Woody Allen en ¡®El Hormiguero¡¯: tocar los grandes ¨¦xitos
El cineasta estuvo reconocible, neur¨®tico, encantador y sabio en el programa de Antena 3, pero dej¨® varios temas sin abordar
Alguien que se somete a incontables entrevistas al a?o confes¨® una vez que, a la segunda pregunta, ya ha intuido qu¨¦ historia ha decidido escribir el periodista. Con Woody Allen (Nueva York, 84 a?os) uno puede hacer algo parecido. Se nota al poco a qui¨¦n se est¨¢ dirigiendo el periodista, si al legendario director de Hannah y sus hermanas o Interiores; al zaherido personaje medi¨¢tico acusado de abusar sexualmente de su hi...
Alguien que se somete a incontables entrevistas al a?o confes¨® una vez que, a la segunda pregunta, ya ha intuido qu¨¦ historia ha decidido escribir el periodista. Con Woody Allen (Nueva York, 84 a?os) uno puede hacer algo parecido. Se nota al poco a qui¨¦n se est¨¢ dirigiendo el periodista, si al legendario director de Hannah y sus hermanas o Interiores; al zaherido personaje medi¨¢tico acusado de abusar sexualmente de su hija (y exonerado por varios tribunales, menos el de cierta opini¨®n p¨²blica) o al ¨ªdolo, burgu¨¦s y hura?o, de dif¨ªcil encaje en la actual cultura de la sensibilidad con el desfavorecido. Pablo Motos estuvo h¨¢bil cuando tuvo al cineasta durante unos minutos el mi¨¦rcoles en El Hormiguero. Entrevist¨® al primero, el brillante autor, sonriente y entregado (eso Motos; Allen, que entr¨® por videoconferencia desde su vivienda en Nueva York, mantuvo un venerable rictus), y a la vez se las apa?¨® para aparentar que apelaba a las otras dos figuras, mucho m¨¢s inc¨®modas pero tambi¨¦n ineldubiles.
Se preguntaron vaguedades como: ?hay que hacerle caso a los amargados, ¡°los que est¨¢n enfadados porque el mundo no va como ellos quieren¡±? ¡°Depende¡±, contest¨® Allen. Hay gente inteligente y gente quejica. ?Una referencia a las cr¨ªticas que recibe Allen en redes y en su pa¨ªs natal, donde ¨²ltimamente le cuesta financiar sus nuevas pel¨ªculas en Estados Unidos tanto como publicar sus memorias? Por qu¨¦ no.
Como esas cr¨ªticas nacen sobre todo de esas acusaciones de abuso sexual y de su matrimonio con la hija adoptiva del exmarido de su exesposa, ?se deb¨ªa entrever cierta enjundia en las siguientes cuestiones? Por ejemplo: ?Cu¨¢l es el secreto del amor? ¡°La suerte. Que cuando haya una pelea no sea gorda ni lleve a la ruptura. Y que no sean muy frecuentes¡±. Contraatac¨® Motos: ?los que no tienen ¨¦xito en la pareja no han sabido elegir? ¡°El amor no se puede elegir", pontific¨® Allen. "No se puede seguir una estrategia, cuando encuentras a alguien y las cosas no van mal por mucho tiempo y cuando van bien, van muy bien, eso es¡±.
?Cu¨¢l es el secreto de su relaci¨®n con su esposa?, insisti¨® Motos, m¨¢s concretamente, si a ella no le gusta el deporte y a Allen s¨ª. ¡°Ella ve una pel¨ªcula mientras yo veo b¨¦isbol, baloncesto, f¨²tbol, tenis, lo que sea. Me gusta todo el deporte, ver¨¦ cualquier cosa. Talar ¨¢rboles¡±.
En este intercambio, Motos estaba ofreciendo a su vez su propia respuesta: ?qu¨¦ se le pregunta a Woody Allen en El Hormiguero? Exactamente eso. Allen fue Allen toda la entrevista (cit¨® a gusto a sus ¨ªdolos, Bergman, Fellini y Truffaut, recomend¨® El s¨¦ptimo sello en prime time y critic¨® la vis c¨®mica de Cary Grant), y Motos fue Motos.
Allen acudi¨® al programa para promocionar su nueva pel¨ªcula, Rifkin¡¯s Festival (que se estrena el viernes). La ¨²ltima vez que alguien lo hab¨ªa hecho el plan hab¨ªa salido regular. Elena Anaya, coprotagonista de la cinta, le cont¨® a Buenafuente, la semana pasada en Late Motiv, que Allen la hab¨ªa hundido muchos d¨ªas al dirigirla. Que en la primera jornada de rodaje le hab¨ªa dicho que era la peor actriz del mundo, y que eso mismo lo hab¨ªa repetido otras tardes. Aquello caus¨® algo de revuelo en redes. Algo. Como el director de D¨ªas de radio a veces act¨²a como un test de Roscharch generacional (quien quiere ver un genio, lo ve; quien quiere ver al patriarcado con gafas Moscot, nada se lo impide), se entendi¨® la historia a la vez como un abuso y como algo normal, el precio a pagar por estar cerca de la genialidad. Tampoco se trat¨® la cuesti¨®n en esta entrevista. Esta era, de nuevo, una charla con el director de tanto cine excelente, no una oportunidad de enfrentar a la figura medi¨¢tica a los tiempos que corren.
Como tal, fue una entrevista redonda. Allen toc¨® sus grandes ¨¦xitos: estuvo reconocible, neur¨®tico, encantador, sabio, se dej¨® venerar y habl¨® incluso de tocar el clarinete en su banda de jazz y del peligro que supone que el labio se le ablande por falta de pr¨¢ctica (fue la pregunta final y estuvo fino Motos ah¨ª). Quiz¨¢ cuando alguien de su intelecto se deja preguntar por todo lo bueno y nada de lo malo, es inevitable que quede la duda, quiz¨¢ gratuita pero duda, a la tercera pregunta tanto como a la ¨²ltima, de cu¨¢nto de la entrevista sirve para contar y cu¨¢nto para callar. Pero el director de Delitos y faltas y Annie Hall se pas¨® por una vez por el prime time espa?ol y, ante Pablo Motos, f¨ªjense ustedes, estuvo brillante.