Palomares, guerra at¨®mica sobre el cielo espa?ol
Una serie documental recrea el accidente nuclear que el r¨¦gimen franquista trat¨® de esconder mediante la censura primero y el folclore despu¨¦s, con la inmersi¨®n de Fraga en las aguas mediterr¨¢neas
El 16 de enero de 1966, un ni?o que estudiaba en el colegio La Salle de Almer¨ªa fue corriendo al ba?o que estaba en el patio. No lleg¨® a entrar; se qued¨® en la puerta con la boca abierta y la mano en la bragueta, mirando el cielo: all¨ª, dos aviones estaban pegados el uno al otro durante el suficiente tiempo como para pensar que iban a estrellarse. ¡°Yo ten¨ªa los ojos como platos¡±, recuerda ese ni?o m¨¢s de 50 a?os despu¨¦s en el documental Palomares, el brutal repaso de cuatro cap¨ªtulos al accidente de aviaci¨®n que pudo...
El 16 de enero de 1966, un ni?o que estudiaba en el colegio La Salle de Almer¨ªa fue corriendo al ba?o que estaba en el patio. No lleg¨® a entrar; se qued¨® en la puerta con la boca abierta y la mano en la bragueta, mirando el cielo: all¨ª, dos aviones estaban pegados el uno al otro durante el suficiente tiempo como para pensar que iban a estrellarse. ¡°Yo ten¨ªa los ojos como platos¡±, recuerda ese ni?o m¨¢s de 50 a?os despu¨¦s en el documental Palomares, el brutal repaso de cuatro cap¨ªtulos al accidente de aviaci¨®n que pudo cambiar la historia de Espa?a. Dirigido por ?lvaro Ron y producido por 93 Metros y Movistar, lo estrena esta plataforma el jueves 22.
Ese d¨ªa, bajo la alucinada mirada del ni?o, los aviones se separaron y siguieron rumbos diferentes. El cr¨ªo no sab¨ªa que los aviones hac¨ªan eso rutinariamente. Se trataba de una operaci¨®n de repostaje por parte de un avi¨®n cisterna cargado con 110.000 litros de combustible y un bombardero B-52 que llevaba cuatro bombas nucleares con 75 veces la capacidad at¨®mica de las que destruyeron Hiroshima. El punto de encuentro era sobre el cielo de Palomares, una pedan¨ªa almeriense de Cuevas de Almanzora, que entonces ten¨ªa unos mil vecinos viviendo en condiciones precarias, sin comunicaciones ni, en muchos hogares, luz el¨¦ctrica. Los vecinos estaban acostumbrados a ese momento en que los aviones se pegaban para que la manguera de uno repostase en el otro; era imposible no mirarlos. No ten¨ªan ni idea de a qu¨¦ se deb¨ªa: estaba prohibido saberlo.
William B. Jackson, teniente de la Fuerza A¨¦rea de Estados Unidos, explica el motivo a las c¨¢maras en el documental. Estaba destinado en Mor¨®n de la Frontera, y su misi¨®n era dar soporte a la operaci¨®n Chrome Dome, un programa mediante el cual Estados Unidos enviaba bombarderos B-52 hasta la Uni¨®n Sovi¨¦tica sobrevolando el C¨ªrculo Polar y Espa?a; lo hac¨ªan 24 horas durante siete d¨ªas a la semana. Lo hac¨ªan siempre, sin descanso, porque en plena Guerra Fr¨ªa el pa¨ªs norteamericano ten¨ªa constantemente bombas nucleares sobre el cielo en aviones que daban la vuelta al globo terr¨¢queo para poder contraatacar r¨¢pidamente en caso de que el suelo estadounidense fuese atacado. Se llamaba a esto de una forma peculiar: Destrucci¨®n Mutua Asegurada. El lema de tan delicada operaci¨®n (¡°est¨¢bamos entrenados para atacar en cuesti¨®n de segundos, de minutos, con todo¡±) no era menos peculiar: ¡°La paz es nuestra profesi¨®n¡±.
El 17 de enero de 1967, un d¨ªa despu¨¦s de que un ni?o del colegio La Salle de Almer¨ªa descubriese por primera vez el baile acrob¨¢tico de dos aviones sobre Palomares, un fallo estructural del B-52 (seg¨²n Larry Messinger, piloto del bombardero, superviviente gracias a que sali¨® eyectado en el ¨²ltimo suspiro) lo abalanz¨® sobre el avi¨®n cisterna. Aquellos dos aviones que cada d¨ªa repostaban pegados se fundieron en una gigantesca bola de fuego; sobrevivieron cuatro pilotos de los siete, y sobre Palomares cayeron cuatro bombas nucleares con tal capacidad de destrucci¨®n que su impacto, desde Almer¨ªa, podr¨ªa haberse sentido a 600 kil¨®metros.
El documental aborda el destino de esas bombas y, sobre todo, su carga radiactiva, que permanece a d¨ªa de hoy en Palomares. En la pel¨ªcula habla John Jarvis, del departamento de Protecci¨®n Radiol¨®gica de las fuerzas a¨¦reas estadounidenses; cuenta que cada vez que tomaban mediciones de plutonio en el ¨¢rea de las bombas (se rompieron en la ca¨ªda, sin activarse la carga at¨®mica por un dispositivo de seguridad en caso de accidente que permanece en secreto), luego su equipo se iba con las ropas llenas de plutonio a meterse en el Mediterr¨¢neo tal cual estaban vestidos para poder limpiarse. Ese fue el primer ba?o de Palomares, el aut¨¦ntico ba?o que demostraba la gravedad de un accidente que el r¨¦gimen franquista trat¨® de esconder mediante la censura primero y el folclore despu¨¦s, con la inmersi¨®n del ministro Manuel Fraga en las aguas mediterr¨¢neas para tratar de demostrar que no pasaba nada y que todo estaba bien despu¨¦s de que se rompiesen varias bombas nucleares en la zona.
Gan¨® lo segundo, el folclore y la risa, pues todav¨ªa hoy mencionar Palomares en el resto de Espa?a es recordar la foto de Fraga sonriendo y saliendo del agua mientras saluda como si fuese el primer ba?o del verano. A esto, a las intensas relaciones de los gobiernos espa?ol y estadounidense, y a las consecuencias de la radiaci¨®n provocada por el accidente, contextualizado todo ello con una minuciosa reconstrucci¨®n que aporta im¨¢genes y documentos in¨¦ditos, dedica el documental Palomares lo m¨¢s enjundioso de uno de los relatos definitivos de un accidente que pudo cambiar la historia de Espa?a, destruyendo parte de ella.
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