La decisi¨®n judicial que puede poner patas arriba la IA generativa
Un juez federal admite tramitar una demanda colectiva de ilustradores que reclaman el pago de derechos de autor a empresas que han usado su obra para entrenar sus algoritmos
Uno de los grandes problemas no resueltos en torno a la inteligencia artificial generativa tiene que ver con los derechos de autor. Para poder funcionar, estas herramientas necesitan procesar miles de millones de textos, im¨¢genes o v¨ªdeos, de los que luego extraen patrones que les permiten crear ...
Uno de los grandes problemas no resueltos en torno a la inteligencia artificial generativa tiene que ver con los derechos de autor. Para poder funcionar, estas herramientas necesitan procesar miles de millones de textos, im¨¢genes o v¨ªdeos, de los que luego extraen patrones que les permiten crear contenidos aparentemente originales. Muchos creadores y artistas se quejan de que las empresas responsables de los modelos de IA usan su obra sin su consentimiento, o incluso de que reconocen su estilo personal en algunas de las creaciones de estos modelos.
Entre 2022 y 2023, un grupo de programadores, escritores, guionistas y artistas interpusieron cuatro grandes demandas colectivas (class actions, en ingl¨¦s) contra las grandes desarrolladoras de IA generativa, entre ellas Meta, Microsoft u OpenAI. Uno de estos procesos, el iniciado por varios ilustradores, obtuvo hace dos semanas una victoria relevante: el juez del Distrito Norte de California William H. Orrick desestim¨® las alegaciones de las empresas denunciadas ¡ªStability AI, responsable de Stable Diffusion; Runway AI; Deviant Art, y Midjourney¡ª y admiti¨® a tr¨¢mite las principales reclamaciones de los demandantes.
Eso significa que el caso sigue adelante y que entrar¨¢ en la llamada fase de descubrimiento. ¡°Ahora es cuando se nos permite pedir documentos a los acusados y tomar declaraciones o testimonios. Solicitaremos a las empresas que entrenaron los modelos de generaci¨®n de im¨¢genes por IA que aporten informaci¨®n sobre c¨®mo copiaron el trabajo de los demandantes y de qu¨¦ forma la han usado en el desarrollo de sus herramientas¡±, explica a EL PA?S Matthew Butterick, uno de los abogados que lleva esta demanda.
La ilustradora puertorrique?a Karla Ortiz, una de las demandantes, no oculta su euforia. ¡°Ahora somos potencialmente uno de los mayores casos de la historia de infracci¨®n de derechos de autor. ?Estamos emocionados por la siguiente etapa de nuestra lucha!¡±, dijo en redes en cuanto conoci¨® la noticia. Ortiz, cuyos pinceles han contribuido a dar forma a personajes de taquillazos como Thor: Ragnarok, Doctor Strange o Jurassic World y miembro de la junta directiva de la Asociaci¨®n de Arte Conceptual de Estados Unidos, se ha erigido como una de las grandes defensoras de su gremio ante la ola de la IA. ¡°Mi trabajo est¨¢ en riesgo. Consiste en mostrar ideas, y eso ahora lo hacen muy bien las m¨¢quinas. Los artistas no podemos competir contra esas herramientas. Nunca me hab¨ªa preocupado el futuro de mi carrera hasta ahora¡±, dijo a principios de a?o a este peri¨®dico.
Rodrigo Cetina, profesor de Derecho de la Barcelona School of Management, la escuela de negocios de la Universitat Pompeu Fabra, es experto en el ordenamiento jur¨ªdico estadounidense. Opina que el hecho de que la demanda se admita a tr¨¢mite ¡°es una se?al de que el juez cree que probablemente sea afirmativa la respuesta a las preguntas clave: si se infringen derechos de autor en el entrenamiento de una IA y si es una infracci¨®n copiar miles de millones de im¨¢genes de internet para entrenar tu modelo¡±.
