El alcoholismo chic y mono

Cuando el mayor Strasser, en Casablanca, le pregunt¨® a Rick su nacionalidad, este respondi¨®: ¡°Drunkard¡±, borrachuzo. En otra peli, el gordo Gutman elogi¨® la forma de beber de Sam Spade, sin que sepamos si elogiaba al personaje o al actor, pues Bogart no ten¨ªa que prepararse mucho ese aspecto de sus personajes. Le sal¨ªa muy natural lo de embaularse vasos palmeros de whisky.

En Eva al desnudo, Marilyn Monroe tiene un papel cort¨ªsimo, la mitad del cual consiste en intentar alcanzar con la mano una copa que otro personaje se ha ofrecido a traerle. ¡°Perdona, querida, me hab¨ªa olvidado¡±, se excusa ¨¦l. ¡°Yo no¡±, responde ella, con un ansia inocente, premonitoria y autorreferencial.

Muy lejos de estos modelos cl¨¢sicos, se impone hoy un alcoholismo chic, en femenino y estilizad¨ªsimo, que encarna la Beth Harmon de Gambito de dama, y ahora tambi¨¦n, aunque con menos ¨¦xito, el personaje de Kaley Cuoco en The Flight Attendant, una comedia de misterios a lo Agatha Christie. En ambos casos el alcoholismo es mono, est¨¢ fotografiado como si fuera una portada del Vogue y presenta la ca¨ªda a los infiernos como una bajada en escalera mec¨¢nica al parking de un centro comercial tras una tarde de compras. A la azafata Couco, al menos, le pintan unas ojeras y la despeinan. A la ajedrecista, ni eso.

Bogart y Monroe tambi¨¦n estilizaban un alcoholismo del que solo se nos ense?aban los c¨®cteles y los escotes, pero no la sangre en la orina ni los v¨®mitos. Sin embargo, hab¨ªa en sus tragos una verdad que no encuentro en aquellas series, y no creo que se deba a que Bogart y Monroe tambi¨¦n fuesen borrachos fuera de plano, sino a que sus personajes cargaban con un peso y una oscuridad que en las neoborrachas de Netflix y HBO parecen felpa y almid¨®n para rellenar el vestuario.