La excepci¨®n europea: ?por qu¨¦ la UE se est¨¢ blindando contra las tecnol¨®gicas?
Bruselas quiere limitar los efectos adversos de la inteligencia artificial y que sus ciudadanos no sufran los abusos monopol¨ªsticos de las grandes empresas
¡°?A qui¨¦n tengo que llamar si quiero hablar con Europa?¡±, se pregunt¨® sarc¨¢sticamente Henry Kissinger, entonces secretario de Estado del presidente Richard Nixon, para caricaturizar la compleja estructura organizativa de una Uni¨®n Europea en plena construcci¨®n. Con el paso de los a?os, los estadounidenses aprendieron que hay un tel¨¦fono que les conviene tener bien anotado: el del comisario de Competencia. Esta figura clave toma decisiones trascendentales, como aprobar o impedir fusiones (...
¡°?A qui¨¦n tengo que llamar si quiero hablar con Europa?¡±, se pregunt¨® sarc¨¢sticamente Henry Kissinger, entonces secretario de Estado del presidente Richard Nixon, para caricaturizar la compleja estructura organizativa de una Uni¨®n Europea en plena construcci¨®n. Con el paso de los a?os, los estadounidenses aprendieron que hay un tel¨¦fono que les conviene tener bien anotado: el del comisario de Competencia. Esta figura clave toma decisiones trascendentales, como aprobar o impedir fusiones (en 2001 par¨® la de las estadounidenses GE y Honeywell) y multar a compa?¨ªas por abuso de posici¨®n de poder, como los 2.420 millones de euros reclamados a Google el a?o pasado. El sector tecnol¨®gico est¨¢ en el punto de mira de Bruselas. Tanto por las tremendas cifras que mueve como por la escasa regulaci¨®n que le rodeaba hasta ahora.
No es casualidad que la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, lleve en su cargo la postilla ¡°vicepresidenta de la Comisi¨®n para la Europa de la Era Digital¡±. La UE se est¨¢ tomando muy en serio la construcci¨®n de un modelo ¨²nico en el mundo, uno en el que las garant¨ªas de privacidad y de respeto al usuario est¨¦n por encima del resto de intereses. Si eso implica limitar el uso de alguna tecnolog¨ªa, se har¨¢; si se tiene que poner coto a empresas, tambi¨¦n. Si gigantes como Meta (la antigua Facebook) amenazan con irse del continente en caso de que no se atiendan sus peticiones, se les contesta con firmeza. ¡°Estoy en Instagram. Si deja de funcionar ganar¨¦ 10 o 20 minutos al d¨ªa¡±, dijo la propia Vestager. Europa est¨¢ enviando un mensaje: la ley de la selva no funciona en territorio comunitario.
El despliegue normativo con el que la UE quiere desarrollar este escudo de protecci¨®n frente al poder de las grandes tecnol¨®gicas tiene por ahora tres patas. La primera de ellas, el Reglamento General de Protecci¨®n de Datos (RGPD), entr¨® en vigor en 2018. La segunda, el paquete compuesto por el Reglamento de Servicios Digitales (DSA) y el Reglamento de Mercados Digitales (DMA), se acord¨® hace dos semanas y est¨¢ pendiente de peque?os tr¨¢mites. La tercera, el Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial, se est¨¢ discutiendo ahora mismo y, previsiblemente, estar¨¢ lista a lo largo del a?o que viene.
1. Defensa de la privacidad de los datos
El RGPD establece un principio fundamental tan sencillo como in¨¦dito en el resto mundo: los ciudadanos tienen derecho a saber qu¨¦ datos se recogen de ellos. Las empresas deber¨¢n pedir permiso para recopilar informaci¨®n y tendr¨¢n que decir para qu¨¦ la quieren usar.
