¡®Las hijas de la criada¡¯: el fallido follet¨ªn de Sonsoles ?nega y la autoinmolaci¨®n del Premio Planeta
La sensaci¨®n de rid¨ªculo con la novela ganadora es sofocante. Por la trama, por el estilo, por su absoluta nader¨ªa
El efecto que deja este ¨²ltimo Premio Planeta es desolador: parece un acto de transgresi¨®n cultural intrasist¨¦mico. Maravilla la capacidad de Las hijas de la criada para desescalar hacia abajo y sin l¨ªmite en el subsuelo de la novela. Mientras le¨ªa hundido en la miseria y en la tumbona me preguntaba si alguno de los miembros del jurado hizo el sacrificio de leerse esas 400 p¨¢ginas. ?Rosa Reg¨¤s o Carmen Posadas no sintieron una verg¨¹enza c¨®smica? ?Qu¨¦ vio el fino lector Pere Gimferrer que haya empujado su voto favorable? ?A Jos¨¦ Manuel Blecua no se le han llevado tod¨ªsimos los demonios acad¨¦micos y no acad¨¦micos? ?Cu¨¢l es el l¨ªmite a partir del cual el lector de un jurado se cloroformiza o se anestesia de tal manera que renuncia a ser quien es?
La novela cuenta la biograf¨ªa paralela de dos ni?as nacidas de un mismo padre la misma noche de 1900 en Galicia. Una de las madres (la criada) decide dar el cambiazo para que su hija tenga una vida feliz en casa del se?or (y padre) y la hija de la se?ora padezca el sufrimiento de la pobreza y el desamparo (y a su marido borracho perdido). 42 a?os despu¨¦s, las dos ancianas se reencuentran para contarse la verdad, cuando la hija real de la se?ora ha sido acogida como una m¨¢s de la familia y ha llevado la prosperidad a la f¨¢brica de conservas (que incluso educa a las trabajadoras) y un boyante negocio, mientras la otra hermana de padre escap¨® a Argentina y tuvo una vida igualmente pr¨®spera.
El follet¨ªn es un g¨¦nero que puede hacerse bien o mal. Aqu¨ª las cosas raras saltan a cada p¨¢gina¡±
El follet¨ªn es un g¨¦nero que puede hacerse bien o mal. Aqu¨ª las cosas raras saltan a cada p¨¢gina. De golpe y porrazo, en el cap¨ªtulo 15, ¡°don Gustavo¡± vuelve a buscar a do?a In¨¦s ¡°en la cama¡±, donde se recuperaron ¡°empapados en su sudor y sus caricias¡±, sin la menor idea de por qu¨¦ est¨¢ pasando eso por parte de In¨¦s (ni del lector), que nunca ¡°le pregunt¨® a qu¨¦ se hab¨ªa debido ese cambio de humor¡±. La trama necesitaba otro hijo. Como no hay mal que por bien no venga, se qued¨® embarazada de nuevo o, mejor, logr¨® ella ¡°detectar las demostraciones de amor¡± (hubiera sido raro no detectarlas) ¡°y el vientre fecundado que empez¨® a moldear su figura¡±. No puede ser solo mala suerte que el ni?o nazca cuando entra en la casa una invasi¨®n de ratas ¡°negras, blancas, pardas. Tambi¨¦n las hab¨ªa negras como el carb¨®n¡±. Y estaremos de acuerdo en que es raz¨®n suficiente para regresar a la Punta do Bico en Galicia y dejar al marido en esa maldita Cuba, ¡°siempre envuelta en alg¨²n l¨ªo pol¨ªtico o militar¡±. Claro que el riesgo es que se haga un tarambana el se?or Gustavo entre cubanas y mulatas, y as¨ª se lo imagina aprensivamente In¨¦s, ¡°agarrado del talle de otra mujer¡± o, y no s¨¦ qu¨¦ es peor, ¡°enredado en brazos ajenos¡±, solo un momento antes, imagino, de ¡°retirarse las l¨¢grimas¡± ella, como hacen las mujeres en esta novela: las l¨¢grimas se las ¡°retiran¡± muchas veces.
