A Lovecraft le hubiera horrorizado
¡®Territorio Lovecraft¡¯, una de las series m¨¢s locas de los ¨²ltimos a?os, mezcla g¨¦neros sin verg¨¹enza alguna para recordar que el racismo y la intolerancia siguen aqu¨ª
En los a?os cincuenta en EE UU el racismo (y la intolerancia y la segregaci¨®n) daba miedo. En 2020, tambi¨¦n. ?Menos? Puede que s¨ª, pero no por ello mejor. Como hac¨ªa hace ya un a?o la excelente Watchmen, en la inclasificable serie Territorio Lovecraft (ambas en HBO Espa?a) uno de sus temas principales es la idea del legado, de saber entender el pasado y de p...
En los a?os cincuenta en EE UU el racismo (y la intolerancia y la segregaci¨®n) daba miedo. En 2020, tambi¨¦n. ?Menos? Puede que s¨ª, pero no por ello mejor. Como hac¨ªa hace ya un a?o la excelente Watchmen, en la inclasificable serie Territorio Lovecraft (ambas en HBO Espa?a) uno de sus temas principales es la idea del legado, de saber entender el pasado y de pelear por un futuro mejor (ya que el presente nunca parece ser el momento de conseguirlo). A trav¨¦s de monstruos reales, de situaciones abominables (siendo negro, un paseo por un pueblo del Estados Unidos profundo de los cincuenta puede ser igual de aterrador que un fantasma, un perro infernal o cualquier ser primigenio), y de muchas referencias literarias y de g¨¦neros de ficci¨®n, Territorio Lovecraft cuenta la historia de la familia Freeman (se traduce al castellano como ¡®hombre libre¡¯, un apellido nada sutil para la trama) y su viaje a una liberaci¨®n que entra en el ¨¢mbito de lo fant¨¢stico, la brujer¨ªa y el terror.
Sin t¨¦rmino medio, la serie basada en la novela de Matt Ruff (blanco, por cierto), titulada tambi¨¦n Territorio Lovecraft, es la ficci¨®n perfecta para quien no tenga expectativas ni sea exigente (dicho con cari?o). Es una serie enmara?ada, para bien y para mal. A ratos parece querer ser (solo lo parece) una serie de marca HBO 100% y a veces lo que s¨ª que parece, y a mucha honra, es una ficci¨®n de serie B de alto presupuesto y muy entretenida. Aunque quiz¨¢ la definir¨ªa mejor decir que es muy loca. Como se puede apreciar, una ficci¨®n complicada de clasificar, pero que merece la pena por su falta de complejos y su candidez a la hora de atreverse sin miedo a cambiar de registro en cada cap¨ªtulo.
Est¨¢ ambientada en los a?os cincuenta, pero bien podr¨ªa estarlo casi en cualquier momento del m¨¢s de medio siglo que ha pasado desde entonces. La historia toma el nombre del autor H. P. Lovecraft (1890-1937) tanto por la manera en la que el racismo aparec¨ªa en su obra. ¡°El hombre blanco pertenece a una clase superior y es m¨¢s racional¡±, dec¨ªa el escritor, y as¨ª piensa en la serie la familia (supremacista blanca) Braithwhite (otro apellido nada sutil). ¡°El salvaje primitivo, o simio, simplemente rebusca en la selva para encontrar una compa?era; ?el ario eminente debe elevar sus ojos a los mundos de m¨¢s all¨¢ y considerar su relaci¨®n con el infinito!¡±, dec¨ªa Lovecraft en una carta a un amigo. Estas ideas son m¨¢s influyentes en la serie que los monstruos imposibles creados por el autor. Que nadie espere a Chuthulu o Azathoth campando a sus aires por Chicago (aunque igual alg¨²n cameo hay...).
Tambi¨¦n como en Watchmen, la matanza de Tulsa en los a?os veinte es un referente de esta historia. Como lo es la literatura fant¨¢stica y de aventuras. En Territorio Lovecraft hay referencias literarias cl¨¢sicas directas (la relaci¨®n entre el protagonista y su t¨ªo, casi una figura paterna, se cimienta en los libros de ciencia ficci¨®n y fantas¨ªa que leen). Y todas ellas, salvo El conde de Montecristo (de Alejandro Dumas, hijo de una esclava negra), de autores blancos: Dr¨¢cula (Bram Stoker), Viaje al centro de la tierra (Julio Verne), Una princesa de marte (de las novelas de John Carter de Edgar Rice Burroughs), La caba?a del t¨ªo Tom (Harriet Beecher Stowe), La casa en el conf¨ªn de la tierra (William Hope Hodgson), aparte del propio Lovecraft.
Entre otras cosas, la serie reclama para la cultura negra lo que casi siempre se ha mostrado desde el punto de vista blanco, algo muy relacionado con un final que habr¨¢ incomodado a m¨¢s de uno porque no es el final (ni el mensaje) al que el espectador blanco est¨¢ acostumbrado (porque es algo que da por hecho) y que no desvelamos aqu¨ª. Y juega de forma maravillosa y de forma anacr¨®nica con las canciones de la banda sonora (con una mezcla de artistas actuales con figuras como Etta James) y con audios de famosos discursos reivindicativos o poemas de afroamericanos, como el Whitey On the Moon de Gil Scott-Heron de 1970 (¡±No puedo pagar las facturas m¨¦dicas -y los blanquitos est¨¢n en la luna-, de aqu¨ª a diez a?os seguir¨¦ pag¨¢ndolas -mientras los blanquitos est¨¢n en la Luna¡±).
La serie, aparte del horror (m¨¢s que el terror), a ratos es una road trip, en otros aventuras a lo Indiana Jones, un episodio es una historia de casa encantada, e incluso hay apuntes a viajes interdimensionales. La exageraci¨®n puede ser buena en el horror, Alex de la Iglesia lo sabe bien con sus 30 monedas (casualmente, tambi¨¦n de HBO) que estrena el 29 de noviembre y que, salvando las distancias, se relaciona con Territorio Lovecraft por su amor al g¨¦nero y su libertad para tocar diferentes palos sin miedo a nada.
Territorio Lovecraft recuerda y reivindica que los negros tienen derecho, y deben, escribir su historia. Lo hace con un mejunje ca¨®tico y fren¨¦tico (pasan muchas cosas en cada episodio). Todo esto a Lovecraft (y su ritmo pausado) le hubiera horrorizado.