Ning¨²n otro pa¨ªs o uni¨®n de pa¨ªses ha implementado hasta ahora una regulaci¨®n tan ambiciosa. Eso ha provocado tensiones con algunas grandes empresas estadounidenses, las dominadoras del mercado tecnol¨®gico. Como Google, Facebook o Apple alojan los datos de sus usuarios en EE UU, pa¨ªs con una normativa m¨¢s laxa, Bruselas ha exigido que se garantice que los datos de sus ciudadanos se tratar¨¢n de acuerdo con los est¨¢ndares de protecci¨®n europeos. Pese a que en un primer momento en EE UU se vio el RGPD como un ejemplo de la legendaria sobrerregulaci¨®n europea, el Estado de California aprob¨® hace poco una normativa casi id¨¦ntica. Hay voces en Washington que abogan por replicar la norma europea a escala federal.
A pesar de llevar cuatro a?os en vigor, la aplicaci¨®n del RGPD todav¨ªa no es exhaustiva. El Supervisor Europeo de Protecci¨®n de Datos ha dicho que las propias instituciones europeas incumplen algunos de los preceptos. Con todo, se considera la norma m¨¢s avanzada de su tipo y fue la primera se?al inequ¨ªvoca de que Bruselas estaba resuelta a abordar con firmeza los efectos de la digitalizaci¨®n.
Pero la UE es un organismo vivo. No hay nada escrito en piedra. Prueba de ello es que hay sectores que abogan por deshacer el RGPD. ¡°Deber¨ªamos modernizar la norma. Los algoritmos son buenos solo si trabajan con buenos datos. Necesitamos un cambio de mentalidad: si no se deja que se procesen datos personales, no avanzaremos¡±, explica a este peri¨®dico el eurodiputado alem¨¢n Axel Voss, del Partido Popular Europeo (PPE). El veterano pol¨ªtico de la CDU cree que la mirada de Europa debe ser ¡°menos restrictiva y m¨¢s abierta¡±. O dicho de otra forma: si queremos que surjan empresas tecnol¨®gicas europeas hay que poner menos l¨ªmites a su capacidad para tratar datos personales sensibles.
2. Transparencia y rendici¨®n de cuentas
El equilibrio para proteger los derechos de los ciudadanos sin cortar las alas a la innovaci¨®n no es sencillo. Es uno de los puntos de fricci¨®n entre las dos grandes familias pol¨ªticas europeas, las que negocian las grandes normativas comunitarias: conservadores y socialistas. El Reglamento de Servicios Digitales (DSA), acordada hace dos semanas por el Parlamento Europeo y el Consejo y que previsiblemente entrar¨¢ en vigor en 2024, establece una serie de medidas de transparencia a las empresas. Estas tendr¨¢n que cumplir una serie de requisitos, como abrir sus algoritmos y someterlos a auditor¨ªas para comprobar que no se discrimine a ning¨²n colectivo o retirar r¨¢pidamente los contenidos ilegales que se difundan a trav¨¦s de ellas. ¡°Lo que es ilegal offline tambi¨¦n lo ser¨¢ online¡±, proclam¨® Vestager a modo de resumen cuando se cerr¨® el acuerdo de la DSA.
Consensuada en marzo, el Reglamento de Mercados Digitales (DMA) tiene como objetivo acabar con los monopolios de las big tech. La norma se centra en empresas digitales con una facturaci¨®n anual superior a los 8.000 millones y un valor burs¨¢til de m¨¢s 80.000 millones. Esas condiciones las re¨²nen Meta, Amazon, Alphabet (matriz de Google), Apple y Microsoft, adem¨¢s de alguna compa?¨ªa china como Alibaba y la estadounidense SAS.
Las grandes tecnol¨®gicas prefieren mantener un perfil bajo hasta que sendas directivas sean una realidad. Preguntadas por EL PA?S sobre sus primeras impresiones, Meta y Apple prefieren no hacer comentarios. ¡°Acogemos con satisfacci¨®n los objetivos de la DSA. A medida que la ley se vaya ultimando y aplicando, los detalles importar¨¢n. Esperamos trabajar con los legisladores para conseguir los detalles t¨¦cnicos restantes para garantizar que la ley funcione para todos¡±, dice un portavoz de Google. Desde Amazon y Microsoft remiten a comentarios no oficiales de portavoces en los que se congratulan de que se refuerce la protecci¨®n de los consumidores europeos tanto frente a las grandes empresas como a las peque?as.
