Contra la cultura del zasca
La obsesi¨®n por zanjar una discusi¨®n con una frase cortante, que humille al otro y obtenga el aplauso de las masas en las redes, es un mal simulacro del aut¨¦ntico debate.
Nunca olvido una cara, pero en su caso, estar¨¦ encantado de hacer una excepci¨®n¡±. Lo dec¨ªa Groucho Marx en Sopa de ganso, y hoy podr¨ªa ser catalogado entre los mejores zascas. Pero, lamentablemente, no todos tienen el ingenio del genial c¨®mico, tampoco el de G¨®ngora y Quevedo cuando se cruzaban (con sa?a) poemas insultantes. El zasca ¡ªrespuesta cortante, chasco o escarmiento, seg¨²n el Diccionario¡ª se ha convertido en el bot¨ªn m¨¢s suculento para nuestro ego en las redes sociales. Para eso los 280 caracteres de un tuit son demasiados: cuanto m¨¢s seca y concisa sea una pulla, m¨¢s demoledora resulta y m¨¢s likes se llevar¨¢.
Alg¨²n zasca tuitero puede ser ingenioso, aunque no es lo com¨²n. En todo caso su fin es bastardo: ganar el combate por KO, lograr la humillaci¨®n del otro, que su autor se lleve muchos aplausos y el derrotado salga con el rabo entre las piernas, vapuleado adem¨¢s por los seguidores del primero. Para cazar a la presa hace falta agarrarse a un desliz, a una frase fuera de su contexto, a una incorrecci¨®n o incoherencia. Nada que ver con la aut¨¦ntica conversaci¨®n, que exige hacer un esfuerzo honesto por entender los argumentos del otro, sin que eso signifique renunciar a los propios.
Es sabido que Twitter es territorio salvaje: ah¨ª cabe el di¨¢logo constructivo y la reflexi¨®n inteligente, claro, pero abundan la ira, las mentiras y las campa?as de linchamiento. En realidad, lo que m¨¢s puede perjudicar al tuitero no son los trolls, ni los bots, siendo ambos una plaga insoportable, sino el aplauso de los suyos. Porque uno se viene arriba sin darse cuenta de que se jalean m¨¢s los mensajes cuanto m¨¢s simples, agresivos y sectarios. Confundimos tener raz¨®n con tener mucho eco en nuestra burbuja de seguidores, es decir, entre los que ya tend¨ªan a opinar lo mismo.
Un efecto secundario del zasca es servir de alimento a la prensa populista, esa que se dedica a alentar la polarizaci¨®n pol¨ªtica que nos corroe dando resonancia a las trifulcas tuiteras. Narradas con un lenguaje propio del boxeo o la lucha libre: ¡°El ¨¦pico zasca de¡ contra¡¡±; ¡°el zasca que dej¨® KO a¡¡±; ¡°las redes se chotean de¡¡±; ¡°lluvia de zascas a¡¡±; ¡°el zasca que dio en toda la boca a¡¡±. Ejemplos reales que cuesta muy poco encontrar.
Esta sociedad donde se da tanta importancia a mensajes cortos y demag¨®gicos, donde se renuncia al gris, al matiz y a la complejidad, recuerda a una escena de otra pel¨ªcula, Primera Plana, esa s¨¢tira del sensacionalismo del gran Billy Wilder. El director de un diario abronca a uno de sus periodistas: ¡°?Lo dice en el segundo p¨¢rrafo? ?Qui¨¦n demonios se lee el segundo p¨¢rrafo?¡±. El debate p¨²blico no cabe en un p¨¢rrafo. Mucho menos en un zasca.
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