Se acab¨® la fiesta: el fin del subsidio al consumidor milenial
El sector tecnol¨®gico no es ajeno a la debacle que sufren nuestras econom¨ªas. El mensaje es claro: es tiempo de ahorrar, de ser productivos. El que siga quemando dinero no saldr¨¢ en la foto
¡°Todas las imprentas de Alemania est¨¢n imprimiendo billetes de banco para el Reichsbank, trabajando 24 horas al d¨ªa. Todos ustedes est¨¢n pagando a sus empleados dos veces al d¨ªa, a fin de que puedan correr a las tiendas y comprar algo antes de que ese dinero pierda su valor unas horas m¨¢s tarde. Y ahora llegamos al punto de que, sencillamente, no se acepta el marco¡±. As¨ª retrataba Arthur R.G. Solmssen en Una princesa en Berl¨ªn los estragos de la hiperinflaci¨®n que arras¨® Aleman...
¡°Todas las imprentas de Alemania est¨¢n imprimiendo billetes de banco para el Reichsbank, trabajando 24 horas al d¨ªa. Todos ustedes est¨¢n pagando a sus empleados dos veces al d¨ªa, a fin de que puedan correr a las tiendas y comprar algo antes de que ese dinero pierda su valor unas horas m¨¢s tarde. Y ahora llegamos al punto de que, sencillamente, no se acepta el marco¡±. As¨ª retrataba Arthur R.G. Solmssen en Una princesa en Berl¨ªn los estragos de la hiperinflaci¨®n que arras¨® Alemania entre 1923 y 1924 y que dej¨® entre sus consecuencias el nacimiento del partido Nazi. El 1 de noviembre de 1923, en Alemania, una libra de pan costaba 3.000 millones de marcos, una libra de carne 36.000 millones, y un vaso de cerveza 4.000 millones. El 20 de noviembre de 1923, el cambio en el mercado negro era de 11.000.000.000.000 de marcos por d¨®lar. El cambio en el mercado oficial era, solamente, de 4.200.000.000.000 de marcos. Los billetes hab¨ªan perdido tanto su valor que se utilizaban como papel pintado. El precio que llevaban estampados los sellos de correos adheridos a las cartas de los bancos cancelando las cuentas de los ahorros de toda una vida era superior a su saldo. Para que nos hagamos una idea, ese a?o se emitieron sellos de hasta 10.000 millones de marcos que se pod¨ªan pagar con billetes de 5.000 millones, 50.000 millones, 500.000 millones, cinco billones o 50 trillones.
La inflaci¨®n es corrosiva. Se lleva por delante no solo la riqueza de las familias, sino los ideales altruistas de cualquier sociedad que se crea, hasta ese momento, civilizada. Hace desaparecer las expectativas sobre el futuro y, aunque se llegue a recuperar la estabilidad, sus efectos se quedan m¨¢s tiempo de lo deseable. La coincidencia con el a?o de la hiperinflaci¨®n alemana hace que su presencia en este 2022 ya extenuado y extenuante sea especialmente ominosa.
El sector tecnol¨®gico, intensivo en energ¨ªa y capital a granel, no iba a ser ajeno a la debacle que sufren nuestras econom¨ªas. Para explicarlo en t¨¦rminos muy simples, una receta cl¨¢sica para reducir la inflaci¨®n es aumentar los tipos de inter¨¦s, algo que ya ha hecho la Reserva Federal de EE UU y el Banco Central Europeo (creado, por cierto, con la idea nuclear de controlar la inflaci¨®n). Esta medida hace que el dinero deje de ser barato, se ¡°retira¡± del mercado y pasa a posiciones m¨¢s conservadoras. Con rendimientos negativos y con el dinero gratis, los fondos de inversi¨®n en tecnol¨®gicas han gastado con alegr¨ªa sus recursos y han regado el sector tecnol¨®gico de miles de millones de d¨®lares que las startups no ten¨ªan por qu¨¦ devolver. Los inversores contaban con que un 95% de los proyectos ser¨ªan un fracaso, pero que con el 5% restante compensar¨ªan las p¨¦rdidas y conseguir¨ªan beneficios. Si a un mercado ya recalentado como el tecnol¨®gico le damos otra vuelta de sart¨¦n con el El Dorado digital que gener¨® la Covid, tenemos un mercado fr¨¢gil al que cualquier golpe de viento se lo puede llevar por delante.