Las aberraciones narrativas son continuas. Las inconsecuencias tambi¨¦n. Las cabriolas caprichosas se suceden hasta extremos delirantes, como la carta clave que Clara descubre y lee, pero cuya informaci¨®n sobre ¡°el pecado de la carne¡± cometido solo confirma el m¨¦dico 21 a?os despu¨¦s de fallecido el padre (porque el m¨¦dico lo apunt¨® todo en un ¡°cuadernito. Por si las meigas¡±), o como la ni?a que nace muerta para impedir que procree el matrimonio de dos medio hermanos, etc.
?Era necesario que do?a In¨¦s, la madre, llegue tarde a la muerte de su marido por quedarse entretenida con la caza de un cachalote lleno de rico ¨¢mbar (y que hace millonaria a la familia), justo despu¨¦s de que el padre confiese el secreto de Clara al m¨¦dico? Tampoco falta alg¨²n atrevimiento aventurero ya en la sesentena de Clara, cuando se descubre ¡°unas ganas irreprimibles de dejarse abrazar y, llegado el caso, hacer el amor¡±. Su marido Jaime ¡ªy medio hermano¡ª no la quiere nada. A ella, en cambio, s¨ª ¡°le gustaba c¨®mo la miraba¡± Pl¨¢cido, pel¨ªn franquista, pero por suerte viudo hace 19 a?os, y de una correcci¨®n pol¨ªtica en 1963 admirable porque ¡°el silencio de Clara era el consentimiento que Pl¨¢cido necesitaba recibir¡±, mientras le desabrocha la blusa y empieza la fiesta. Por entonces, Clara descubre tambi¨¦n que en sus ojos se le pone ¡°un marco de se?ora y no de criada¡±, premonici¨®n del descubrimiento de ser hija de do?a In¨¦s, quien ha descubierto sus dotes de inteligencia empresarial (heredadas de la madre, claro: otra vez la fuerza de la sangre).
Con su marido do?a In¨¦s hace bien en no discutir. No sirve de nada, aunque llegaba a tragarse el disgusto ¡°con el riesgo de acabar padeciendo acidez de est¨®mago¡±. En cambio, al hijo que asegura que su hermana ¡°no pod¨ªa llevar su sangre¡± de lo mala mal¨ªsima que era Catalina (la que se va a Argentina), do?a In¨¦s ¡°lo cogi¨® por los pelos y le sacudi¨® cuatro azotes que le quitaron para siempre las ganas de volver a abrir la boca¡±. Joder, pobre. Tambi¨¦n es normal que si el padre culpable recibe informaci¨®n sobre su hija, mucho despu¨¦s est¨¦ dispuesto a llevarse ¡°hasta el precipicio de su muerte el escalofr¨ªo que le raj¨® el coraz¨®n en dos mitades al saber de su hija Clara¡±.
A alguien se le ha ido la pinza para llegar a premiar una redacci¨®n escolar de turbadora tosquedad¡±
La sensaci¨®n de rid¨ªculo es sofocante. Por la trama, por el estilo, por la mojigater¨ªa, por la ranciedad, por la simpleza, por la arbitrariedad, por la absoluta nader¨ªa de un follet¨ªn sin categor¨ªa siquiera de follet¨ªn. A alguien se le ha ido la pinza para llegar a premiar una redacci¨®n escolar de turbadora tosquedad. La popular presentadora Sonsoles ?nega no tiene la menor responsabilidad en esta calamidad: ella habr¨¢ escrito lo mejor que ha sabido una novela, como ha escrito y publicado otras tantas. El problema sist¨¦mico es la dejaci¨®n de funciones de los siete miembros del jurado y de la editorial, fraude tan masivo que vuelve a traicionar la confianza de una mayor¨ªa de espa?oles con ganas de leer historias entretenidas sin que naveguen necesariamente en la indigencia moral y literaria.
Las hijas de la criada
Planeta, 2023
480 p¨¢ginas. 22,90 euros
Premio Planeta 2023
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