¡°Tengo 30 a?os y echo de menos al viejo internet. Manda la gente guapa, como en todas partes¡±
La periodista Marie Le Conte publica un libro donde describe con nostalgia c¨®mo la Red era mejor en el cambio de siglo: sin m¨®viles, sin redes, sin influencers
Internet cambia tan r¨¢pido que ya hay gente de 30 a?os que recuerda con nostalgia otra era. La periodista franco-marroqu¨ª Marie Le Conte ha escrito un libro de 300 p¨¢ginas para lamentar esos cambios. Se titula Escape. C¨®mo una generaci¨®n dio forma, destruy¨® y sobrevivi¨® a internet (de momento solo en ingl¨¦s). Le Conte ha analizado los cambios de internet entre las dos primeras d¨¦cadas del siglo XXI.
El resultado es una ¨²til historia cultural de la Red: ¡±Internet es como un viejo gran bar. Lo descubres p...
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Internet cambia tan r¨¢pido que ya hay gente de 30 a?os que recuerda con nostalgia otra era. La periodista franco-marroqu¨ª Marie Le Conte ha escrito un libro de 300 p¨¢ginas para lamentar esos cambios. Se titula Escape. C¨®mo una generaci¨®n dio forma, destruy¨® y sobrevivi¨® a internet (de momento solo en ingl¨¦s). Le Conte ha analizado los cambios de internet entre las dos primeras d¨¦cadas del siglo XXI.
El resultado es una ¨²til historia cultural de la Red: ¡±Internet es como un viejo gran bar. Lo descubres por accidente, ves que es maravilloso, se lo dices a tus amigos, que se lo dicen a lo suyos, las bebidas se vuelven m¨¢s caras, se llena cada noche y sientes que era grande porque casi nadie lo conoc¨ªa¡±, escribe. Ahora sigue en ese bar, entretenida, pero sentada en una esquina, m¨¢s sola.
EL PA?S ha hablado por videoconferencia con Le Conte, que vive en Londres desde 2009, donde trabaja en periodismo pol¨ªtico. Su vida en internet empez¨® centrada en blogs sobre m¨²sica indie. La red se convirti¨® un lugar an¨®nimo donde encontrar amigos, cierta fama y hasta sexo. Hoy, aquel desorden ha desaparecido en favor de algoritmos, influencers y un consumo m¨¢s pasivo. Todo esto no implica que la periodista haya huido. Internet sigue siendo ¡°mi casa¡±, dice, pero ya no es un espacio ¨ªntimo y acogedor, sino ¡°plano, aburrido y sin vida¡±. Internet no era la vida real y ahora ya s¨ª. En su conversaci¨®n con este peri¨®dico, Le Conte explic¨® algunos de los puntos m¨¢s importantes de su libro.
1. La nostalgia por el lugar de los frikis
¡°He identificado dos per¨ªodos de internet¡±, explica Le Conte, ¡°en mis a?os de formaci¨®n era en gran medida un lugar para personas que no eran muy avispadas en la vida real: eran muy raros, no ten¨ªan muchos amigos y sus pasatiempos eran extra?os¡±. La autora se incluye en esa lista: ¡°As¨ª que todos terminamos en ese espacio diferente porque en la vida real no nos estaba yendo bien¡±, a?ade.
Esos a?os fueron para una microgeneraci¨®n nacida entre 1985 y 1995 aproximadamente. Fueron los que compartieron adolescencia con la Red, creada en 1989. Ya era un lugar popular, ya exist¨ªan incluso Amazon, Google y nac¨ªa Facebook, pero la vida estaba en foros y blogs que adem¨¢s se le¨ªan solo en el ordenador de casa.
En la segunda d¨¦cada, todo cambi¨®: ¡°La segunda fase comenz¨® probablemente a principios de 2010. Fue cuando literalmente todos los dem¨¢s se nos unieron. De repente, pasar todo el tiempo online se convirti¨® en algo completamente normal¡±, recuerda.
Fue cuando ¡°invadieron¡± el bar. Estar en internet ya no era especial. Esa distinci¨®n entre digital y real se fue reduciendo hasta cero: ¡°La vida real e internet a principios de 2020 finalmente se fusionaron por completo en un solo mundo¡±, dice. Todo lo que ocurre o se dice en internet ya es real, tiene consecuencias en el trabajo o en la vida privada y queda vinculado a tu identidad para siempre.
