaci¨®n ciudadana. En este sentido, el papel de los parlamentos, pero tambi¨¦n de la sociedad civil, debe ser fundamental para contrarrestar el de los gobiernos y el de los intereses de las ¨¦lites econ¨®micas y financieras. La pandemia est¨¢ trayendo aqu¨ª y ahora un futuro que consider¨¢bamos lejano, en el que debemos tomar parte para configurarlo en com¨²n.
En ese futuro, las tecnolog¨ªas tienen un papel importante. Y el modo en el que las pensemos, dise?emos y regulemos hoy tendr¨¢ un peso decisivo en el ma?ana. Es por eso por lo que no debemos dejarnos llevar por las prisas que demanda la urgencia, para evaluar y realizar buenos diagn¨®sticos que nos lleven a desarrollar respuestas adecuadas, sin dejar de lado la privacidad y el respeto a nuestros derechos y libertades fundamentales. Al igual que las vacunas que se est¨¢n desarrollando requieren de un tiempo de precauci¨®n para probar su fiabilidad, las tecnolog¨ªas tambi¨¦n lo necesitan para garantizar que no producir¨¢n da?os sociales y brechas inasumibles en estados democr¨¢ticos, as¨ª como para que no lleguen a generar precedentes peligrosos para nuestros derechos.
Hay muchos debates abiertos en la actualidad, pero uno de los m¨¢s vivos es el que rodea a las aplicaciones de contact tracing. Desde hace semanas, diferentes equipos, tanto a nivel internacional, europeo, como nacional, trabajan para poner en marcha protocolos y aplicaciones que posibiliten diferentes estrategias de desconfinamiento. En Europa, la discusi¨®n se concentra en torno a los protocolos que se desarrollan bajo el paraguas del Consorcio Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad. Siguiendo la senda marcada por la aplicaci¨®n desarrollada en Singapur, TraceTogether, varios grupos est¨¢n desarrollando sistemas de rastreo de proximidad usando la tecnolog¨ªa bluetooth disponible en los smartphones. De esta forma, cuando dos personas est¨¦n cerca, a una determinada distancia, los m¨®viles de ambos se comunicar¨ªan y guardar¨ªan un c¨®digo an¨®nimo en el mismo dispositivo. Si con el tiempo, una de esas dos personas diese positivo en Covid-19, el sistema se encargar¨ªa de hacer saber a las personas con las que se ha cruzado, y de manera an¨®nima, que ha estado en contacto con alguien contagiado para a continuaci¨®n indicarle los pasos a seguir, como por ejemplo el confinamiento.
Sin embargo, hay diferentes abordajes para hacer efectivos estos protocolos que, una vez elaborados, quedar¨¢n en manos gubernamentales usarlos o no para desarrollar aplicaciones nacionales propias. Los que est¨¢n en el centro del debate en la actualidad son los centralizados y los descentralizados. Sobre estos ¨²ltimos, se est¨¢ poniendo en marcha uno llamado DP-3T, que hasta la semana pasada se encontraba dentro del consorcio PEPP-PT. El proyecto, liderado por la ingeniera espa?ola Carmela Troncoso, es de c¨®digo abierto y toda la documentaci¨®n puede encontrarse en su GitHub, donde puede ser revisada por cualquier persona. Los datos y la informaci¨®n que recoge son m¨ªnimos y se guardan en los propios dispositivos m¨®viles; solo usa un servidor como canal de comunicaci¨®n y genera claves ef¨ªmeras entre los diferentes smartphones, lo que hace que no sea posible identificar a ninguna persona usuaria.
En el otro extremo, est¨¢n los protocolos centralizados, y son por los que apuesta actualmente PEPP-PT. Estos sistemas dependen de un servidor donde se almacenan todos los datos obtenidos por los tel¨¦fonos m¨®viles, y es donde radica la mayor diferencia con los protocolos descentralizados. Seg¨²n el an¨¢lisis de la protecci¨®n de datos y de la arquitectura de seguridad que ha realizado el equipo de DP-3T sobre la iniciativa de PEPP-PT, y tal y como explicaba Michael Veale, otro miembro de la opci¨®n descentralizada, la propuesta permite que un servidor rastree tanto a las personas infectadas como a las no infectadas a lo largo del tiempo. Esto, sumado al hecho de que la informaci¨®n se centraliza en un servidor, hace que sea posible crear grafos sociales de la poblaci¨®n: puede llegar a revelar grupos de amigos, familiares, empleados, reuniones pol¨ªticas, etc. en una clara vulneraci¨®n de nuestros derechos y libertades.
