La televisi¨®n convencional: hijos del pasado
Proliferan los programas convertidos en una sucesi¨®n de famosos que conocimos
Una tarde cualquiera en un bar cualquiera. Hay un cuenco de patatas fritas sobre la mesa y la televisi¨®n est¨¢ puesta de fondo en silencio. Aparece en el plat¨® de Y ahora Sonsoles (Antena 3) Javier Herrero, conocido como el rubio de Los Pecos. No s¨¦ lo que dice, pero compruebo que sigue estando vivo. Porque la televisi¨®n de las cadenas convencionales se ha convertido en una sucesi¨®n de fes de vida, de nostalgias pasadas por chapa y pintura...
Una tarde cualquiera en un bar cualquiera. Hay un cuenco de patatas fritas sobre la mesa y la televisi¨®n est¨¢ puesta de fondo en silencio. Aparece en el plat¨® de Y ahora Sonsoles (Antena 3) Javier Herrero, conocido como el rubio de Los Pecos. No s¨¦ lo que dice, pero compruebo que sigue estando vivo. Porque la televisi¨®n de las cadenas convencionales se ha convertido en una sucesi¨®n de fes de vida, de nostalgias pasadas por chapa y pintura, de famosos que conocimos, a los que quisimos parecernos. De hijos que podr¨ªan ser los nuestros, que podr¨ªamos ser nosotros.
Este pa¨ªs sigue vibrando y reviviendo la historia de ?ngel Cristo y B¨¢rbara Rey, ahora a trav¨¦s de sus descendientes; Mar¨ªa Jim¨¦nez y Pepe Sancho en la boca de su hijo. La muerte de Carmina, La divina, Ord¨®?ez, hace ahora 20 a?os, gracias a Francisco, Cayetano y Juli¨¢n. El ostracismo no sabemos si elegido de Isabel Pantoja a trav¨¦s de Kiko e Isa Pi. Y sigue empe?ado en seguir ese camino. TVE estrena esta semana Bake off: famosos al horno y entre sus concursantes est¨¢n la hija biol¨®gica de Roc¨ªo Jurado, la menor de Miguel Boyer, el tercero de Julio Iglesias, la menor de Mar¨ªa Teresa Campos. Y nos importa un rebledo, que dir¨ªa Ortega Smith, si les sube el bizcocho, porque se trata de recordar a los que les precedieron, cuando ni ellos ni nosotros ten¨ªamos arrugas.
Espa?a lleva tiempo sin fabricar nuevos famosos, no porque no haya cantera, sino porque seguimos aliment¨¢ndonos del pasado, cuando pens¨¢bamos en el futuro con alegr¨ªa. Porque vivir¨ªamos mejor que nuestros padres y lo bueno estaba a punto de llegar. Ahora el porvenir suena a sueldos miserables, viviendas imposibles y cambio clim¨¢tico. Nos queda el sof¨¢ y la pantalla como anest¨¦sicos. Y los directivos de televisi¨®n lo saben.
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