Qu¨¦ es cierto y qu¨¦ es falso en la serie ¡®Gambito de dama¡¯
La serie, premiada el domingo con un Emmy, refleja muy bien y muy mal diversos aspectos del ajedrez
La serie Gambito de dama (Netflix) ha recibido un Emmy pocos d¨ªas despu¨¦s de que la excampeona del mundo de ajedrez Nona Gaprindashvili demandase judicialmente a Netflix por una l¨ªnea del guion en la que se afirma que ella no jug¨® contra hombres. Son dos hechos llamativos que ilustran el blanco y el negro de la miniserie:...
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La serie Gambito de dama (Netflix) ha recibido un Emmy pocos d¨ªas despu¨¦s de que la excampeona del mundo de ajedrez Nona Gaprindashvili demandase judicialmente a Netflix por una l¨ªnea del guion en la que se afirma que ella no jug¨® contra hombres. Son dos hechos llamativos que ilustran el blanco y el negro de la miniserie: refleja con gran fidelidad algunas facetas del deporte mental y chirr¨ªa en otras de forma muy criticable.
Gaprindashvili, de 80 a?os, present¨® la demanda por difamaci¨®n en Los ?ngeles. Pide cinco millones de d¨®lares (4,26 millones de euros) y que se borre esta l¨ªnea del guion: ¡°Nona Gaprindashvili [¡] es la campeona mundial femenina y nunca se ha enfrentado a hombres¡±. La excampeona tiene raz¨®n en que la frase est¨¢ mal escrita, aunque bastar¨ªa con cambiarla un poco para convertirla en certera: Gaprindashvili fue pentacampeona del mundo (1962-78) en torneos y duelos que solo jugaban mujeres, pero se enfrent¨® a muchos hombres en otras competiciones, y gan¨® a no pocos.
La tarea del juez ser¨¢ peliaguda si quiere aclarar la causa del error: mera negligencia en el cuidado de los detalles o, como argumenta la demandante, ¡°mentira descarada y deliberada¡± con el prop¨®sito de ¡°intensificar el drama¡±, en el sentido de que la protagonista de la serie, Beth Harmon (interpretada por Anya Taylor-Joy), fuera la ¨²nica ajedrecista de la historia hasta ese momento (1968) que hubiera ganado a hombres (rotundamente falso).
Si el juez examina minuciosamente los siete cap¨ªtulos de la serie encontrar¨¢ argumentos para fundamentar la mala intenci¨®n aludida por Gaprindashvili. Algunos son pecados veniales, t¨ªpicos en el cine para dar m¨¢s vigor y ritmo al relato; por ejemplo, los golpes tremendos al reloj durante las partidas o que ninguna termine en tablas o que los jugadores hablen mientras juegan en torneos de alta competici¨®n. Y si hablamos del doblaje al espa?ol, es asombroso que Netflix no contratase a un experto para corregir los abundantes fallos de traducci¨®n.
Pero hay uno mucho m¨¢s criticable porque lanza un mensaje falaz y peligroso: Beth Harmon solo pierde una partida oficial, y nada menos que con el campe¨®n de EE UU, en su progresi¨®n hasta enfrentarse al campe¨®n del mundo. Eso es imposible, por descomunal que pueda ser el talento de un ni?o o ni?a. Y, m¨¢s grave a¨²n, lanza un mensaje pernicioso a una sociedad que ha magnificado el triunfo r¨¢pido y en teor¨ªa f¨¢cil, despreciando el alt¨ªsimo valor formativo del fracaso o la derrota.
Pasi¨®n sovi¨¦tica
En el ajedrez, la influencia de la suerte o del ¨¢rbitro o de la meteorolog¨ªa es cercana a cero. Si pierdes, tu rival ha jugado ese d¨ªa mejor que t¨², y eso significa que puedes hacer una autocr¨ªtica muy precisa, que te dir¨¢ d¨®nde has fallado y qu¨¦ debes hacer la pr¨®xima vez para evitarlo. Los maestros de escuela que lo utilizan como herramienta educativa cuentan con un mensaje muy potente: en el ajedrez, m¨¢s que en ning¨²n otro deporte, el perdedor es quien m¨¢s aprende.
