Fran Lebowitz, una escritora rabiosamente neoyorquina
Martin Scorsese vuelve a reunirse con su buena amiga en una serie documental de siete episodios
De su legendario bloqueo como escritora Fran Lebowitz (Nueva Jersey, 70 a?os) ha logrado hacer una fruct¨ªfera carrera y ha salido m¨¢s que airosa. ?Una escritora que no logra escribir desde hace 40 a?os y es famosa? Ocurre en Nueva York, s¨ª, y su popularidad es tal que llena auditorios y teatros, y cuenta con una legi¨®n de defensores y detractores. No deja a nadie indiferente. Uno puede encontrarse con Lebowitz ¡ªning¨²n parentesco con la fot¨®grafa¡ª desde en la lista de mujeres m¨¢s elegantes de la r...
De su legendario bloqueo como escritora Fran Lebowitz (Nueva Jersey, 70 a?os) ha logrado hacer una fruct¨ªfera carrera y ha salido m¨¢s que airosa. ?Una escritora que no logra escribir desde hace 40 a?os y es famosa? Ocurre en Nueva York, s¨ª, y su popularidad es tal que llena auditorios y teatros, y cuenta con una legi¨®n de defensores y detractores. No deja a nadie indiferente. Uno puede encontrarse con Lebowitz ¡ªning¨²n parentesco con la fot¨®grafa¡ª desde en la lista de mujeres m¨¢s elegantes de la revista Vanity Fair hasta en el mural del restaurante Waverly Inn, tambi¨¦n en, por ejemplo, un v¨ªdeo de una exposici¨®n sobre Jane Austen en la Morgan Library o en una acera del West Village. En la calle siempre va con gafas de sol y muy posiblemente tendr¨¢ un cigarrillo en la mano y cara de pocos amigos.
Hace una d¨¦cada el director Martin Scorsese rod¨® un documental sobre Lebowitz, Public Speaking, inspirado en una idea del editor de Cond¨¦ Nast, Graydon Carter, otro buen amigo de la escritora. Al fin y al cabo, Fran ha perdonado pocas fiestas, tiene y ha tenido muchos amigos como el fot¨®grafo Peter Hujar o la premio Nobel Toni Morrison. Comparada con frecuencia con Dorothy Parker por su implacable sentido del humor, aguda observadora, divertida y mordaz, Lebowitz se mostr¨® en aquel primer documental tan hilarante y directa como acostumbra al explicar su vida y su talento para sobrevivir en Nueva York. Su facilidad innata, confesaba, para emitir juicios la llevaba a pensar que habr¨ªa sido una juez perfecta, y subrayaba que uno de sus grandes hits fue participar en la serie Ley y orden, precisamente interpretando a una juez.
Una d¨¦cada despu¨¦s de aquello, Scorsese y Lebowitz han vuelto a encontrarse en la serie de siete episodios, de unos 30 minutos de duraci¨®n cada uno, que acaba de estrenar Netflix. Supongamos que Nueva York es una ciudad tiene algo de ejercicio nost¨¢lgico. Pero ah¨ª est¨¢ el ca¨²stico humor de Lebowitz y su empe?o en mantenerse ajena a cualquier sentido de lo pol¨ªticamente correcto ¡ªy a mucha honra, a?adir¨ªa ella¡ª, como superviviente de una ¨¦poca y una ciudad en la que hab¨ªa atracos, tiroteos y casi ninguna esterilla de yoga, ni por supuesto un spa para perros en cada esquina junto a bares de zumos org¨¢nicos. Los episodios de la nueva serie re¨²nen retazos de entrevistas con Alec Baldwin o Spike Lee en viejos programas de televisi¨®n, junto a varias sesiones de charlas entre Scorsese y Lebowitz en un club del West Village, y en varios teatros con p¨²blico. Tambi¨¦n hay muchas im¨¢genes de la escritora caminando por Manhattan y alrededor de una maqueta gigante de la isla.
Lebowitz es la quintaesencia de una versi¨®n legendaria de la ciudad. A estas alturas y a la velocidad a la que han ido desapareciendo los bares y rincones de aquel Nueva York salvaje de los setenta, la escritora es casi un monumento que sigue en pie. Cascarrabias, fumadora, respondona, parlanchina y jocosa, tierna y capaz de fulminar con la mirada, ella encarna, como pocos ya, un car¨¢cter rabiosamente neoyorquino, que no brooklinita. Y esta diferencia hay que entenderla, importa. Cuando Scorsese y ella decidieron arrancar con el nuevo proyecto se dieron un apret¨®n de manos y qued¨® claro que no saldr¨ªan de Manhattan, aunque al final acabaron yendo a Queens para rodar la citada maqueta. Si Woody Allen ha encarnado durante d¨¦cadas la versi¨®n m¨¢s fotog¨¦nica y burguesa de la ciudad, Lebowitz conocida en Nueva York, pero no tanto fuera, es una versi¨®n m¨¢s gay, gamberra y cr¨ªtica con todo.
Esnob con las opiniones
De su bloqueo y de su libertad para opinar con contundencia ha hecho bandera y carrera. Lleg¨® reci¨¦n expulsada del instituto de Nueva Jersey en los sesenta, trabaj¨® como taxista y, m¨¢s adelante, como cr¨ªtica para la revista Interview de Andy Warhol. Nunca le gust¨®, le escamaba la cantidad de gente cercana al artista que acababa muriendo. Luego, con el sida, Lebowitz vio desaparecer a un buen n¨²mero de amigos y lament¨® que aquella masa cr¨ªtica de gente desenfadada, divertida y culta se esfumara y, poco a poco, fuera sustituida por gente mucho m¨¢s convencional y acomodada. Una de sus bestias negras es el exalcalde Michael Bloomberg, que ha llenado Times Square de tumbonas, denuncia con acidez en la nueva serie. La ciudad, clama, est¨¢ llena de jardineras y mobiliario que la hacen parecer ¡°el piso de una abuela¡±.
Reuni¨® sus art¨ªculos en dos vol¨²menes que tuvieron mucho ¨¦xito. El tour promocional dej¨® claro su talento para hablar y seducir al p¨²blico. No tiene m¨®vil, ni ordenador, no renuncia a su proverbial pereza, ni a presentarse como un personaje que podr¨ªa estar en uno de esos libros que los editores durante a?os le ped¨ªan que escribiera y que ella, a pesar de recibir el adelanto, no lograba arrancar.
?Lebowitz es una esnob? Su esnobismo, responde a Scorsese, no tiene que ver con qui¨¦n es tu padre o d¨®nde estudiaste sino con si est¨¢s de acuerdo con lo que ella opina o no. No acaba de entender que haya gente que se enfurezca al o¨ªrla. Fran confiesa: ¡°No tengo poder, pero estoy llena de opiniones¡±.
Habla de los j¨®venes que a veces se le acercan y le dicen cu¨¢nto les habr¨ªa gustado vivir en la ciudad en los 70. A ella nunca se le ocurri¨® a los 20 acercarse a nadie a decirle que le habr¨ªa gustado vivir en los a?os 30, pero entiende que la ven como un Abraham Lincoln que sobrevivi¨® a la Guerra de Secesi¨®n. Solo que Fran tiene mucha m¨¢s gracia y es m¨¢s moderna.