?Momento Sputnik o momento Eureka? El turbocapitalismo parasita el avance cient¨ªfico
Silicon Valley trata de imponer una narrativa de bloques cuando lo aterrador es la avaricia, usar la inteligencia artificial para disparar la brecha entre ricos y pobres
Un salto de gigante que sacude el mundo, un Pearl Harbour tecnol¨®gico que humilla a Estados Unidos y le obliga a reaccionar. Eso fue el momento Sputnik. El de octubre de 1957, cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica puso en vilo a las familias estadounidenses con un bip-bip espacial que sobrevol¨® sus cabezas durante 22 d¨ªas. Desde Silicon Valley se ha querido comparar con aquella crisis el logro de la compa?¨ªa DeepSeek, un chatbot chino igual de inteligente y ...
Un salto de gigante que sacude el mundo, un Pearl Harbour tecnol¨®gico que humilla a Estados Unidos y le obliga a reaccionar. Eso fue el momento Sputnik. El de octubre de 1957, cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica puso en vilo a las familias estadounidenses con un bip-bip espacial que sobrevol¨® sus cabezas durante 22 d¨ªas. Desde Silicon Valley se ha querido comparar con aquella crisis el logro de la compa?¨ªa DeepSeek, un chatbot chino igual de inteligente y m¨¢s barato que los desarrollados en EE UU. Coloc¨® ese mensaje Marc Andreessen, uno de los tecnobillonarios que han aupado a Donald Trump hasta la presidencia, y se ha recogido en numerosos titulares y an¨¢lisis de la prensa m¨¢s influyente.
?Por qu¨¦ vender esa narrativa? Sabemos lo que provoc¨® el momento Sputnik original: toda la maquinaria industrial y financiera de EE UU se puso al servicio de un solo objetivo, derrotar a los sovi¨¦ticos en la carrera espacial. Eso es lo que los broligarcas como Andreessen quieren de Trump para ellos: cero obst¨¢culos (ya ha tumbado la normativa de Biden que obligaba a vigilar los riesgos de la inteligencia artificial) y mucho dinero (ya se ha gastado much¨ªsimo y si algo ha demostrado DeepSeek es que los volquetes de d¨®lares no son el camino). ?Para qu¨¦? Para hacerse m¨¢s ricos. Esa es otra gran diferencia con la carrera espacial. En el m¨ªtico discurso en la Universidad Rice, John Kennedy dijo algo m¨¢s que esa frase legendaria: ¡°Elegimos ir a la Luna no porque sea f¨¢cil, sino porque es dif¨ªcil¡±. Tambi¨¦n dijo que era una oportunidad para ganar conocimiento y derechos, para mejorar la educaci¨®n de los cr¨ªos y la vida de la gente con tecnolog¨ªas m¨¦dicas. As¨ª se logr¨® inspirar a todo un pa¨ªs, que se ilusion¨® con ese objetivo. Cuenta la leyenda que en una visita al centro espacial de la NASA, Kennedy pregunt¨® a un conserje qu¨¦ estaba haciendo, y este le respondi¨®: ¡°Bueno, se?or presidente, estoy ayudando a poner un hombre en la Luna¡±. Al firmar su decreto sobre IA, Trump fue un pel¨ªn menos inspirador: ¡°Va a generar mucho dinero para el pa¨ªs¡±. Y cuando dice ¡°el pa¨ªs¡± ¡ªcomo se est¨¢ demostrando¡ª se refiere a los oligarcas que le apoyan difuminando la realidad. No imagino a muchos conserjes emocionados si Microsoft se impone a DeepSeek o si Amazon derrota a Temu.