La confianza en el dise?o es algo que se hace indispensable en este tipo de aplicaciones, pero tambi¨¦n es algo que no debemos olvidar en el resto de tecnolog¨ªa con la que convivimos. La transparencia y el conocimiento sobre su funcionamiento son claves para facilitar que la ciudadan¨ªa haga uso de ellas. De hecho, regulaciones como la Ley de protecci¨®n de datos europea que fueron en inicio tan criticadas, han acabado siendo alabadas por propiciar precisamente la confianza en su uso y expandirlo de esa forma. Que el uso sea extendido es fundamental por ejemplo para que las aplicaciones de contact tracing sean realmente ¨²tiles. Su penetraci¨®n debe ser de al menos el 60 %, seg¨²n un art¨ªculo publicado en la revista Science. A pesar de haber sido muy comentada, la app desarrollada en Singapur fall¨® precisamente en esto: solo el 20 % de singapurenses lleg¨® a instalarla en su smartphone.
Si como denuncia el equipo de DP-3T, el proceso de PEPP-PT est¨¢ siendo opaco y poco transparente, ?c¨®mo va a confiar la ciudadan¨ªa en una aplicaci¨®n en la que no se garantiza que se cumplan los prop¨®sitos para los que se desarrolla? En este punto, la European Data Protection Board, propone varias condiciones b¨¢sicas que deber¨ªan cumplir este tipo de tecnolog¨ªas: en primer lugar, que sean temporales. Es decir, que cuando termine el estado de alarma, dejen de funcionar. En segundo lugar, que se sepa cu¨¢les son los prop¨®sitos y que se cumplan, lo que implica no seguir a?adiendo capas con nuevas funcionalidades en cada actualizaci¨®n que extiendan los prop¨®sitos iniciales. Y por ¨²ltimo, que se conozca qui¨¦nes tienen acceso a los datos que se recopilan y que no se permita el acceso a ellos a nadie m¨¢s.
Al mismo tiempo, la Comisi¨®n Europea, en un intento de aunar los esfuerzos y crear unas directrices comunes para los Estados Miembros, ha publicado una caja de herramientas y una gu¨ªa que deber¨ªan usarse para el desarrollo de aplicaciones de contact tracing. Las indicaciones advierten de que estos sistemas deben ser temporales, de uso voluntario, transparentes y deben minimizar la recogida de datos a los que sean estrictamente necesarios para funcionar. Adem¨¢s, la resoluci¨®n aprobada el pasado 17 de abril en el Parlamento Europeo, incluye que el almacenamiento de los datos debe ser descentralizado, y que ¡°demuestren proyecciones claras sobre c¨®mo el uso de aplicaciones de contact tracing por parte de la poblaci¨®n, combinadas con otras medidas espec¨ªficas, conducir¨¢ a un n¨²mero significativamente menor de personas infectadas¡±.
Al actual panorama, debemos sumarle dos nuevos actores que no pueden quedar fuera de la reflexi¨®n: Apple y Google. Ambas han acordado aunar esfuerzos para hacer sus sistemas operativos interoperables. ?Qu¨¦ significa esto? Que van a trabajar en un protocolo que haga que los Bluetooth de IOS y Android puedan comunicarse entre s¨ª. Aseguran que el enfoque elegido vela por la privacidad de usuarias y usuarios, y es similar al que desarrolla el equipo de DP-3T. La potencialidad de la alianza radica en que este sistema se instalar¨ªa en los dispositivos en las actualizaciones rutinarias de los smartphones, aunque requerir¨¢ el consentimiento personal. El protocolo quedar¨ªa como una capa m¨¢s a?adida al sistema operativo, que podr¨ªa ser usado por los gobiernos para dise?ar sus propias aplicaciones con garant¨ªas de que funcionen correctamente y en segundo plano sin necesidad de que el tel¨¦fono est¨¦ desbloqueado, por ejemplo.
Sin embargo, esta colaboraci¨®n entre ambas compa?¨ªas les confiere una capacidad de decisi¨®n muy amplia en la definici¨®n del sistema de rastreo de contagios, y que suma a¨²n m¨¢s poder de decisi¨®n pol¨ªtica e incidencia social y cultural de la que han ido adquiriendo estos ¨²ltimos a?os. Estas empresas han optado por la opci¨®n descentralizada, algo que sin duda beneficia a la privacidad, pero por contra, merma el poder de decisi¨®n de los gobiernos y poderes p¨²blicos. Y este ha sido el caso en Reino Unido, cuyo gobierno pretend¨ªa poner en marcha una aplicaci¨®n centralizada, algo que ha chocado con la negativa de Google y Apple de prestar su colaboraci¨®n. Sin el benepl¨¢cito de ambas, las posibilidades de asegurar su correcto funcionamiento quedan dr¨¢sticamente reducidas. Esto vuelve a poner de manifiesto la importancia de recordar qu¨¦ actores poseen las infraestructuras y, de ese modo, detentan el poder en la toma de decisiones. Una regulaci¨®n garantista con el inter¨¦s com¨²n y el respeto de los derechos y libertades de las personas se manifiesta como una necesidad inapelable.
