El activista que acorrala a la inteligencia artificial en los juzgados: ¡°Es la lucha de nuestras vidas¡±
Matthew Butterick encabeza una serie de demandas contra Microsoft, OpenAI o Meta que buscan defender los derechos de autor de artistas, escritores y programadores
Matthew Butterick parece un tipo muy normal. Viste una gorra de beisbol, gafas de pasta transparente y una cazadora deportiva de colores. A su espalda hay dos teclados y sintetizadores vintage que le dan un toque bohemio al s¨®tano de su casa de Los ?ngeles, que es tambi¨¦n su oficina. ¡°Tengo una colecci¨®n de m¨¢s de 20¡±, dir¨¢ luego en videollamada con EL PA?S. Nada en esta escena invita a pensar que Butterick es abogado. Menos a¨²n que alguien tan alejado del cl¨¢sico estereotipo del traje y la corbata tiene a gigantes como Microsoft, OpenAI y Meta conteniendo el aliento.
El estadounidense ha iniciado una aut¨¦ntica cruzada legal contra la inteligencia artificial (IA) generativa. En 2022 registr¨® la primera demanda de la historia de este campo contra Microsoft, una de las compa?¨ªas que desarrollan este tipo de herramientas (GitHub Copilot). Hoy coordina cuatro demandas colectivas (class actions) que re¨²nen pleitos interpuestos por programadores, artistas y escritores y que, de prosperar, pueden obligar a las empresas responsables de aplicaciones como ChatGPT o Midjourney a indemnizar a miles de autores. O incluso pueden llevarlas a tener que retirar sus algoritmos y volver a entrenarlos con bases de datos que no infrinjan derechos de propiedad intelectual. ¡°Esta es, para muchos de nosotros, la lucha de nuestras vidas¡±, asegura. Los primeros resultados de sus esfuerzos podr¨ªan llegar en cuesti¨®n de meses.
El peri¨®dico The New York Times emprendi¨® hace unos d¨ªas la misma senda que Butterick y ha demandado a OpenAI y Microsoft por haber usado sin su consentimiento millones de art¨ªculos del rotativo para entrenar sus algoritmos. Es el primer medio de comunicaci¨®n que toma esta medida. ¡°No puedo comentar el caso porque no he le¨ªdo la demanda¡±, dice en tono serio. ¡°Nosotros fuimos los primeros en demandar a Meta y OpenAI por entrenar modelos ling¨¹¨ªsticos con material protegido por derechos de autor. No nos ha sorprendido que otros lo hayan hecho posteriormente. Mi socio Joe Saveri y yo siempre hemos considerado nuestros casos y otros litigios como una parte de una conversaci¨®n global emergente sobre c¨®mo la IA generativa coexistir¨¢ con la creatividad humana. Esta carrera acaba de empezar¡±, a?ade.
2023 ha sido el a?o en el que el mundo ha conocido el potencial de la IA generativa, la que es capaz de producir textos, im¨¢genes o m¨²sica aparentemente original. Este ¨²ltimo matiz es importante: los algoritmos que hacen esto posible se aplican sobre gigantescas bases de datos compuestas por miles de millones de documentos, ya sean textos, ilustraciones o piezas de m¨²sica. Todos esos trabajos, sin los que los sistemas autom¨¢ticos ser¨ªan totalmente in¨²tiles, tienen un autor detr¨¢s al que no solo no se le compensa por usar su obra, sino que puede quedarse sin empleo a medida que las herramientas de IA generativa se vayan sofisticando.
Butterick identific¨® ese peligro en el verano de 2022, meses antes de la irrupci¨®n de ChatGPT. Nacido en Ann Arbor (Michigan), este estadounidense de 53 a?os se ha ganado la vida principalmente como dise?ador de tipograf¨ªas, programador y escritor. ¡°Al igual que a muchos otros creadores y artistas, me ha quedado claro que mi trabajo est¨¢ sentenciado. Ahora forma parte de los datos de entrenamiento de muchos sistemas de IA generativa. El siguiente paso es prescindir de nosotros¡±, cuenta.
