Los rostros que perderemos
La posibilidad de que los actores trabajen tras su fallecimiento, cada vez m¨¢s cerca
El pasado s¨¢bado los agentes de Bruce Willis desmintieron que el actor, aquejado de afasia, hubiera vendido su imagen a la empresa Deepcake; la legislaci¨®n estadounidense actual ni siquiera lo permite a d¨ªa de hoy. Hay incontables bifurcaciones morales, filos¨®ficas, est¨¦ticas, econ¨®micas, en la posibilidad de una transacci¨®n as¨ª. Algunas las explor¨® Ari Folman en la primera mitad de la interesant¨ªsima El congreso cuando Robin Wright Penn, acosada por la edad ¡ªesa realidad trocada en enfermedad por la industria¡ª, digitaliza su cuerpo, su voz, y su rostro para que una versi¨®n eternamente joven de ella siga interpretando pel¨ªculas. Robin Wright Penn, la marca. Bruce Willis, el avatar. En Corea del Sur se estren¨® el documental Meeting You, en el que a trav¨¦s de la realidad virtual una madre consegu¨ªa abrazar por ¨²ltima vez a su hija, fallecida a los siete a?os de edad. Ram¨®n G¨®mez de la Serna ya vaticinaba que los muertos se pondr¨ªan a andar antes de que el infierno estuviera lleno (como en El d¨ªa de los muertos vivientes). El documental coreano refleja una posibilidad tecnol¨®gica que puede aliviar el duelo o puede hacer que no termine jam¨¢s.
Tenemos que morir para darles a otros la oportunidad de vivir. Nuestro tiempo es finito; siempre lo fue. Alargar la vida de un actor m¨¢s all¨¢ de su desaparici¨®n es perdernos a los actores que vendr¨¢n. Hubo una generaci¨®n que no pens¨® que hubiera una actriz mejor que Theda Bara. Pero sus padres pensaban que era mejor Sarah Bernhardt. Los que vieron a Mary Pickford no cre¨ªan que hubiera nada mejor despu¨¦s. Les sucedi¨® igual a los que oyeron hablar a Greta Garbo despu¨¦s. No lo entendieron as¨ª los que aplaudieron tanto a Rita Hayworth. Audrey Hepburn abandon¨® un d¨ªa el edificio, y lo habit¨® Liza Minelli. La silla la ocup¨® Jessica Lange. Las estrellas no son como las de antes, pero es que las cosas nunca son como antes. Nunca lo han sido. Si se pausa la muerte, nadie nacer¨¢.
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