Curiosamente, Gaprindashvili simboliza tambi¨¦n uno de los aspectos m¨¢s elogiables de la serie, que recrea muy bien, sin exageraci¨®n alguna, la tremenda pasi¨®n por el ajedrez en la Uni¨®n Sovi¨¦tica (URSS), el pa¨ªs m¨¢s grande del mundo hasta su colapso, en 1991. De sus 287 millones de habitantes, unos 50 lo practicaban de forma espor¨¢dica (escuelas, clubes, centros de mayores, cuarteles¡ e incluso al aire libre en verano); y entre cuatro y cinco eran jugadores federados.
En contra de lo que se afirma con frecuencia, el ajedrez no fue nunca asignatura obligatoria en la URSS. Pero s¨ª es uno de los argumentos para explicar la mayor contradicci¨®n que el autor de estas l¨ªneas hall¨® durante sus meses de estancia en varios viajes, entre 1985 y 1990, como enviado especial de EL PA?S: la calidad de la educaci¨®n de los ni?os sovi¨¦ticos era muy alta, pero esos ni?os tan bien educados aterrizaban luego en una sociedad muy corrupta, podrida y carente de libertades b¨¢sicas (en especial, las de expresarse libremente y viajar). Por las tardes, el alumnado acud¨ªa voluntariamente a los Palacios de Pioneros, donde pod¨ªan elegir inform¨¢tica, danza, piano, ajedrez, teatro, etc. Pero con una norma estricta: por muy grande que fuera el talento y el empe?o en cualquiera de esas disciplinas: un suspenso por las ma?anas en matem¨¢ticas o lengua implicaba la expulsi¨®n del Palacio de los Pioneros hasta que se corrigiera el fracaso matutino.
En el ajedrez, m¨¢s que en ning¨²n otro deporte, el perdedor es quien m¨¢s aprende
En Gambito de dama se ven escenas de multitudes arracimadas en las calles de Mosc¨² para aclamar a los jugadores cuando salen del torneo. Eso coincide, por ejemplo, con lo que se ve¨ªa cada d¨ªa en las puertas del Teatro Chaikovski en 1985, durante los dos meses y medio del segundo duelo por el Campeonato del Mundo entre Anatoli K¨¢rpov y Gari Kasp¨¢rov. Las calles se cortaban al tr¨¢fico para que los autom¨®viles oficiales de ambos pasaran a toda velocidad cada d¨ªa de partida, mientras miles de personas los saludaban con la mano desde las aceras. M¨¢s de una vez, los taxistas se negaron a cobrar al arriba firmante la carrera de regreso al hotel, en agradecimiento al relato que acababan de escuchar de lo que ocurr¨ªa entre bambalinas.
Adem¨¢s, Gaprindashvili encarna un s¨ªmbolo muy especial de esa pasi¨®n desmedida porque es georgiana, y no rusa como se afirma en la serie, reflejando el extendido error de confundir a los sovi¨¦ticos con los rusos (la diferencia entre un let¨®n y un uzbeko, por ejemplo, es tan grande como la de un noruego y un marroqu¨ª). En Georgia, la dote nupcial inclu¨ªa un juego de ajedrez desde el siglo XI. Las ajedrecistas destacadas son grandes hero¨ªnas nacionales, y Gaprindashvili fue la primera campeona del mundo georgiana.
Ana Matnadze, hoy espa?ola y ganadora de muchas medallas, era su alumna favorita: ¡°Lo que aprend¨ª de ella est¨¢ entre lo mejor de mi vida. Su sentido de la justicia es tremendo, y la hace capaz de dar la raz¨®n a alguien de menor rango en p¨²blico con total naturalidad¡±. En 2002, a los 19 a?os, Matnadze gan¨® la Primera Liga, que daba acceso a la final del Campeonato de Georgia absoluto, superando a nueve rivales masculinos: ¡°La alegr¨ªa de Nona era enorme. Cuando salimos del Palacio del Ajedrez en Tiflis hab¨ªa un mont¨®n de jugadores en la calle. Ella los mir¨® a todos, llam¨® su atenci¨®n, me se?al¨®, y les dijo: ¡°No pod¨¦is reprochar nada a Ana. Os ha tratado a todos por igual¡±
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