El primer producto que puso en alerta a Butterick fue GitHub Copilot, de Microsoft, una herramienta de software asistida con IA que se entrena con una gran cantidad de software de c¨®digo abierto. Su lanzamiento sembr¨® la duda entre la comunidad de programadores, recuerda. La diferencia entre Butterick y el resto de afectados es que ¨¦l decidi¨® tomar cartas en el asunto. Hasta el punto de desempolvar la licenciatura en Derecho que obtuvo en la Universidad de California en Los ?ngeles (UCLA) hace 15 a?os.
¡°Tras hablar con afectados, conclu¨ª que este sistema es una violaci¨®n de las licencias de c¨®digo abierto y que no es una herramienta benigna. Est¨¢ dise?ado para reemplazar a los programadores de c¨®digo abierto, y as¨ª lo expres¨¦ en mi blog¡±, apunta. ¡°Joseph Saveri, un abogado que conozco y que es fan¨¢tico de mi trabajo tipogr¨¢fico, contact¨® conmigo y me dijo: ¡®Sabes, la observaci¨®n que est¨¢s planteando sobre GitHub Copilot es bastante interesante¡¯. En ese momento yo no era abogado en ejercicio, as¨ª que Joe y yo nos embarcamos en una investigaci¨®n y nos convencimos de que realmente ah¨ª hab¨ªa un caso¡±.
En noviembre de 2022, Butterick y Saveri presentaron en el Distrito Norte de California una demanda contra Microsoft, due?a de GitHub Copilot, en la que denuncian que viola los acuerdos de licencia abierta. Fue el primer litigio sobre IA generativa.
Pero el de los programadores no era el ¨²nico colectivo que ve¨ªa peligrar su trabajo. Tras presentar la demanda, un grupo de artistas visuales abord¨® a la pareja de abogados. ¡°Nos dijeron: caramba, eso suena parecido al problema que tenemos nosotros. ?Les interesar¨ªa aceptar nuestro caso?¡± As¨ª se gest¨® el proceso que abrieron en enero de 2023 contra Stability AI (desarrolladores de Stable Diffussion), Midjourney y Deviant Art, las principales herramientas de IA generativa aplicada a la ilustraci¨®n. En noviembre, presentaron enmiendas solicitadas por el juez. El proceso sigue adelante, igual que el de Copilot.
El tercer colectivo al que representan Butterick y Saveri son los autores de libros. En julio, registraron dos demandas colectivas contra OpenAI y Meta por incluir en su conjunto de datos de entrenamiento libros escritos por los demandantes, entre los que se encuentran Richard Kadri, Sarah Silverman y Christopher Golden.
Una amenaza muy real
La ilustradora Karla Ortiz se dio cuenta del tsunami que se le ven¨ªa encima a ella y sus colegas de profesi¨®n en el verano de 2022. Esta puertorrique?a de 38 a?os puede considerarse una profesional de ¨¦xito. Ha trabajado para la mayor¨ªa de los grandes estudios cinematogr¨¢ficos de Hollywood, incluyendo Marvel Studios, HBO y Universal Pictures, as¨ª como para productoras de videojuegos como Blizzard y Ubisoft. De sus pinceles han salido personajes clave de taquillazos como Thor: Ragnarok, Doctor Strange o Jurassic World. Pero ni siquiera alguien de su cach¨¦ se siente a salvo.
Ortiz empez¨® a investigar las herramientas de IA generativa aplicadas a la ilustraci¨®n y no tard¨® en reconocer trazos de colegas suyos en los dibujos que produc¨ªa la herramienta. ¡°Me horroriz¨® ver que estas plataformas usan tu nombre, para que los usuarios puedan demandar tu estilo, y cogen tu trabajo para generar im¨¢genes que se parecen a las tuyas¡±, explica por videollamada desde su estudio de San Francisco. ¡°En ese momento empiezo a preocuparme mucho. Soy miembro de la junta directiva de la Asociaci¨®n de Arte Conceptual de Estados Unidos, que re¨²ne a artistas que trabajamos para la industria del cine y los videojuegos. Decidimos movilizarnos¡±.
Ortiz y otros dos compa?eros se convirtieron en los demandantes en la demanda colectiva presentada en enero de este a?o por Butterick y Saveri contra Stability AI, Midjourney y DeviantArt. Su causa gan¨® vuelo cuando en julio la llamaron a testificar ante el Subcomit¨¦ de Propiedad Intelectual del Senado de EE UU para hablar sobre legalidad y ¨¦tica de la IA. ¡°Eso hubiera sido inconcebible un a?o antes. Los senadores se est¨¢n tomando en serio que a los creadores se les quiten sus obras sin su consentimiento, sin compensaci¨®n y sin cr¨¦dito¡±, apunta Butterick, que acompa?¨® a su cliente al Capitolio.