2. La microgeneraci¨®n afortunada
Una tarde de 2007, con 15 a?os, Le Conte vivi¨® una experiencia ¡°aburrida¡± plenamente del siglo XX. Organiz¨® un concierto con bandas peque?as en su ciudad natal: ¡°Lo que hicimos fue b¨¢sicamente enojar a mi padre al imprimir muchos folletos con su impresora. Luego fuimos a repartirlos por las partes molonas de la ciudad. En ese momento todav¨ªa era la ¨²nica forma de correr la voz¡±, rememora.
Esta era del ¡®streaming¡¯ para la pornograf¨ªa fue un cambio m¨¢s grande que internet en general
La microgeneraci¨®n afortunada de la periodista vio los ¨²ltimos respiros de la era anterior. Adem¨¢s, eran bastante j¨®venes como para usar internet como un laboratorio controlado de adolescencia. Primero, eran an¨®nimos: ¡°Ten¨ªamos esta capacidad infinita de reinventarnos. Debido a la cultura en ese momento, no usabas tu nombre real en l¨ªnea, pero tambi¨¦n pod¨ªas usar seud¨®nimos distintos en MySpace y en un foro en Messenger¡±.
Y segundo, ese anonimato conllevaba que la distancia entre vida digital y real fuera enorme. Nada salpicaba el otro lado: ¡±Hice muchas cosas est¨²pidas online cuando era joven y particip¨¦ en muchas peleas est¨²pidas. Ninguna lleg¨® nunca al mundo real¡±.
A estos dos rasgos online se un¨ªa otro f¨ªsico: el iPhone a¨²n no exist¨ªa o apenas se hab¨ªa desarrollado. Internet era algo que ocurr¨ªa en casa: ¡°Ya ten¨ªa m¨®vil y pod¨ªa enviar mensajes de texto. Pero no ten¨ªa internet. Eso, en retrospectiva, me parece el equilibrio perfecto. Ese es un mundo que realmente echo de menos: tener casi todo de internet, pero tambi¨¦n dejarlo atr¨¢s al salir de la casa¡±, dice.
3. El porno era una trucha congelada
El cap¨ªtulo sobre el descubrimiento del sexo y el porno es quiz¨¢ el que mejor ilustra este salto entre aquel internet y el actual. Con 12 a?os, en 2003, Le Conte y un grupo de amigos jugaron a un concurso para ¡°encontrar el porno m¨¢s raro de internet¡±. Los resultados hoy ser¨ªan imposibles de describir en un peri¨®dico. Pero en la ¨¦poca dieron con v¨ªdeos protagonizados por una trucha congelada, hombres disfrazados de pterod¨¢ctilo (de cintura para arriba) y una cabeza podrida de oveja (la periodista gan¨® con este).
La periodista recuerda aquellos descubrimientos como algo positivo para su formaci¨®n. Le ayud¨® a descubrir ese mundo, con la colaboraci¨®n de su madre, que le respond¨ªa cualquier pregunta que tuviera. No le parec¨ªa una influencia terrible.
Pero mientras escrib¨ªa cambi¨® de opini¨®n. A ella la hab¨ªan asfixiado alguna vez como juego sexual, sin su consentimiento evidente. ¡°El cap¨ªtulo iba a tener una conclusi¨®n positiva, pero observ¨¦ los datos y vi que no pod¨ªa fingir que esto es bueno. Estoy segura de que no es solo la asfixia, son hechos muy extremos que se han vuelto comunes¡±, dice.
Le Conte ve tambi¨¦n una separaci¨®n generacional: ¡°Cuando era ni?a, la pornograf¨ªa estaba en todas partes, pero era en ventanas emergentes o im¨¢genes o v¨ªdeos que tardaban un mill¨®n de a?os en descargarse. Mientras que si hubiera sido cinco a?os m¨¢s joven, de repente todas las p¨¢ginas de pornograf¨ªa estaban ah¨ª. Esta era del streaming para la pornograf¨ªa fue un cambio m¨¢s grande que internet en general, porque el sexo siempre ha estado en internet a lo largo de la historia. Pero ahora es cuesti¨®n de volumen¡±, explica.
