El ordenador que miles de yugoslavos construyeron en sus casas
La pasi¨®n por lo retro reaviva el inter¨¦s por Galaksija, cuyo inventor explic¨® c¨®mo montar pieza a pieza en una revista en los a?os ochenta
En la Yugoslavia socialista, en los a?os ochenta, obtener un ordenador Commodore o un Spectrum para uso personal era pr¨¢cticamente imposible. Las importaciones por valor superior a 1.500 dinares (menos de 100 euros de hoy) estaban prohibidas y en el mercado negro solo se encontraban por el equivalente a muchos meses de salario. Voja Antonic era entonces joven, pero ya un ingeniero inform¨¢tico serbio relativamente reputado (hab¨ªa dise?ado un sistema de cronometraje que se empleaba en competiciones de esqu¨ª) cuando en 1983, durante un viaje a la costa de Montenegro, se le ocurri¨® construir un ordenador usando el software en la CPU para generar la imagen, en vez del elemento que m¨¢s encarec¨ªa el ordenador: el procesador gr¨¢fico y su interface. El cambio no solo abarataba enormemente el proceso, sino que facilitaba que cada persona comprase las piezas por separado y lo confeccionase en su casa. Antonic explic¨® paso a paso c¨®mo montar un Galaksija, como fue bautizado, en una revista en 1984. La publicaci¨®n cuadruplic¨® su tirada y se calcula que entre 8.000 y 10.000 personas hicieron uno con sus manos. Casi tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, la pasi¨®n por lo retro y el valor de la iniciativa -en cierto modo pionera del c¨®digo abierto- han reavivado el inter¨¦s por Galaksija y el efecto que tuvo en la ¨¦poca: inspira un documental y hay un par de ejemplares expuestos en los museos de Ciencia y Tecnolog¨ªa de Belgrado y de Historia de los Ordenadores, situado entre las sedes de Microsoft y Google en Silicon Valley.
¡°Ten¨ªa que ser el ordenador m¨¢s barato y simple posible. Que funcionase nada m¨¢s construirse, sin necesidad de conocimientos ni de efectuar ajustes. Era bastante lento, ya que dedicaba un 75% del tiempo de procesamiento a generar la se?al de v¨ªdeo. Pero no mucha gente sab¨ªa entonces sobre ordenadores y casi nadie se daba cuenta. En aquella ¨¦poca, los ordenadores eran algo m¨ªstico, y no aparatos dom¨¦sticos, como ahora¡±, recuerda hoy Antonic desde California, donde reside desde hace tres a?os y, a sus 68 a?os, a¨²n trabaja como ingeniero inform¨¢tico.
En parte fue cuesti¨®n de suerte. Galaksija, la revista yugoslava divulgativa de ciencia y ciencia ficci¨®n de la que tom¨® el nombre el nuevo ingenio, acababa de publicar un art¨ªculo sobre ordenadores. Un lector pidi¨® que dedicasen un monogr¨¢fico al tema. El director accedi¨® con poca fe. Justo por aquellos d¨ªas Antonic andaba con su proyecto y convers¨® con el encargado de gestionar el especial. Acordaron que el grueso del monogr¨¢fico fuese una explicaci¨®n, en profundidad y con gr¨¢ficos, del proceso de construcci¨®n. Galaksija sol¨ªa tirar 30.000 ejemplares. El especial Racunari u vasoj kuci (¡°Ordenadores en tu casa¡±) vendi¨® 120.000 y la redacci¨®n recibi¨® 3.000 cartas de lectores relatando entusiasmados que hab¨ªan montado su propio PC.
¡°Solo conten¨ªa 14 chips generales, salvo el procesador y la memoria. No hab¨ªa entonces chips especializados con sistema integrado y el t¨ªpico ordenador de ocho bites de aquella ¨¦poca ten¨ªa m¨¢s de cien, sino cientos, de chips¡±, cuenta su creador. Las piezas se pod¨ªan adquirir en una tienda de piezas radiof¨®nicas, pedir del extranjero (por separado ya quedaban por debajo del tope de importaci¨®n) o gestionar a trav¨¦s del equipo de una extinta publicaci¨®n inform¨¢tica. ¡°Lo que no era f¨¢cil de resolver era el problema de la instalaci¨®n de software, conocido entonces simplemente como programaci¨®n EPROM, as¨ª que constru¨ª un programador r¨¢pido EPROM que pod¨ªa copiar una tanda de cinco EPROM a la vez. Los lectores mandaban sus EPROM a la editorial, yo iba una vez por semana con el programador y en poco tiempo quedaban programados cientos de EPROM¡±, explica Antonic.