¡°Para los ilustradores, una fuente de ingresos tradicionalmente importante es poner en im¨¢genes las ideas de productores y directores para que las muestren a los estudios. Esa actividad ha quedado literalmente borrada por la IA generativa¡±, asegura. ¡°Mi trabajo est¨¢ en riesgo. Consiste en mostrar ideas, y eso ahora lo hacen muy bien las m¨¢quinas. Los artistas no podemos competir contra esas herramientas. Nunca me hab¨ªa preocupado el futuro de mi carrera hasta ahora¡±.
La IA llega a los juzgados
El impulso generado por las demandas colectivas interpuestas por Butterick y su colega ha abierto el camino a m¨¢s demandas. A principios de a?o, Getty Images demand¨® a Stability AI por usar sin permiso im¨¢genes de su archivo. En septiembre, otros dos grupos de escritores presentaron denuncias contra OpenAI. Los superventas George R. R. Martin, John Grisham y Jonathan Franzen est¨¢n entre ellos. En octubre, varios sellos discogr¨¢ficos, incluyendo Universal Music Group, demandaron a Anthropic, empresa creada por extrabajadores de OpenAI, por entrenar sus algoritmos con materiales protegidos por derechos de autor. Los sindicatos de actores de Hollywood no han litigado, pero estuvieron de huelga durante meses para mejorar sus condiciones salariales y obtener garant¨ªas que les protejan contra la inteligencia artificial. The New York Times acaba de demandar a OpenAI y Microsoft por usar millones de art¨ªculos del rotativo en el entrenamiento de ChatGPT.
Butterick y Saveri saben que es ahora o nunca. Esta ola de demandas dice b¨¢sicamente que la IA generativa es ilegal. Cuando esta tecnolog¨ªa est¨¦ plenamente asentada, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil ir contra las empresas que la desarrollan. Pero como los tribunales concluyan que el entrenamiento de los algoritmos es ilegal, el golpe a las big tech puede ser may¨²sculo. Tendr¨ªan que empezar de nuevo y rehacer las bases de datos. Tambi¨¦n ser¨ªa desastroso para ellas tener que licenciar esas bases de datos, negociando pagos a cambio de permisos de cada fuente de la que han bebido.
?Es demasiado optimista pensar en ese desenlace? ¡°Eso ya ha ocurrido antes¡±, responde Butterick con una sonrisa. ¡°La FTC [el regulador de EE UU] ha investigado a empresas que usaban modelos basados en datos privados e hizo que eliminaran sus bases de datos y los algoritmos y modelos construidos con ellos¡±, explica. Cambridge Analytica, la consultora que us¨® datos de m¨¢s de 80 millones de usuarios de Facebook para influir en las elecciones presidenciales de 2016, fue la primera empresa en sufrir, en 2019, la nueva pol¨ªtica de la FTC, bautizada como ¡°destrucci¨®n algor¨ªtmica¡±.
En la UE, el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, cuyo texto definitivo todav¨ªa no es p¨²blico, pero del que ya hay acuerdo pol¨ªtico, fija la obligaci¨®n de que los modelos fundacionales cumplan la normativa comunitaria de derechos de autor. Habr¨¢ que esperar a ver la letra peque?a del reglamento para ver c¨®mo se ejecuta.
Butterick ha aparcado durante casi un a?o la escritura, el dise?o y la programaci¨®n para centrarse en las litigaciones que tiene abiertas. Lo hace porque cree que es lo correcto, pero no solo por eso. ¡°Tengo la firme convicci¨®n de que si no detengo mi trabajo habitual y me uno a estos casos, no me va a quedar nada. Cuando presentamos la primera demanda, la de Copilot, la gente nos miraba como si fu¨¦ramos unos locos o unos luditas¡±, subraya el estadounidense. ¡°Ha pasado apenas un a?o y ya nadie duda del tremendo efecto que tiene la IA generativa en las profesiones creativas. Esto acaba de empezar. Tenemos que fijar salvaguardas para que esta tecnolog¨ªa no acabe con todo¡±.
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