Cluedo en la Tierra Media: adivina qui¨¦n es Sauron
¡®El Se?or de los anillos: los anillos de poder¡¯ acaba convertido en un juego por descubrir la identidad del malo de la funci¨®n
Acabada la primera temporada de El Se?or de los anillos: los anillos del poder, es el momento de hacer balance de lo que hemos visto. Es una tarea tan peligrosa como atravesar las Ci¨¦nagas de los Muertos o atravesar el paso de Morgul, visto c¨®mo las gastan los ultraortodoxos tolkinianos; ¡°dura es la hora, sin duda¡±, como dec¨ªa Aragorn, pero all¨¢ vamos.
Lo hemos pasado estupendamente regresando a la Tierra Media (y contornos) y volvi¨¦ndonos a sumergir en el universo...
Acabada la primera temporada de El Se?or de los anillos: los anillos del poder, es el momento de hacer balance de lo que hemos visto. Es una tarea tan peligrosa como atravesar las Ci¨¦nagas de los Muertos o atravesar el paso de Morgul, visto c¨®mo las gastan los ultraortodoxos tolkinianos; ¡°dura es la hora, sin duda¡±, como dec¨ªa Aragorn, pero all¨¢ vamos.
Lo hemos pasado estupendamente regresando a la Tierra Media (y contornos) y volvi¨¦ndonos a sumergir en el universo de Tolkien en un gozoso batiburrillo de temas propios del viejo profesor mezclados con ideas nuevas ¨Dincluidas ideas de la serie rival, parad¨®jicamente tan tolkiniana, Juego de tronos¡ª, aunque siempre se ha percibido un intento de ser respetuosos con la creaci¨®n del autor. De lo mejor de la serie, el empoderamiento de Galadriel (Morfydd Clark), la comandante elfa que ha pasado de tener un papel secundario (y que Il¨²vatar me perdone por la afirmaci¨®n) en El Se?or de los Anillos y otros textos de Tolkien a ser la indiscutible protagonista de esta precuela de la obra magna del escritor. La estampa de la hermosa elfa rubia embutida en armadura como una Juana de Arco noldorin (y m¨¢s al alcanzarle los fuegos de la erupci¨®n del Orodruin, el volc¨¢n de Mordor) es de las que queda en la retina tras los 8 episodios de la primera temporada en Amazon Prime. La elfa sufre luego s¨ªndrome de excombatiente (y de Estocolmo).
Nos ha impresionado mucho tambi¨¦n ¡ªaparte de la barbilla de Elrond, s¨®lo comparable a la de Kyle MacLachlan; por cierto, se?ores elfos: nunca tup¨¦ con orejas puntiagudas¡ª la plasmaci¨®n del reino-isla de N¨²menor, del que tanto hab¨ªamos o¨ªdo hablar en El Se?or de los anillos y que sabemos que se acabar¨¢ corrompiendo a lo Camelot, en este caso por la incapacidad de sus habitantes humanos de asumir que ellos son mortales y los elfos no (que es algo que sin duda ha de dar rabia). Y ha sido emocionante la sensaci¨®n de peligro y luego el desencadenamiento de la guerra en el sur contaminado por el Mal, acontecimientos en los que han destacado el ins¨®lito elfo negro interpretado por el actor portorrique?o Ismael Cruz C¨®rdova y sobre todo el jefe (¡°padre¡±) de los orcos Adar (Joseph Mawle), de inquietante fisonom¨ªa vamp¨ªrica.
A destacar la plasmaci¨®n de los orcos, m¨¢s terribles y correosos que los de Peter Jackson, y con autoconciencia existencial (los tiempos est¨¢n porque ninguna forma de vida sea del todo despreciable); uno de ellos, prisionero, suelta a sus captores durante un duro interrogatorio unas l¨ªneas dignas de Shylock: ¡°Somos tan dignos como t¨² del aliento de la vida¡±). Y una magn¨ªfica carga de caballer¨ªa in extremis al puro estilo rohirrims. Tambi¨¦n hay un retorno del rey en modesto (Halrand no es Aragorn, ?y que lo digamos!).
Tramas m¨¢s flojas y viejos conocidos
Menos interesantes y a ratos algo cargantes son las tramas paralelas de los enanos en su reino de Khazad-d?m y la de los n¨®madas-recolectores pelosos, hobbits avant la lettre. En la primera, la de los enanos, hemos visto por fin a las enanas que Tolkien nos escamote¨® (s¨®lo se las menciona una vez, en los ap¨¦ndices de El Se?or de los Anillos), y ha resultado pesadita la relaci¨®n paterno filial entre el rey Durin y su hijo por un qu¨ªtame ah¨ª ese mithril, la plata de Moria, el material estrat¨¦gico-espiritual que codician los elfos como si fuera uranio o colt¨¢n. En cuanto a los pelosos, tambi¨¦n aqu¨ª con protagonista femenina, la aventurera Nori, el equivalente de Frodo, su sociedad rural de buenismo pseudo-hippy da un poco de grima (tienen ¡°el coraz¨®n m¨¢s grande que los pies¡±, y ambas cosas mucho m¨¢s grandes que el cerebro). Hay que recordar cu¨¢nta gente no pas¨® del principio de El Se?or de los anillos precisamente por la larga explicaci¨®n de la aburrid¨ªsima vida de los hobbits que nos propin¨® Tolkien. En esta trama figuran tambi¨¦n el extra?o ca¨ªdo del cielo que sigo pensando (en mi torpe ignorancia) que debe ser Gandalf (se nos revela que es un istari, as¨ª que bien podr¨ªa ser) y tres especies de valkirias andr¨®ginas, brujas o vampiras, con sorpresa.
Nos hemos encontrado con mucha gente y cosas conocidas ya por El Se?or de los anillos y El Hobbit (libros y pel¨ªculas), como a Isildur (antepasado de Aragorn), al Balrog, a los incipientes Nazgul, las piedras palandir, los propios anillos que ya estamos forjando, con infiltrado incluido¡ La serie juega mucho con el conocimiento que tienen los fans de todos ellos.
Pero si algo ha caracterizado finalmente la primera temporada es el juego que se ha propuesto al espectador de intentar averiguar en qu¨¦ personaje se esconde Sauron. Sembrado de falsas pistas, este ejercicio de trilerismo fant¨¢stico (?d¨®nde est¨¢ la bolita?) y aut¨¦ntico Cluedo de la Tierra Media (?qui¨¦n es el criminal?) ha marcado con progresiva intensidad los cap¨ªtulos hasta la ?sorpresa? final, en que la identidad ha sido revelada en una escena digna de la tentaci¨®n en el desierto y l¨ªbrame de ti, Satan¨¢s. Por delante, much¨ªsimas intrigas que resolver, tramas que cerrar, guerras que librar y, claro, un anillo para gobernarlos a todos, para atraerlos a todos y atarlos en la oscuridad, etc¨¦tera.
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