La libertad de expresi¨®n no es un capricho de se?oritos con pajarita
Una cosa es gritar ¡°televisi¨®n, manipulaci¨®n¡± en una acampada en la Puerta del Sol, y otra muy distinta (y muy siniestra), hacerlo desde un sill¨®n del Consejo de Ministros
Tanto el manifiesto de los intelectuales estadounidenses como las protestas en Espa?a contra los se?alamientos a periodistas de Pablo Echenique y Pablo Iglesias tienen una inspiraci¨®n elemental y profundamente democr¨¢tica. No se niega el derecho a la cr¨ªtica, ni siquiera a la expresi¨®n libre y furibunda del ...
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Tanto el manifiesto de los intelectuales estadounidenses como las protestas en Espa?a contra los se?alamientos a periodistas de Pablo Echenique y Pablo Iglesias tienen una inspiraci¨®n elemental y profundamente democr¨¢tica. No se niega el derecho a la cr¨ªtica, ni siquiera a la expresi¨®n libre y furibunda del cabreo y hasta del insulto, como le gusta subrayar a Pablo Iglesias.
No son las masas enfurecidas de Twitter quienes preocupan. En el caso de Estados Unidos, son los editores y las autoridades acad¨¦micas, a quienes se pide que no sucumban a la presi¨®n de las redes sociales para despedir a profesores y periodistas. En el caso de Espa?a, preocupa el socio menor de la coalici¨®n de gobierno, a quien se le recuerda que una cosa es gritar ¡°televisi¨®n, manipulaci¨®n¡± en una acampada en la Puerta del Sol, y otra muy distinta (y muy siniestra), hacerlo desde un sill¨®n del Consejo de Ministros. Como no es lo mismo que Donald Trump rebuzne en su torre o que rebuzne en la Casa Blanca.
Dice Titania McGrath (heter¨®nimo de Andrew Doyle), en Woke, un panfleto sat¨ªrico que acaba de publicarse en Espa?a: ¡°La libertad de expresi¨®n es una distracci¨®n racista. La ¨²nica manera de acabar con el fascismo es permitir a la polic¨ªa arrestar a la gente por lo que dice y piensa¡±. Es par¨®dico, no habr¨ªa que aclararlo, pero en los ¨²ltimos a?os mucha gente ha dicho en serio cosas muy parecidas.
Lo grave no es que un grupo de activistas incurra en el dislate argumental y acabe promoviendo la tiran¨ªa en nombre de la justicia. Lo grave es que ni la universidad ni los medios ni los gobiernos defiendan que la libertad de expresi¨®n no es un capricho de se?oritos con pajarita que se puede sacrificar en nombre de un bien mayor, sino el n¨²cleo mismo de la democracia.