Tres ¨®rdenes
Galaksija ten¨ªa la capacidad de almacenamiento que hoy requiere un e-mail (4K) y 6K de memoria RAM. Necesitaba casetes para almacenamiento y solo produc¨ªa tres mensajes de error: ¡°?qu¨¦?¡±, si el c¨®digo conten¨ªa un error sint¨¢ctico; ¡°?c¨®mo?¡±, si no reconoc¨ªa la orden; y ¡°lo siento¡±, cuando superaba la memoria. Su aparici¨®n supuso, sin embargo, una aut¨¦ntica revoluci¨®n para la juventud yugoslava en un momento de incertidumbre tras la muerte de Tito pocos a?os antes. Bruno Jakic, experto bosnio en inteligencia artificial y autor de un art¨ªculo acad¨¦mico sobre el caso de Galaxija y su impacto en los ochenta, cuenta c¨®mo el incipiente mundo de los ordenadores estaba muy conectado a una subcultura musical ligeramente disidente, pero no lo suficientemente pol¨ªtica como para inquietar a un r¨¦gimen que era autoritario pero aplicaba niveles de represi¨®n notablemente inferiores a los de la URSS -con la que Yugoslavia rompi¨® relaciones en 1948- y los pa¨ªses de la ¨®rbita sovi¨¦tica.
¡°Esta gente ten¨ªa por una parte el lado nerd de los ordenadores y por otro estaban muy involucrados en la m¨²sica de la Nueva Ola¡±, explica por videoconferencia desde ?msterdam. Una de las principales personalidades de ese grupo era un piloto y pinchadiscos que ten¨ªa en Belgrado un programa radiof¨®nico de m¨²sica, Ventilador 202, el que mezclaba los ¨¦xitos de la ¨¦poca con demos de grupos que comenzaban. Se le ocurri¨® entonces comenzar a emitir software para que cada oyente en su casa lo grabase y utilizase en su Galaksija. ¡°Esto permit¨ªa a otra gente con ciertos conocimientos inform¨¢ticos adaptar lo que recib¨ªan, ampliarlo y hac¨¦rselo llegar a la radio, como juegos -en los que cada uno a?ad¨ªa un nivel- o una especie de revista digital, que habr¨ªa sido considerada bastante subversiva¡±, a?ade Jakic. Quienes ten¨ªan ciertos conocimientos de inform¨¢tica adaptaban el Galaksija para poder utilizarlo como secuenciador musical o caja de ritmos en sus grupos de m¨²sica.
Para 1987 ya hab¨ªan sido retiradas muchas de las trabas a la importaci¨®n y la gente prefiri¨® adquirir ordenadores construidos en el exterior, m¨¢s r¨¢pidos y asequibles que antes. Tras a?os sin entender el potencial de la inform¨¢tica, el Estado yugoslavo empez¨® entonces a fabricarlos para las escuelas. Poco despu¨¦s, en 1989 y con el pa¨ªs envuelto en una crisis que acabar¨ªa poco despu¨¦s en su desintegraci¨®n en una d¨¦cada de guerras sucesivas, Galaksija ¡°se convirti¨® en demasiado d¨¦bil incluso para ser usado solo como herramienta educativa¡± y ¡°muri¨® como fen¨®meno de masas¡±, apunta Jakic.
Hoy, Yugoslavia no existe, los ordenadores tienen millones de bytes y el c¨®digo abierto parece un acto de militancia, pero Antonic quita hierro a su invenci¨®n y a su car¨¢cter colectivo y ajeno al mainstream: ¡°No fue ideol¨®gico, ni siquiera una elecci¨®n. Simplemente construyes algo, te enamoras de ello (lo hago con cada uno de mis proyectos) y, naturalmente, quieres ense?ar a todo el mundo el objeto de tu amor¡±.
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