¡®Crimen¡¯, Irvine Welsh y el cl¨¢sico policial (sobredramatizado)
El autor de ¡®Trainspotting¡¯ debuta en televisi¨®n con la adaptaci¨®n de uno de sus musculosos ¡®noirs¡¯, a la que a?ade cierta tensi¨®n de g¨¦nero y un tormento excesivo, con los que intenta equilibrar la masculinidad t¨®xica de sus protagonistas
El a?o 1998, Irvine Welsh public¨® su primer policial, un nada convencional Escoria (Anagrama), en el que todo aquello por lo que era famoso ¡ªla furia, el haber tocado fondo, lo que se pudre bajo la superficie, el fin del mundo personal¡ª, no en vano era el autor de la revolucionaria Trainspotting, se trasladab...
El a?o 1998, Irvine Welsh public¨® su primer policial, un nada convencional Escoria (Anagrama), en el que todo aquello por lo que era famoso ¡ªla furia, el haber tocado fondo, lo que se pudre bajo la superficie, el fin del mundo personal¡ª, no en vano era el autor de la revolucionaria Trainspotting, se trasladaba a una comisar¨ªa de Edimburgo, y acababa encarnado por el Robertson, un polic¨ªa corrupto, violento, sexista y racista, un consumidor compulsivo de pornograf¨ªa, alcohol y coca¨ªna, que hablaba con sus propias tripas y acababa colg¨¢ndose, incapaz de soportarse.
Su compa?ero, Ray Lennox, quedaba francamente tocado por el asunto, y reaparec¨ªa, un pu?ado de libros despu¨¦s, en un segundo policial, tan musculoso como el primero, titulado Crimen (Anagrama), que, junto al intento de tocar tierra del personaje, segu¨ªa los pasos de un asesino en serie ¡ªde chicas adolescentes y mujeres j¨®venes¡ª muy parecido al macabro destripador de Yorkshire.
Una vez se menciona el paralelismo con el destripador de Yorkshire ¡ªun asesino real de mujeres, responsable de 13 muertes entre finales de los setenta y principios de los ochenta en el condado de Yorkshire, convertido en cl¨¢sico de la ficci¨®n criminal por el superdotado David Peace y su Red Riding Quartet, un cuarteto de policiales absolutamente imprescindible¡ª en la adaptaci¨®n que el propio Welsh firma de la novela en cuesti¨®n y que puede verse en Movistar Plus+. Y es cierto que existe. No ¨²nicamente por el modus operandi ¡ªel secuestro en furgoneta blanca, la intenci¨®n sexual, el estrangulamiento¡ª, sino tambi¨¦n por la forma en que la sociedad lo encaja. Pol¨ªticamente, el asesino de Crimen se utiliza para lo contrario de lo que se utiliz¨® el otro. Los partidos conservadores piden ¡°m¨¢s uni¨®n¡±, mientras que a Peter Sutcliffe, el destripador de Yorkshire, se le consider¨® una consecuencia del thatcherismo y el fin de toda idea de comunidad.
Pero eso, se dir¨ªa, es algo circunstancial, y sin embargo, en este caso, trat¨¢ndose como se trata de Escocia ¡ªEdimburgo: el castillo en la colina y la mole que representa el edificio de la comisar¨ªa que queda justo debajo est¨¢n presentes en todo momento¡ª, no puede serlo. Y por m¨¢s de un motivo, que no revelaremos. Pero s¨ª revelaremos que, aunque poco se mantiene intacto de la novela ¡ªWelsh ha hecho un aut¨¦ntico esfuerzo por extraer al personaje, y la intenci¨®n, de una historia infinitamente m¨¢s compleja, que inclu¨ªa unas vacaciones en Miami con su prometida: de hecho, todo arranca en un avi¨®n¡ª, aquello a lo que el escritor no renuncia es a atacar al poder. El antiautoritarismo del resto de su obra est¨¢ en Crimen estrechamente ligado al desencaje de Lennox ¡ªun alcoh¨®lico que repite datos de su equipo de f¨²tbol como si fuesen oraciones, las oraciones a un dios pagano que no va a salvarle pero s¨ª aliviarle¡ª, y su b¨²squeda, incansable, de la verdad.
Porque, como toda ficci¨®n criminal, la burocracia ¡ªla necesidad del departamento de encontrar un culpable, de rendir cuentas ante los superiores, y sobre todo, la opini¨®n p¨²blica, esto es, los medios¡ª aprieta las tuercas del protagonista, el tal Lennox ¡ªalgo sobreinterpretado por Dougray Scott¡ª y su ayudante, Amanda Drummond ¡ªuna correcta aunque en extremo secundaria Joanna Vanderham¡ª, pero el primero no duda en saltarse las normas para hacer encajar la trama con aquello que tiene en mente. Y lo que tiene en mente es que el asesino de la adolescente, de tan s¨®lo 13 a?os, desaparecida, Britney Hamil, es un viejo conocido de la ciudad, alguien a quien se apod¨® El Repostero, y que, supuestamente, est¨¢ en prisi¨®n. Pero ¨¦l no cree que el tipo que encerraron fuera el culpable de ninguna de las otras muertes. Y el crimen de Britney Hamil es demasiado parecido a todos los que cometi¨® como para no considerarlo uno m¨¢s.
Es curiosa la manera en que Welsh trata de esquivar lo, hasta hace no demasiado, tremendamente masculino ¡ªen el mal sentido, el sexista¡ª de su prosa, haciendo que el personaje de Amanda se?ale cada defecto ¡ªen ese sentido¡ª de Lennox. La sensaci¨®n es que, por un lado, Welsh trata de equilibrarse ¡ªy adaptarse a un mundo en el que una parte del poder que tanto le molesta siempre le hab¨ªa pertenecido, y hab¨ªa formado parte intr¨ªnseca de la masculinidad t¨®xica de sus personajes¡ª, desequilibrando la f¨®rmula con un exceso de dramatismo y autocomplacencia ¡ªun tormento inexplicable¡ª de su protagonista. Mientras la investigaci¨®n avanza ¡ªcasi trazada con tiral¨ªneas, cada paso es de una previsibilidad aplastante¡ª, Lennox se hunde en una suerte de abismo del bien contra el mal que, pretendiendo hacer trascender al personaje, s¨®lo lo a¨ªsla, lo aparte, y corre, lamentablemente, el riesgo de ridiculizarlo.