4. La llegada de los guapos y cu¨¢ndo cambi¨® todo
La expansi¨®n del porno fue solo un s¨ªntoma. Pero la autora ve varios momentos progresivos y dif¨ªciles de acotar: cuando todos saltamos a Facebook, cuando Tumblr dej¨® de ser una red de nicho. Pero m¨¢s clave fue cuando los blogueros dejaron paso a los influencers. Sobre este paso, Le Conte tiene una teor¨ªa elaborada: ¡°Si eras bloguero lo hac¨ªas porque te gustaba compartir tu vida en exceso y hacer amigos online. Mientras que los influencers quieren dinero, quieren ¨¦xito y fama en la vida real. Esto muestra el cambio en la cultura de internet: de querer escribir mis pensamientos y, con suerte, conseguir algunos seguidores, a ser b¨¢sicamente un fracaso si las grandes marcas de moda no te env¨ªan miles de euros en ropa¡±.
Fue como si internet se volviera la t¨ªpica pel¨ªcula de instituto estadounidense
Pero su hip¨®tesis m¨¢s refinada sobre el momento en que internet se convirti¨® en el mundo real es ¡°cuando llegaron los guapos¡±. ¡±Hay estudios que muestran c¨®mo las personas atractivas tienen una vida m¨¢s agradable. Eso est¨¢ en los datos, no invento nada¡±, asegura. Al principio, en una red pre-Instagram, esta prevalencia no exist¨ªa. ¡°El auge de Instagram marc¨® ese cambio: ¡¯Oh Dios, lo estamos haciendo de nuevo, hemos reinventado que la gente guapa es popular¡¯. Son hombres y mujeres, y son realmente hermosos y aburridos, y fue como si internet se volviera la t¨ªpica pel¨ªcula de instituto estadounidense¡±.
5. El algoritmo es como mi gato
¡°La gente 10 a?os menor ha crecido en un internet que no reconozco¡±, escribe Le Conte: ¡°Lo hablaba con una amiga hace poco y nos sent¨ªamos mayores¡±.
Ella usa Twitter, Instagram, Tumblr y la mayor¨ªa de apps comunes, pero ha marcado TikTok como su frontera: ¡°No me gusta. Nunca voy a tener TikTok en mi tel¨¦fono porque lo intent¨¦ y odio que no permita buscar o ver lo que quieras. Est¨¢ totalmente impulsado por algoritmos. Es incre¨ªblemente frustrante. Yo soy el humano. Puedes sugerirme cosas, pero no puedes dictar lo que veo¡±, dice. El uso m¨¢s habitual de TikTok no se centra en a qui¨¦n sigues o en temas espec¨ªficos preferidos, sino por lo que el algoritmo decide.
Le Conte no quiere que el algoritmo de TikTok decida por ella. En cambio, en el libro explica c¨®mo los algoritmos que recomiendan anuncios u otro contenido han entrado en su vida. Como lectora original de blogs, que depend¨ªan b¨¢sicamente de la voluntad del usuario, ve los motores de recomendaci¨®n controlados por algoritmos como un a?adido innecesario, aunque simp¨¢tico. Para la periodista, su algoritmo es ¡°como un animal de compa?¨ªa¡±.
¡°Soy consciente de que hay gente en Silicon Valley que quiere controlar mis movimientos para venderme cosas, pero est¨¢n lejos y son irrelevantes¡±, escribe. ¡°Mi algoritmo, en cambio, es peque?o y est¨¢ aqu¨ª conmigo; prefer¨ªa mi vida online cuando estaba sola y pod¨ªa decidirlo todo, pero no me han dado opci¨®n. Ahora tengo un compa?ero en mis viajes y me lo tomo como algo personal cuando no me presta atenci¨®n, que es a menudo¡±. Es como su gato, a?ade.
6. Pero internet sigue siendo mi ¨²nica casa
Le Conte no ha aprovechado este discurso para abandonar internet y centrarse en el mundo real. No puede. Sigue siendo su casa, menos agradable, pero ¨²nica. ¡°Todav¨ªa disfruto mucho al pasar b¨¢sicamente todo mi tiempo en internet, aunque tambi¨¦n haya mejorado mi vida en el mundo real. La tensi¨®n para m¨ª est¨¢ entre el hecho de que internet ya no es el hogar que sol¨ªa sentir, pero al mismo tiempo sigue siendo mi hogar y no hay ning¨²n lugar en el que prefiera estar, supongo¡±.
¡°Como espacio no es tan divertido y liberador como sol¨ªa ser, ahora se ha reducido m¨¢s, es m¨¢s plano. Pero sigue siendo, dir¨ªa, al menos para m¨ª, algo que tiene un impacto positivo en mi vida¡±, a?ade.
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