¡®And Just Like That¡¯: cinco horas con Mr. Big
Despu¨¦s de que dos pel¨ªculas renunciasen al esp¨ªritu original de ¡®Sexo en Nueva York¡¯, su secuela no logra recuperarlo en su vuelta a la tele, de la que nunca debi¨® salir
[Aviso: este art¨ªculo contiene desde el arranque informaci¨®n sobre aspectos importantes de la trama de la serie. Si tiene pensado verla y prefiere que no le destripemos detalles sorprendentes, mejor l¨¦alo despu¨¦s del ¨²ltimo episodio]
Que la vida iba en serio Carrie Bradshaw lo empez¨® a comprender m¨¢s tarde. O eso parece que nos quiere contar And Just Like That. La vuelta de Sexo en Nueva York a la televisi¨®n ha dejado a su protagonista compuesta y sin marido gracias a la que ya es la muerte televisiva del a?o. Pero antes de que el personaje interpretado por Chris Noth fallezca, asistimos a otra muerte, la de la serie que conocimos y disfrutamos a principios de los 2000.
Despu¨¦s de que sus dos pel¨ªculas renunciasen al esp¨ªritu original de Sexo en Nueva York, quedaban pocas esperanzas de que And Just Like That pudiera recuperarlo, pero cab¨ªa agarrarse a que su vuelta a la tele, de la que nunca debi¨® salir, ayudara. No ha sido as¨ª. Para empezar, sus episodios han cambiado de duraci¨®n ¡ªsuperan los 40 minutos¡ª, lo que ha contribuido a la p¨¦rdida de ritmo y tono. Pero m¨¢s all¨¢ de la estructura, es f¨¢cil reconocer estos cap¨ªtulos como ap¨®crifos porque no est¨¢n escritos para ser coherentes, sino para contentar a todos, seguidores antiguos y posibles seguidores j¨®venes, a los que se presupone una sensibilidad incompatible con la serie original. Y ese es el camino m¨¢s corto para no contentar a nadie.
Partiendo del prejuicio que dice que el mundo solo es como lo definen los j¨®venes y de otro, deudor de este, que dicta que la edad incapacita para sintonizar con ese mundo, la mayor¨ªa de los conflictos que trabaja And Just Like That desdibujan a sus personajes por su empe?o en colocarlos como peces fuera del agua de un reino que ya no es el suyo. Miranda, otrora inteligente y sagaz, ahora ha perdido sus habilidades sociales y mete la pata constantemente en cuestiones raciales. Carrie es incapaz de hablar sobre masturbaci¨®n ¡ªalgo muy Charlotte¡ª en un podcast dirigido por un personaje tan woke que intenta hacer bromas sobre lo woke que es y no le salen.
Tal vez es Charlotte la que sigue siendo m¨¢s fiel a s¨ª misma, solo ella ser¨ªa capaz de convertir en un problema que su hija no quiera ponerse un vestido de ?scar de la Renta. Y cuando parec¨ªa que Samantha se iba a salvar por la incomparecencia de Kim Catrall, descubrimos que se puede ser infiel a la publicista m¨¢s hedonista a ese lado del r¨ªo Hudson incluso sin verla: que ella, que acab¨® acudiendo al funeral de la madre de Miranda en un extraordinario episodio de Sexo en Nueva York, ahora solo le mande flores a Carrie ante su p¨¦rdida, es tan doloroso como incoherente, por mucha bronca entre ellas que nos tengamos que tragar.
La frivolidad de la serie de Darren Star nunca fue vac¨ªa. Carrie ya sab¨ªa que la vida iba en serio, por eso Sexo en Nueva York trataba de tom¨¢rsela a broma. Convertirla en Cinco horas con Mr. Big o en El a?o del pensamiento m¨¢gico no la hace mejor, solo m¨¢s triste.
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