Pep¨®n Osorio, el artista que busca redefinir la convalecencia de las minor¨ªas en Estados Unidos
Una instalaci¨®n del puertorrique?o radicado en Filadelfia expone las experiencias de cinco pacientes con el sistema de salud y plantea la importancia de modos alternativos para sobrellevar una enfermedad
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El artista Pep¨®n Osorio no olvida una discusi¨®n que tuvo hace un a?o con un doctor una hora antes de ir a una cirug¨ªa. Ten¨ªa la intuici¨®n de que se le estaba desarrollando un c¨¢ncer y se lo dijo al cirujano, pero sinti¨® que ¨¦ste minimiz¨® c¨®mo se sent¨ªa. Con el coraje que requiere hablar antes de entrar a la sala de preoperaci¨®n, Pep¨®n le cuestion¨®: ¡°?C¨®mo es posible que t¨² sepas m¨¢s de lo que me est¨¢ pasando, si llevo 69 a?os con este cuerpo?¡±. Armado de una fuerza que los cuerpos dolientes y no escuchados entienden bien, le reiter¨®: ¡°Es inaudito que sepas m¨¢s que yo. T¨² fuiste a la universidad, pero yo vengo cargando esto por 69 a?os¡±.
Momentos como ese en su traves¨ªa m¨¦dica tras haber afrontado un linfoma y luego c¨¢ncer en la pr¨®stata, y la realidad de las personas m¨¢s desatendidas por un sistema m¨¦dico plagado de inequidad, moldean la m¨¢s reciente muestra del prominente artista puertorrique?o radicado en la ciudad de Filadelfia. Bajo el t¨ªtulo de Convalescence, esta exhibici¨®n revela con ferocidad y valent¨ªa los escollos y las frustraciones que los pacientes, particularmente de comunidades latinas y negras, viven en el sistema de salud de Estados Unidos.
¡°Decid¨ª trabajar con pacientes que han tenido una intervenci¨®n y que de una forma u otra se han convertido en las estad¨ªsticas del hospital¡±, dice. ¡°Son las historias que me llaman la atenci¨®n porque somos los m¨¢s olvidados, somos los menos tratados y somos invisibles para la medicina. La cantidad de estudios y vicisitudes que nosotros pasamos son mucho m¨¢s grandes que otros grupos ¨¦tnicos¡±.
A trav¨¦s de la carrera de Pep¨®n, temas de compleja carga emotiva se presentan en instalaciones de gran escala que buscan generar reflexiones en el espectador y acciones por el cambio social.
Expuesta en el vest¨ªbulo del hospital de la Universidad Thomas Jefferson en el campus del centro de Filadelfia hasta el 1 de noviembre, Convalecencia es tambi¨¦n un espejo en el que se puede reconocer la historia de miles m¨¢s que, como Pep¨®n, conocen o han recorrido la compleja telara?a del sistema de salud estadounidense.
Al inicio de la instalaci¨®n, un altar de flores rodea un osito de peluche entre deseos de ¡°pronta recuperaci¨®n¡± y una balanza alude a la p¨¦rdida de peso que le se?al¨® a Pep¨®n que algo andaba mal. Esta instalaci¨®n es, para ¨¦l, un proyecto m¨¢s autobiogr¨¢fico de lo habitual en sus casi cuatro d¨¦cadas de producci¨®n art¨ªstica, marcada por sus amplias preocupaciones sociales. Tan personal es Convalecencia que Pep¨®n es el narrador que los espectadores observan caracterizado por la figura de un hombre repleto de agujas de acupuntura y m¨¢s adelante, como uno de los pacientes en esta instalaci¨®n.
Convalecencia est¨¢ ensamblada como si uno entrara al hospital a visitar a Andrea, Karen, Alejo, Pep¨®n y Luc¨ªa, los pacientes que protagonizan la instalaci¨®n. Sus camillas est¨¢n adornadas con s¨ªmbolos de sus vidas o sus circunstancias como la almohada que una abuela le obsequi¨® a su nieto y que hoy es un amuleto para ese paciente, o las varias figuritas que representan a los miles en espera por un ri?¨®n. A trav¨¦s de videos que muestran sus rostros, cada paciente cuenta un sue?o relativo a su padecimiento. Cuando los pacientes hablan, sus voces se solapan como un coro, y cuando cierran sus ojos, ¡°todo el mundo duerme a la vez, como en los hospitales¡±, explica Pep¨®n.