Ni, por supuesto, si Instagram tumba a TikTok. Es al rev¨¦s. En la calle, la ret¨®rica de los dos bloques tiene un alcance limitado en el caso chino, nada comparable al miedo a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Los internautas occidentales usan encantados DeepSeek o cualquier otra aplicaci¨®n china, aunque est¨¦n poniendo sus datos a disposici¨®n de Pek¨ªn. Cuando se iba a cerrar TikTok en EE UU, sus millones de usuarios bromeaban despidi¨¦ndose de su esp¨ªa chino. Y cuando se bloque¨® por unas horas, se mudaron en masa a otra app china, porque las plataformas de Mark Zuckerberg, por mucho que le haga la pelota a Trump, son un rollo que solo nos gusta a viejunos y boomers. La met¨¢fora del Sputnik pretende convertir en algo ¨¦pico lo que no es m¨¢s que una despiadada competencia entre las empresas que est¨¢n a la vanguardia de la ¨²ltima fiebre del oro del turbocapitalismo: la IA. Tiene gracia ver c¨®mo surgen fans de la china DeepSeek por haber hecho temblar Wall Street un par de d¨ªas, como si fuera un Robin Hood asi¨¢tico. Su matriz china es High-Flyer, un hedge-fund que desarrolla programas inform¨¢ticos para forrarse m¨¢s r¨¢pidamente moviendo dinero en las bolsas. DeepSeek, adem¨¢s, no es un Sputnik: es un programa similar a los que existen, no un jaque mate tecnol¨®gico. Simplemente, es m¨¢s eficiente y barato porque, entre otras cosas, se ha construido vampirizando otros modelos: el de Meta, que es de c¨®digo abierto (el chino no es el ¨²nico abierto), y el de OpenAI, que ahora llora porque le han robado, como hicieron ellos con todo internet cuando eran los audaces aspirantes y no los poderosos campeones. Mientras, Elon Musk asegura que DeepSeek miente. Musk, que carga cada noche contra Sam Altman (OpenAI) y Zuckerberg, critica a los chinos por mentir desde su ventilador de mierda. La industria de la IA estadounidense tir¨¢ndose de los pelos a diario, esp¨ªritu Sputnik en estado puro.
La historia de DeepSeek s¨ª tiene un aspecto inspirador. Si leen el paper que ha generado el revuelo, en el que muestran el salto computacional que los hizo m¨¢s eficientes, ver¨¢n que hablan de un aha moment, algo as¨ª como un momento Eureka. La m¨¢quina decidi¨® repensar un problema reevaluando su an¨¢lisis inicial, alcanzando ¡°inesperados y sofisticados resultados¡±. ¡°Este momento no es solo un aha moment para el modelo, sino tambi¨¦n para los investigadores que lo observaban¡±, dicen en su trabajo los j¨®venes cient¨ªficos chinos que desarrollaron la m¨¢quina. Recuerda a otros poderosos momentos en el desarrollo de la IA, como el aha moment que vivieron los ingenieros de Google y la Universidad de Toronto que idearon los transformers (la arquitectura que propici¨® ChatGPT) antes de montar sus propias empresas. O el de Deepmind en el movimiento 37 de su partida contra el campe¨®n mundial de Go, tan asombroso que mostr¨® las capacidades sobrehumanas de la m¨¢quina AlphaGo.
El jefe de Deepmind, Demis Hassabis, ha ganado el ¨²ltimo el premio Nobel de Qu¨ªmica por usar esa m¨¢quina, ahora AlphaFold, para avanzar en el conocimiento de la biolog¨ªa humana, abriendo el camino a la cura de innumerables enfermedades. Tambi¨¦n gan¨® el ¨²ltimo Nobel de F¨ªsica el brit¨¢nico Geoffrey Hinton, de 77 a?os, como pionero de toda esta revoluci¨®n de la IA que estamos disfrutando y que sin duda va a mejorar nuestras vidas. Hinton y Hassabis son genios cient¨ªficos de nuestra ¨¦poca, de esos que siguen pensando en el beneficio de todos, aunque les terminaran fichando las grandes tecnol¨®gicas, como a toda la ¨¦lite de este campo. Estos d¨ªas han viralizado en redes unas palabras que Hinton dijo en una mesa redonda organizada por los Nobel antes de Navidad: ¡°Lo que ocurrir¨¢ es que este enorme aumento de la productividad generar¨¢ mucho m¨¢s dinero para las grandes empresas y los ricos, y ampliar¨¢ la brecha entre los ricos y las personas que pierdan sus empleos. Y tan pronto como esa brecha se agranda, se crea un terreno f¨¦rtil para el fascismo. Es aterrador pensar que podr¨ªamos estar en un punto en el que solo estamos empeorando las cosas¡±.
La humanidad no tiene nada que ganar en la batalla entre el turbocapitalismo estadounidense y el chino por dirimir qui¨¦n se forra con la IA. Entre ese falso momento Sputnik y los aut¨¦nticos momentos Eureka de la ciencia, debemos elegir a Hinton. A quienes entienden de algoritmos y computadoras con la intenci¨®n de mejorar la vida de todos, pero sobre todo cuentan con el instinto humano de ver algo aterrador en la avaricia, en la brecha entre ricos y pobres.