La actual situaci¨®n nos debe servir para reflexionar acerca de la tecnolog¨ªa que queremos, donde la ciudadan¨ªa, informada, tome decisiones sobre qu¨¦ aplicaciones o datos da y a qu¨¦ actores del ecosistema digital. Los sistemas de cajas negras no deber¨ªan ser aceptables en tiempos de pandemia, pero tampoco en ning¨²n otro momento. No debemos dejarnos llevar por el solucionismo: las tecnolog¨ªas son una herramienta valiosa en estos tiempos, pero tal y como comenta Itziar de Lecuona, subdirectora del Observatorio de Bio¨¦tica y Derecho-C¨¢tedra de la UNESCO de Bio¨¦tica de la Universidad de Barcelona, ¡°se necesita tiempo para generar conocimiento y aplicarlo para desarrollar tratamientos e intervenciones que puedan ser eficaces¡±. Las tecnolog¨ªas no son ni buenas ni malas ni neutrales, y en muchos casos depende del uso que se les d¨¦ o se les permita.
Por eso son importantes los debates en los que nos hallamos; son un ejercicio indispensable del que debemos aprender para poder replicar en el futuro en el marco de otras tecnolog¨ªas y de la digitalizaci¨®n en Europa. Es necesario que se pueda auditar de una manera transparente una tecnolog¨ªa en cada parte de su dise?o. Tenemos que poder mirar debajo de la piel del ecosistema digital para conocer qu¨¦ intereses y objetivos se encuentran detr¨¢s y qu¨¦ efectos o da?os pueden provocar en la sociedad. Y esto deber¨ªamos exigirlo hoy en tiempos de pandemia, pero tambi¨¦n ma?ana.
Al mismo tiempo, debemos ser conscientes de que la tecnolog¨ªa no ofrece soluciones milagrosas; el tecno-optimismo nos hace correr el riesgo de ser acr¨ªticos con los procesos tecnol¨®gicos; estas herramientas no tienen por qu¨¦ darnos siempre la respuesta adecuada. Siguiendo el ejemplo de las aplicaciones de contact tracing, desconocemos actualmente si funcionar¨¢n o de si las usar¨¢ la gran parte de la poblaci¨®n. Adem¨¢s, su utilidad puede verse reducida si obviamos otros factores, como la disponibilidad de tests que nos indiquen si una persona est¨¢ o no contagiada. Y precisamente la elaboraci¨®n de tests fiables no es tan f¨¢cil como nos quieren hacer ver, ni su uso est¨¢ lo suficientemente extendido.
El factor humano sigue siendo igual de inexcusable a la hora de encontrar e imaginar respuestas pol¨ªticas en nuestras sociedades. Y la reflexi¨®n sobre la relaci¨®n entre la tecnolog¨ªa y lo social debe ser algo que quede anclado en cualquier implementaci¨®n tecnol¨®gica, y para ello, debemos apostar por la interdisciplinariedad y diversidad en los equipos que las desarrollan en cada parte del proceso, y asegurarnos de establecer unos principios ¨¦ticos a seguir y preservar.
Para que estas discusiones sean posibles, para seguir complejizando el ecosistema digital, la ciudadan¨ªa tiene que tener la capacidad de tomar decisiones sin que la tecnolog¨ªa le sea impuesta. La participaci¨®n no puede limitarse al uso o al no uso de un determinado dispositivo. Por eso, es urgente la alfabetizaci¨®n digital y medi¨¢tica continua, como la que se trabaja en el Plan de acci¨®n de educaci¨®n digital de la Comisi¨®n Europea, para evitar desigualdades y exclusiones, y potenciar el conocimiento sobre los datos.
El di¨¢logo es m¨¢s necesario que nunca, y en ¨¦l deben tomar parte todos los actores sociales. Solo as¨ª conseguiremos salir de la crisis del COVID-19, y lo haremos mejores, poniendo los cimientos de la sociedad que queremos en el futuro.
Lina G¨¢lvez Mu?oz es europarlamentaria del grupo S&D y catedr¨¢tica de Historia Econ¨®mica.
Gema Valencia es periodista e investigadora doctoral.
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