Y Combinator, la incubadora de startups m¨¢s famosa de Silicon Valley, que ha dado a luz a empresas de la talla de Airbnb, Coinbase, Stripe Dropbox, o Twitch, solt¨® la bomba en un correo que envi¨® a sus ¡°fundadores¡± advirti¨¦ndoles de que ¡°las cosas no pintan bien¡±. Les aconseja, lo que viniendo de tu socio es m¨¢s una orden, que se preparen para lo peor, recortando gastos y mejorando su flujo de caja, aceptando el dinero que les den en las rondas que queden sin ponerse tiquismiquis porque ser¨¢n las ¨²ltimas y dej¨¢ndose de promesas, haciendo de una vez rentables sus compa?¨ªas. Por si les quedaba alguna duda, Y Combinator les recuerda que la responsabilidad de la viabilidad de sus compa?¨ªas recae sobre ellos y que de c¨®mo se comporten en esta tesitura depender¨¢ su prestigio futuro en la captaci¨®n de fondos. Sequoia Capital reuni¨® a sus fundadores a trav¨¦s de Zoom para abordar este ¡°momento crucial¡± en el que ¡°el coste del capital ha aumentado radicalmente¡± y el Fondo Craft Ventures organiz¨® otra reuni¨®n, en la que aconsejaba a sus participadas que si ten¨ªan opci¨®n, mejor crecer lentamente que pedir dinero. El mensaje es claro: es tiempo de dejar de contratar, de ahorrar, de ser productivos. El que siga quemando dinero no saldr¨¢ en la foto.
Los efectos de la sequ¨ªa de dinero ya se aprecian con toda nitidez. Primero, en las propias empresas del sector. Substack, tras no conseguir completar una ronda de financiaci¨®n (intent¨® recaudar entre 75 y 100 millones de d¨®lares sin ¨¦xito, despu¨¦s de haberse fundido los 86 millones de d¨®lares que hab¨ªa conseguido en las tres rondas anteriores), ha despedido al 14% de su plantilla. Musk, poco antes de dejar plantado a Twitter, anunci¨® que estaba considerando despedir a 10.000 trabajadores de Tesla a ra¨ªz de un ¡°presentimiento supermalo¡± que hab¨ªa tenido sobre la econom¨ªa. Un visionario nuestro Elon. Hasta Mark Zuckerberg se une al corifeo de la crisis. En una reuni¨®n interna, Zuckerberg advirti¨® a sus trabajadores de que Meta se enfrentaba a una de las ¡°peores recesiones que hemos visto en la historia reciente¡±, que conllevar¨ªa reducciones de nuevas contrataciones e incentivos, as¨ª como mayores controles de rendimiento. ¡°Algunos de vosotros pod¨¦is decidir que Meta no es vuestro sitio y esta autoselecci¨®n me parece bien¡±, dijo Zuckerberg en la videollamada. ¡°Siendo realistas, probablemente haya un mont¨®n de gente en la empresa que no deber¨ªa estar aqu¨ª¡±, concluy¨®.
Esta escasez y necesidad de rentabilidad, junto con el impacto en el desempleo, lleva aparejada lo que Derek Thompson, periodista de The Atlantic, ha llamado el fin del subsidio al consumidor milenial. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la subvenci¨®n, un usuario estadounidense que en 2019 hubiera usado Casper, Peloton, WeWork, DoorDash, Lyft, Blue Apron, y Postmates, habr¨ªa tratado con ocho empresas con p¨¦rdidas sumadas de alrededor de 15.000 millones de d¨®lares solo en un a?o. Eso quiere decir que, si los servicios se prestaran a su precio real o dejaran de ser gratuitos al quitarles las hormonas de los fondos de capital riesgo, los mileniales ver¨ªan encarecerse su modo de vida hasta tal punto que no se lo podr¨ªan permitir en los t¨¦rminos actuales. M¨¢s madera a una inflaci¨®n desbocada y m¨¢s frustraci¨®n, en definitiva, para una sociedad carbonizada. Esperemos que no sigamos copiando, a?o por a?o, los eventos del siglo XX.
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