¡®Betty¡¯, la bella rareza de una chica en monopat¨ªn
La serie de HBO retrata de forma hiperrealista las dificultades de las mujeres en el mundo ¡®skater¡¯
Existe una leyenda parecida para casi cada actriz de la d¨¦cada de los noventa. Aquella que dice que, siendo a¨²n ni?a, la actriz en cuesti¨®n estaba con sus padres en un diner tomando un batido, una hamburguesa, cualquier cosa, cuando alguien, deslumbrado por su belleza, se les acerc¨® y les dijo que ser¨ªa perfecta para un papel que ten¨ªa en mente. Ocurri¨® con Sarah Michelle Gellar (Buffy Cazavampiros), que a¨²n lo recuer...
Existe una leyenda parecida para casi cada actriz de la d¨¦cada de los noventa. Aquella que dice que, siendo a¨²n ni?a, la actriz en cuesti¨®n estaba con sus padres en un diner tomando un batido, una hamburguesa, cualquier cosa, cuando alguien, deslumbrado por su belleza, se les acerc¨® y les dijo que ser¨ªa perfecta para un papel que ten¨ªa en mente. Ocurri¨® con Sarah Michelle Gellar (Buffy Cazavampiros), que a¨²n lo recuerda cuando concede entrevistas, o cuando lo hac¨ªa. Lo que recuerda Rachelle Vinberg, la protagonista de Betty (HBO Espa?a), de ese momento, es a la vez un ejemplo de lo que, por fortuna, los tiempos han cambiado, y de lo que siguen, en realidad, sin haberlo hecho.
A Rachelle Vinberg la ense?¨® a patinar su primo skater cuando ten¨ªa 12 a?os. Desde entonces ha patinado con chicos porque no abundan las chicas en el mundo de los skaters. Aprendi¨® todos los trucos que sabe mirando v¨ªdeos en YouTube. Fue en YouTube donde conoci¨® a Nina Moran, otra chica skater. Empezaron a patinar juntas en el intimidante Coleman Skatepark de Nueva York. Fue all¨ª donde las encontr¨® Crystal Moselle, realizadora que tiende a encontrar sus historias paseando por la ciudad y meti¨¦ndose en peque?as bocas del lobo. S¨ª, el Coleman Skatepark sigue siendo, como se ve en Betty, y como lo hizo antes en Skate Kitchen, una boca del lobo para las skaters.
Aunque no fue Moselle ¡ªhabilidosa documentalista que, en su salto a HBO se ha escudado en la brillantemente incorrecta Lesley Arfin (Love) para hacer de la realidad, ficci¨®n marginal posmillennial¡ª quien descubri¨® a Rachelle sino Cary Fukunaga (True Detective, Maniac). Fukunaga la vio patinar y se acerc¨® a ella, como los cazatalentos de antes en los diners, y le pregunt¨® si querr¨ªa salir en un anuncio de Samsung que estaba rodando. Ella dijo que por qu¨¦ no. Y he aqu¨ª el por qu¨¦ los tiempos han cambiado y no lo han hecho tanto como deber¨ªan. Al director no le importa tanto su aspecto como lo raro que resulta verla all¨ª por el hecho de ser mujer.
Y ese es precisamente el principal campo de batalla de Betty, lo que ocurri¨® cuando Moselle decidi¨® tomar como inspiraci¨®n su propia pel¨ªcula, Skate Kitchen (tambi¨¦n disponible en HBO Espa?a), ya basada en la historia de Rachelle, transmutada en la ficci¨®n en Camille, y convertirla en serie. Como en aquella, todas las chicas que aparecen son amigas de Rachelle y no, no hab¨ªan pensando en dedicarse a la actuaci¨®n hasta que Moselle se acerc¨® a ellas en el skatepark y les pregunt¨® si les importar¨ªa que contase su historia en un corto que luego se convirti¨® en un largo y que ahora, con la ayuda de Arfin, amiga de Lena Dunham, actriz, escritora, superviviente de los bajos fondos, excelente guionista y buena conocedora de la adolescencia no customizada ¡ªla real¡ª est¨¢ compitiendo con los estrenos en la semana en el gigante del streaming.
Porque en el mundo del skate, las mujeres a¨²n siguen en el siglo XIX. Hay lugares prohibidos, a los que se accede con llave y siempre que uses calzoncillos, es decir, que seas un t¨ªo. Y no hay m¨¢s que hablar. En ese mundo, ya de por s¨ª marginal, lo que nos dice la ficci¨®n de Moselle y Arfin, fiel reflejo de la realidad ¡ªpuede que la historia sea ficticia pero todo lo que la contiene es real, desde las tablas que usan las chicas, hasta cada uno de sus gestos¡ª es que puede que el mundo est¨¦ avanzando, pero tambi¨¦n puede que lo est¨¦ haciendo de cara a la galer¨ªa. Es decir, que hay rincones en los que la lucha sigue sin ser colectiva, es individual, y depende ¨²nicamente de tu propio e insobornable deseo por hacer aquello que adoras hacer, porque en la pista, sigues estando sola.
En este peculiar y a veces no del todo comprensible universo de outsiders ¡ªla adolescencia es ya de por s¨ª un terreno yermo en el que la ilusi¨®n de haber encontrado un cobijo tiene mucho de espejismo, y en el que los asideros escasean tanto como las certezas¡ª, espoleado por la m¨²sica, el baile, y una precariedad sin fin, la solidaridad entre ellas parece, y es, la ¨²nica salida. Las chicas se necesitan unas a otras para no ceder a la presi¨®n de la sociedad, a la que parece traerle sin cuidado que puedan patinar o no, porque ¡°?para qu¨¦ iba a querer patinar?¡±, le pregunta una chica demasiado maquillada a Kirt (Nina Moran), en un momento del primer cap¨ªtulo. ¡°Porque es divertido¡±, le contesta Kirt, y la otra no se lo cree, pero Kirt insiste. ¡°?Por qu¨¦ no podemos divertirnos?¡±, le pregunta.
¡°Era importante para m¨ª que el espectador pudiese sentir lo que es salir con ese grupo de chicas, estar con ellas mientras patinan, atreverse a imaginarse patinando¡±, ha dicho Moselle respecto a la condici¨®n hiperrealista de la serie, en la que buena parte de los di¨¢logos se improvisan ¡ªlas chicas se interpretan a s¨ª mismas¡ª y que pretende trasladar a la peque?a pantalla un ¨¢ngulo ciego del mundo en el que la lucha por el m¨¢s m¨ªnimo atisbo de igualdad entre hombres y mujeres no ha hecho m¨¢s que empezar. Y es ah¨ª, en su valor como testimonio y a la vez, arma, donde reside la importancia de Betty, serie llamada a crear un nuevo espectador, el que empatiza con una adolescencia militante que se niega a dejar de divertirse.