M¨¢s de 150 intelectuales reivindican en Estados Unidos el derecho a discrepar
Autores y acad¨¦micos como Noam Chomsky, Gloria Steinem, Ian Buruma, Margaret Atwood, Mark Lilla o Martin Amis firman una carta contra la "intolerancia¡± de cierto activismo progresista. ¡°Debemos preservar la posibilidad de discrepar sin consecuencias profesionales funestas¡±
M¨¢s de 150 escritores, acad¨¦micos e intelectuales ¨Dentre los que figuran Noam Chomsky, Salman Rushdie, Gloria Steinem, Margaret Atwood o Martin Amis, entre otros¨D han firmado una carta abierta en la que denuncian una creciente ¡°intolerancia¡± por parte del activismo progresista estadounidense hacia ideas discrepantes. Tal y como expone el escrito, consideran que esto hace mella en ambientes acad¨¦micos y culturales, donde hay se?alamiento y boicoteo, ¡°castigos desproporcionados¡± y una consiguiente ¡°aversi¨®n al riesgo¡± o autocensura que empobrece el debate p¨²blico. ¡°Debemos preservar la posibilidad de discrepar de buena fe sin consecuencias profesionales funestas¡±, se?alan.
El texto, publicado este martes en la revista Harper¡¯s bajo el t¨ªtulo Una carta sobre la justicia y el debate abierto, aplaude las protestas por la justicia racial y social, por una mayor igualdad e inclusi¨®n, pero alerta de que este ¡°necesario ajuste de cuentas¡± ha intensificado tambi¨¦n ¡°un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos pol¨ªticos que tienden a debilitar nuestras normas de debate abierto y de tolerancia de las diferencias en favor de una conformidad ideol¨®gica¡±. ¡°Las fuerzas del iliberalismo est¨¢n ganando terreno en el mundo y tienen a un poderoso aliado en Donald Trump, quien representa una verdadera amenaza a la democracia, pero no se puede permitir que la resistencia imponga su propio estilo de dogma y coerci¨®n¡±, se?alan los autores.
Entre los firmantes
Adem¨¢s de los citados Noam Chomsky, Gloria Steinem, Ian Buruma, Mark Lilla, Margaret Atwood o Martin Amis, figuran novelistas como John Banville, Jeffrey Eugenides, J. K. Rowling o Salman Rushdie; ensayistas (Paul Berman, Anne Applebaum, David Brooks, Francis Fukuyama, Malcolm Gladwell, Atul Gawande, Enrique Krauze, Arlie Russell Hochschild, Michael Ignatieff, Greil Marcus, Fareed Zakaria, George Packer o Andrew Salomon); m¨²sicos (Wynton Marsallis), y hasta exajedrecistas (Garry Kasparov).
La carta aborda una pol¨¦mica candente en Estados Unidos, sobre si el nuevo umbral de tolerancia cero hacia inequidades como el racismo, el sexismo o la homofobia est¨¢ alimentando tambi¨¦n algunos excesos que buscan silenciar cualquier disidencia. Los cr¨ªticos suelen referirse a esto como cancel culture, cuya traducci¨®n literal ser¨ªa ¡°cultura de la cancelaci¨®n¡± y que hace referencia a los vetos y se?alamiento a creadores o docentes por cualquier desv¨ªo de la norma; o woke culture (derivado del ingl¨¦s, despertar), que hace referencia a una actitud de alerta permanente.
¡°El libre intercambio de informaci¨®n e ideas, la savia de una sociedad liberal, est¨¢ volvi¨¦ndose cada d¨ªa m¨¢s limitado. Era esperable de la derecha radical, pero la actitud censora est¨¢ expandi¨¦ndose en nuestra cultura¡±, se?ala la carta, que no menciona directamente recientes pol¨¦micas concretas con nombres y apellidos, pero s¨ª se explaya en describir situaciones. ¡°Los responsables de instituciones, en una actitud de p¨¢nico y control de riesgos, est¨¢n aplicando castigos raudos y desproporcionados en lugar de aplicar reformas pensadas. Hay editores despedidos por publicar piezas controvertidas; libros retirados por supuesta poca autenticidad; periodistas vetados para escribir sobre ciertos asuntos; profesores investigados por citar determinados trabajos¡±, describe el texto, entre otros ejemplos.
Uno de las pol¨¦micas recientes fue la dimisi¨®n de James Bennet como jefe de opini¨®n de The New York Times, a principios de este mes. El motivo fue la publicaci¨®n de una tribuna del senador republicano Tom Cotton, en la que el pol¨ªtico ped¨ªa una respuesta militar a las protestas y disturbios por la muerte del afroamericano George Floyd. El torrente de cr¨ªticas dentro y fuera de la redacci¨®n llev¨® a Bennet a ofrecer su renuncia y pedir disculpas. Este admiti¨® que no deb¨ªa haber publicado esa tribuna y que no hab¨ªa sido editada con suficiente rigor.
A ra¨ªz del mismo conflicto, el 10 de junio, la Poetry Foundation anunci¨® la dimisi¨®n de dos de sus dirigentes despu¨¦s de una carta de protesta de 30 autores que consideraron tibio el comunicado de denuncia de la violencia policial. Tambi¨¦n dimitieron la presidenta del C¨ªrculo Nacional de Cr¨ªticos de Libros y otros cinco miembros entre cr¨ªticas de racismo y violaciones de la privacidad por un rifirrafe en las redes sociales. Un analista electoral, David Shor, fue despedido de la plataforma Civis Analytics tras la tormenta que se gener¨® por haber tuiteado el estudio acad¨¦mico de un profesor de Princeton que alertaba de los efectos perversos de las protestas violentas. Seg¨²n relat¨® The New York Magazine, algunos empleados de la firma consideraron que el tuit de Shor ¡°pon¨ªa en riesgo su seguridad¡±.
Guerra cultural
El debate sobre d¨®nde acaba la tolerancia cero hacia los abusos y d¨®nde empieza a ¡°cancelarse¡± la discrepancia tambi¨¦n se extiende a la actual revisi¨®n de las estatuas y los monumentos nacionales. El presidente Donald Trump, que ha abrazado la guerra cultural como uno de sus argumentos de campa?a, se centr¨® en este asunto en un largo discurso del pasado viernes por la noche, en la v¨ªspera de la fiesta nacional del 4 de julio. ¡°En nuestras escuelas, nuestras redacciones, hasta en nuestros consejos de administraci¨®n hay un nuevo fascismo de extrema izquierda que pide lealtad absoluta. Si no hablas su idioma, practicas sus rituales, recitas sus mantras y sigues sus mandamientos, ser¨¢s censurado, perseguido y castigado¡±, dijo.
Los intelectuales en su carta califican al presidente de ¡°amenaza para la democracia¡±, pero advierten: ¡°La restricci¨®n del debate, la lleva a cabo un Gobierno represivo o una sociedad intolerante, perjudica a aquellos sin poder y merma la capacidad para la participaci¨®n democr¨¢tica de todos¡±. ¡°La manera de derrotar malas ideas es la exposici¨®n, el argumento y la persuasi¨®n, no tratar de silenciarlas o desear expulsarlas. Como escritores necesitamos una cultura que nos deje espacio para la experimentaci¨®n, la asunci¨®n de riesgos e incluso los errores. Debemos preservar la posibilidad de discrepar de buena fe sin consecuencias profesionales funestas¡±, concluyen.
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