Zorrer¨ªa l¨²dica
Una canci¨®n tirando a idiota ha enfrentado a las militantes vanguardistas con las cl¨¢sicas del feminismo. Una dama rubia y con voz olvidable proclama arrogantemente su amor al zorrer¨ªo, s¨ªmbolo m¨¢ximo de la libertad
S¨¦ que la m¨²sica alimenta al coraz¨®n, es la acompa?ante ideal para diversos estados de ¨¢nimo, hace so?ar, permite compartir sensaciones gozosas con otras personas, es un b¨¢lsamo para la soledad, esas cosas. Pero como irremediable troglodita, yo no soy capaz de percibir la hermosura en la m¨²sica que consume ahora la gente joven, la que inunda las emisoras de radio y los programas de televisi¨®n, y debe de poseer arte y encanto cuando la meloman¨ªa de las multitudes se identifica con esos sonidos y letras, pero yo ya he desistido de que esos estilos transformen mi ermita?a existencia. Al rap y el ...
S¨¦ que la m¨²sica alimenta al coraz¨®n, es la acompa?ante ideal para diversos estados de ¨¢nimo, hace so?ar, permite compartir sensaciones gozosas con otras personas, es un b¨¢lsamo para la soledad, esas cosas. Pero como irremediable troglodita, yo no soy capaz de percibir la hermosura en la m¨²sica que consume ahora la gente joven, la que inunda las emisoras de radio y los programas de televisi¨®n, y debe de poseer arte y encanto cuando la meloman¨ªa de las multitudes se identifica con esos sonidos y letras, pero yo ya he desistido de que esos estilos transformen mi ermita?a existencia. Al rap y el hip hop, reguet¨®n, trap, drill y otros g¨¦neros con ¨¦xito universal. Los m¨²sicos que me han acompa?ado siempre est¨¢n muertos o a punto de jubilaci¨®n. Quiero pensar que muchos n¨¢ufragos seguir¨¢n escuchando en los pr¨®ximos siglos lo que ellos parieron, que siempre habr¨¢ alguien enamorado de la belleza que acompa?a al clasicismo. Y ese concepto abarca al jazz, el rock, la m¨²sica cl¨¢sica. Todos ellos en olvido o en destierro.
Tampoco he podido inscribirme nunca en algunos cultos populares respecto a la m¨²sica, acontecimientos que acaparan el fervor del pueblo llano. A m¨ª me resbalan, me repelen o me sonrojan desde que era peque?ito. Por ejemplo: los festivales de Eurovisi¨®n y de Benidorm, el programa Operaci¨®n Triunfo, tantas competiciones que hacen suspirar a su masivo p¨²blico, todo ¨¦l muy patriota. ?ltimamente se vuelcan en ellos una clientela dominante y poderosa impuesta por el signo de los tiempos.
Pero hacen tanto ruido que es imposible no enterarte. Por ejemplo, de una canci¨®n tirando a idiota que ha enfrentado a las militantes vanguardistas con las cl¨¢sicas del feminismo. Una dama rubia y con voz olvidable proclama arrogantemente su amor al zorrer¨ªo, s¨ªmbolo m¨¢ximo de la libertad. La acompa?an danzando unos se?ores grandotes ataviados con tangas de pedrer¨ªa y el culo depilado. Y hasta el presidente del Gobierno, tan agobiado ¨¦l por cuestiones exclusivamente terrenales, tiene tiempo para dar su jocosa opini¨®n sobre canci¨®n tan presuntamente subversiva. Afirma que el feminismo no solo es justo sino tambi¨¦n divertido y provocador. Dylan, Van Morrison y Tom Waits todav¨ªa no han manifestado lo que piensan de la canci¨®n. Parece ser que Cicer¨®n se sent¨ªa desolado en las Catilinarias al exclamar: ¡°?Oh tiempos!, ?Oh costumbres!¡±. Pues eso siento yo tambi¨¦n, aunque no posea su elocuencia.
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