3. Acotar los usos de la inteligencia artificial
El tercer pilar, en plena construcci¨®n, es el Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial (IA). Este documento, cuya aprobaci¨®n est¨¢ prevista para el a?o que viene, ordenar¨¢ los usos de una tecnolog¨ªa que la UE considera fundamental para la competitividad, pero tambi¨¦n es consciente de que hay que limitar sus usos m¨¢s lesivos.
La negociaci¨®n de este apartado no est¨¢ siendo sencilla. Esta semana se ha aprobado en Estrasburgo un informe especial sobre IA que fija la posici¨®n del Parlamento Europeo de cara a las conversaciones entre los grupos pol¨ªticos que ya est¨¢n en marcha en la discusi¨®n de enmiendas al borrador de reglamento. En el documento se recomienda aumentar las inversiones hasta los 20.000 millones anuales, pero tambi¨¦n se incide en que hay que controlar los efectos adversos de la IA con un enfoque de riesgos propuesto por la Comisi¨®n. Las inofensivas pueden operar sin problemas, pero seg¨²n aumenten sus peligros potenciales son sometidas a m¨¢s controles o hasta virtualmente prohibidas.
Entrar¨ªan en este ¨²ltimo cap¨ªtulo el reconocimiento facial en espacios p¨²blicos, excepto por ¡°razones de seguridad nacional¡±, las que traten con informaci¨®n m¨¦dica o las armas aut¨®nomas que no tengan ning¨²n control humano en el proceso. ¡°Estamos de acuerdo con la aproximaci¨®n de evaluaci¨®n de riesgos de las tecnolog¨ªas, pero creemos que hay que incluir m¨¢s medidas de transparencia y explicar bien c¨®mo se usan los datos recogidos¡±, subraya Alex Agius Saliba, eurodiputado del grupo Socialistas y Dem¨®cratas y muy activo en asuntos tecnol¨®gicos. ¡°Tambi¨¦n queremos que se den las garant¨ªas necesarias para demostrar que las bases de datos en las que se apoyen estas herramientas no generen discriminaciones por g¨¦nero, raza o renta¡±, a?ade.
La negociaci¨®n del determinante reglamento de la IA tiene varios puntos calientes. Uno de los principales es qu¨¦ hacer con el reconocimiento facial, una aplicaci¨®n ¨²til para unos y paradigm¨¢tica del Estado de la vigilancia para otros. Los Verdes abogan por su prohibici¨®n sin condiciones. Los populares no le tienen tanto miedo: ¡°Deber¨ªamos ser abiertos. Se puede usar el reconocimiento facial respetando la privacidad de la gente¡±, opina Voss, del PPE.
La postura intermedia, la que se ha impuesto por el momento, es la de los socialistas. ¡°Yo no soy partidario de la prohibici¨®n de las herramientas: creo que hay que acotar muy bien qui¨¦n las puede usar y para qu¨¦¡±, ilustra el eurodiputado por el PSOE Ib¨¢n Garc¨ªa del Blanco. ¡°Cuando hay probabilidades de que alg¨²n derecho fundamental decaiga por un inter¨¦s p¨²blico mayor, tiene que haber un control judicial. Igual que, para entrar en un domicilio, la polic¨ªa necesita una orden¡±.
Otro elemento que todav¨ªa no se ha acordado es el de la gobernanza. Los socialistas defienden la creaci¨®n de una especie de agencia europea de la IA que vele por el buen uso de los algoritmos; los populares no ven necesidad de ello. De lo que acuerden unos y otros depender¨¢ el futuro m¨¢s inmediato.
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