M¨¢s concretamente, el juez ha aceptado evaluar la posible infracci¨®n de derechos de autor de Stability AI, Runway AI y Deviant Art y el uso fraudulento por parte de Midjourney de los nombres y estilos visuales distintivos de los artistas demandantes. Para decidir si las empresas tienen o no que compensar a los ilustradores, el magistrado deber¨¢ establecer si efectivamente ¡°se han copiado sus obras o, por lo menos, pasan un umbral aceptable de copia, de maneras que no pueden considerarse usos justos¡±, apunta Cetina.
?En qu¨¦ se fijar¨¢ exactamente el juez para resolver si la copia de las obras fue o no significativa? ¡°Generalmente, se aplica un test desarrollado en jurisprudencia que considera cuatro factores: la naturaleza de la obra protegida, el prop¨®sito para el que se usa, qu¨¦ tan sustancial es la proporci¨®n utilizada de una obra y el efecto del uso en cuesti¨®n en el potencial de mercado para las obras protegidas¡±, detalla Cetina. Se trata de un proceso complejo, y es dif¨ªcil anticipar c¨®mo valorar¨¢ el juez los distintos factores.
Aunque los jueces californianos, recuerda este experto jurista, suelen ser proteccionistas con las industrias creativas, como sucedi¨® por ejemplo con el caso Napster, el portal de intercambio online de archivos musicales que fue cerrado por decisi¨®n judicial en 2001. ¡°Algo muy importante en el test de copia sustantiva es si se ha tenido acceso a las obras anteriores y si existe un alto grado de similitud entre la original y la supuestamente infractora. As¨ª que, si la obra generada por la IA es suficientemente similar, ah¨ª podr¨ªa haber algo¡±, a?ade el Cetina.
El futuro de la IA pasa por los tribunales
El potencial de la IA generativa se dio a conocer al gran p¨²blico en noviembre de 2022, cuando OpenAI present¨® su herramienta estrella: ChatGPT. De repente, pod¨ªamos conversar con una m¨¢quina que parec¨ªa entendernos, que respond¨ªa con soltura a nuestras preguntas, que era capaz de seguir una conversaci¨®n y que, tras unos meses en los que ment¨ªa m¨¢s que hablaba, demostr¨® ser relativamente fiable.
Ese fue solo el principio. No tardaron en aparecer otras herramientas, como Dall-E, Stable Diffusion o Midjourney, capaces de crear im¨¢genes sofisticadas y realistas a partir de una serie de instrucciones escritas. Lo ¨²ltimo en llegar han sido los generadores de v¨ªdeos hiperrealistas, como Sora, de OpenAI, cuyo potencial es t¨¦cnicamente fascinante y ¨¦ticamente aterrador.
Hubo quien oli¨® el peligro desde el primer momento, cuando el mundo estaba en plena fase de asombro ante las posibilidades que ofrec¨ªa esta nueva tecnolog¨ªa. Butterick lo hizo en el verano de 2022, antes de la llegada de ChatGPT. Le puso en alerta el lanzamiento de GitHub Copilot, de Microsoft, una herramienta de programaci¨®n ¡ªasistida con IA¡ª que se entrena con una gran cantidad de software de c¨®digo abierto. El estadounidense, que adem¨¢s de jurista es programador, present¨® en noviembre de ese a?o una demanda que todav¨ªa no se ha resuelto contra Microsoft, acus¨¢ndola de violar los acuerdos de licencia abierta.
Esa fue la primera andanada legal contra la IA generativa. En enero de 2023 llegar¨ªa la de los ilustradores, de la que acaba de haber novedades. En julio fue el turno de un grupo de escritores, que demandaron a OpenAI y Meta por incluir en sus bases de datos de entrenamiento libros escritos por ellos. En octubre del a?o pasado, varios sellos discogr¨¢ficos, incluyendo Universal Music Group, demandaron a Anthropic por entrenar sus algoritmos con materiales protegidos por derechos de autor.
Desde entonces se han multiplicado los pleitos: Getty Images demand¨® a Stability AI por usar sin permiso im¨¢genes de sus archivos, The New York Times llev¨® a los tribunales a OpenAI y Microsoft por usar millones de art¨ªculos en el entrenamiento de ChatGPT y m¨¢s escritores (entre ellos George R. R. Martin o Jonathan Franzen) se querellaron por los mismos motivos contra OpenAI.
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