Lennon
Las etiquetas de revolucionario puro para Lennon y de blandengue y convencional para McCartney me parec¨ªan tan injustas como tontas. Ambos eran geniales
Aunque se disolvieran hace tanto tiempo la m¨²sica de los Beatles permanece como una de las m¨¢s hermosas bandas sonoras de nuestra vida, la de varias generaciones. Y me cuentan de una adolescente llamada Carlota, aquejada de deficiencia mental extrema, sin posible diagn¨®stico, cuya expresi¨®n se calma y se ilumina cuando escucha incansablemente las canciones que inventaron Lennon y McCartney, que su alegr¨ªa y satisfacci¨®n son plenas oyendo una y otra vez Abbey Road. La ciencia no ha encontrado cura para su terrible enfermedad, pero los Beatles le donan moment¨¢nea felicidad. Bendito...
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Aunque se disolvieran hace tanto tiempo la m¨²sica de los Beatles permanece como una de las m¨¢s hermosas bandas sonoras de nuestra vida, la de varias generaciones. Y me cuentan de una adolescente llamada Carlota, aquejada de deficiencia mental extrema, sin posible diagn¨®stico, cuya expresi¨®n se calma y se ilumina cuando escucha incansablemente las canciones que inventaron Lennon y McCartney, que su alegr¨ªa y satisfacci¨®n son plenas oyendo una y otra vez Abbey Road. La ciencia no ha encontrado cura para su terrible enfermedad, pero los Beatles le donan moment¨¢nea felicidad. Benditos sean.
Imagino que la memoria permanece fiel para infinita gente a lo largo del universo cuando recibieron la maldita noticia hace 40 a?os de que un tarado que pretend¨ªa ser el guardi¨¢n entre el centeno hab¨ªa acribillado a John Lennon. Me pill¨® en medio de un coloc¨®n, algo habitual para m¨ª en aquella ¨¦poca. Se me disip¨® r¨¢pido. Creo que le sustituyeron las l¨¢grimas, la rabia y la desoladora certidumbre de que ya no habr¨ªa m¨¢s canciones suyas, provocadoras de emociones impagables, ideales para tantos estados del ¨¢nimo.
Jam¨¢s sent¨ª fascinaci¨®n por la vida p¨²blica de Lennon y sus colegas. Las pel¨ªculas que dirigi¨® Lester con ellos me parecen rid¨ªculas, carentes de la menor gracia y me daba repel¨²s la contin¨²a exhibici¨®n de Lennon junto a su esposa y artista conceptual (?qu¨¦ co?o ser¨¢ eso?) Yoko Ono. Sus extenuantes numeritos pacifistas, nudistas, ecologistas, subversivos, sus movidas en la India a la b¨²squeda de espiritualidad, en fin¡
Las etiquetas de revolucionario puro para Lennon y de blandengue y convencional para McCartney me parec¨ªan tan injustas como tontas. Ambos eran geniales. Amo el gran arte pero siento escaso inter¨¦s por la existencia cotidiana de sus creadores. Y comprendo el f¨¦rreo hermetismo con el que Dylan ha tratado de protegerse a lo largo de toda su vida. Lennon compon¨ªa y cantaba como Dios. Su empe?o en ser m¨¢s famoso que Jesucristo me da igual. Al parecer, Mozart tambi¨¦n dec¨ªa y hac¨ªa muchas bobadas.