A¨²n no hay un algoritmo que sepa predecir qu¨¦ series van a gustar
La adaptaci¨®n televisiva de ¡®Irma Vep¡¯, de car¨¢cter anticomercial, es una de esas grietas que aparecen a¨²n en el edificio uniforme y sin ventanas de las plataformas
El oligopolio de las plataformas est¨¢ a dos fusiones de convertirse en monopolio, y la concentraci¨®n ya se nota en la oferta, cada vez m¨¢s homog¨¦nea. Desde que las series se producen en serie, se parecen m¨¢s a la boller¨ªa industrial que a las pastas del horno centenario de tu barrio. Por mucho que todo se fabrique con el mismo molde, a¨²n no hay un algoritmo que adivine qu¨¦ historias gustan y cu¨¢les no, y esa incertidumbre obliga a los productores a rendirse al principio socr¨¢tico: al final, solo saben que no saben nada. A toro pasado, todos sabemos explicar por qu¨¦ triunfa algo, pero casi nadie sabe predecir un ¨¦xito o un fracaso. La industria del entretenimiento a¨²n se parece mucho a un juego de casino: se tiran los dados y se cruzan los dedos para que la apuesta salga bien.
Gracias a que nadie sabe nada de los caprichosos gustos del p¨²blico, gozamos de maravillas como Irma Vep (en HBO Max, de momento, hasta que se llame de otra forma), una serie metacinematogr¨¢fica y autopar¨®dica que re¨²ne todos los pecados que la har¨ªan anticomercial (y, por tanto, detestable) para un directivo de la tele: es lenta, coral, sin giros de trama, sin trucos narrativos, adulta, ambigua y exige un espectador c¨®mplice. Para colmo, tiene pasajes de cine mudo ?en blanco y negro! Aunque su peor delito es que se burla del cine de superh¨¦roes desde los c¨®digos del cine de autor (porque series par¨®dicas de superh¨¦roes desde el c¨®digo de los superh¨¦roes hay unas cuantas, pero nadie se ha atrevido a burlarse del g¨¦nero vestido de auteur franc¨¦s, con el esnobismo sin complejos que ello supone en esta ¨¦poca populista). Irma Vep es una de esas grietas que aparecen a¨²n en el edificio uniforme y sin ventanas de las plataformas, y hay que aprovecharlas a fondo.
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