ElBulli
Se cumplen 10 a?os del cierre del restaurante. Solo lo visit¨¦ una vez, pero mis sentidos y mis papilas gustativas guardan eterna memoria de aquella Capilla Sixtina del arte de comer y beber
Celebran con mucho ¨¦nfasis pol¨ªticos y multitudes los aniversarios de instituciones y acontecimientos que me resultan as¨¦pticos, incomprensibles, que no me tocan ninguna fibra emocional. Pero, al parecer, son cantidad de trascendentes. Como el d¨ªa de la Patria, de la Constituci¨®n, de la Virgen, de las Comunidades, de las Fuerzas Armadas, de la Hispanidad y esas cosas. Pero aunque sea ateo rezo mis oraciones particulares en los aniversarios de seres cercanos, pel¨ªculas, libros, m¨²sicas que me donaron placer infinito.
Hoy se cumplen ...
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Celebran con mucho ¨¦nfasis pol¨ªticos y multitudes los aniversarios de instituciones y acontecimientos que me resultan as¨¦pticos, incomprensibles, que no me tocan ninguna fibra emocional. Pero, al parecer, son cantidad de trascendentes. Como el d¨ªa de la Patria, de la Constituci¨®n, de la Virgen, de las Comunidades, de las Fuerzas Armadas, de la Hispanidad y esas cosas. Pero aunque sea ateo rezo mis oraciones particulares en los aniversarios de seres cercanos, pel¨ªculas, libros, m¨²sicas que me donaron placer infinito.
Hoy se cumplen 10 a?os del cierre del restaurante elBulli. Solo lo visit¨¦ una vez, pero mis sentidos y mis papilas gustativas guardan eterna memoria de aquella Capilla Sixtina del arte de comer y beber. Era pedregoso, de tierra, muy ¨¢rido el camino que conduc¨ªa desde Rosas a elBulli. Y sabiendo que la comida de fusi¨®n se presta a la impostura y al gato por liebre sent¨ª cierto mosqueo cuando en los aperitivos nos ofrecieron que chup¨¢ramos unos palitos. Informaban de que eran un mojito y un daiquiri. Y habiendo recorrido el Caribe trasegando esas fant¨¢sticas bebidas, no entend¨ªa c¨®mo su sabor pod¨ªa impregnarse en un palo. Pero el milagro exist¨ªa. Y a partir de ah¨ª un fest¨ªn de infinitos platos de los que guardo agradecida y eterna memoria. Servidos por un equipo que funcionaba como una coreograf¨ªa perfecta. Era una experiencia que hab¨ªa que compartir con personas queridas. No la concibo en soledad. Y como dec¨ªa Lou Reed en una canci¨®n de su precioso disco Berlin: era el Para¨ªso. Tuve esa sensaci¨®n en elBulli.
Hay muchos seres (o no tantos) que poseen talento, pero la genialidad es l¨®gicamente muy escasa. Los segundos son ¨²nicos en el arte o la ciencia que practiquen, deslumbrantes, inimitables. Ferran Adri¨¤ pertenece a esa raza. Y cre¨® un monumento llamado elBulli. Ojal¨¢ que todos los que valoran el placer (no comprendo a los que aseguran que comen porque no hay m¨¢s remedio, ni a los abstemios vocacionales) y las personas que saben lo que es el hambre hubieran disfrutado alguna vez de ese templo m¨¢gico. Solo comparable a un largo orgasmo.
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