A los pies de la estaci¨®n que representa a Pep¨®n, una urna contiene una representaci¨®n de su pr¨®stata y una inscripci¨®n que lee: ¡°Con el tiempo, empiezas a perder las partes de tu cuerpo. Aceptar que nunca sera?s el mismo es lo ma?s difi?cil; eso es convalecencia¡±.
Una de las cosas m¨¢s dif¨ªciles para Pep¨®n entre ir y venir de citas, encuentros con doctores, medicamentos y efectos secundarios, fue llegar a t¨¦rminos con la convalecencia: ¡°Despu¨¦s de mi interacci¨®n con los hospitales y los doctores, me di cuenta que no hay tal cosa como convalecencia, que convalecer es un estado continuo, como un c¨ªrculo¡±. Es que, como precisa Pep¨®n, y aunque ¡°poco a poco se puede mejorar, nunca regresas a ese espacio donde estabas anteriormente¡±, y son esos impactos y los remanentes de un diagn¨®stico o de una enfermedad los que atraviesan las historias de estos pacientes y otros representados en esta muestra.
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Convalecencia pone intencionalmente el foco en las experiencias de miembros de comunidades latinas y negras, grupos que hist¨®ricamente han sido desatendidos por el sistema de salud de Estados Unidos y son v¨ªctimas de disparidad en el acceso m¨¦dico y del alto costo de medicamentos y tratamientos que tantos no pueden costear.
El sistema de salud estadounidense le falla a la gente en el acceso a la atenci¨®n m¨¦dica y por eso ocupa el peor puesto entre 10 pa¨ªses desarrollados en ¨¢reas cr¨ªticas como el acceso al cuidado sanitario, la eficiencia administrativa y la equidad, seg¨²n un estudio reciente. A trav¨¦s de sus hallazgos, el reporte de The Commonwealth Fund recomienda que el sistema m¨¦dico elimine disparidades en la salud y en la prestaci¨®n de asistencia sanitaria a personas de bajos recursos, negras, latinas, ind¨ªgenas y aquellas que viven en ¨¢reas rurales. Muchos de los m¨¢s necesitados en Estados Unidos no tienen seguro m¨¦dico. ¡°Estas poblaciones frecuentemente enfrentan discriminaci¨®n y reciben cuidado m¨¦dico de menor calidad¡±, subraya el informe.
¡°Los costos no son financieros solamente; son unos costos que tienen que ver con el cuerpo, con nuestro estado mental¡±, expresa Pep¨®n al denunciar que cuando hablamos de medicina, la palabra ¡°costo¡± tiene una multiplicidad de dimensiones.
La vulnerabilidad de tantos pacientes y el desbalance de poder ante la medicina son preocupaciones que Pep¨®n pone de manifiesto en esta muestra. Tras emigrar a Nueva York en 1975 y completar estudios universitarios en sociolog¨ªa, a mediados de los a?os 80 fue trabajador social con la Administraci¨®n de Servicios para Ni?os (ACS) de la ciudad de Nueva York. Aunque no le gustaron los modos con los que la agencia encaraba los problemas de la gente, esos nueve a?os de trabajo social dejaron una marca indeleble en el arte participativo nutrido por la comunidad, particularmente la latina, y la clase trabajadora, que ha definido su quehacer art¨ªstico.
Las visitas a cientos de hogares en ese tiempo y en el transcurso de su carrera art¨ªstica explican la mirada de Pep¨®n hacia las necesidades de otros. Esa empat¨ªa ha seguido marcando la impronta de su obra que, como en Convalecencia, construye espacio a trav¨¦s del arte para discutir realidades que frecuentemente afectan a los m¨¢s desatendidos y para provocar di¨¢logos sobre soluciones posibles.
Pep¨®n yest¨¢ libre de c¨¢ncer y toca madera al afirmarlo.
Convalecencia ha sido un ejercicio tambi¨¦n de sanaci¨®n para ¨¦l y una v¨ªa para poner de relieve la posibilidad de la medicina alternativa ¡ªen su caso la acupuntura como complemento de su tratamiento m¨¦dico¡ª y de pr¨¢cticas de sanaci¨®n o mejoramiento de origen popular que les debemos a nuestros ancestros.
Para Pep¨®n, los remedios de la sabidur¨ªa popular que las abuelitas inculcaban ¡°ayudaban a un mejoramiento emocional, f¨ªsico y tal vez espiritual¡±. Para sintonizar con esos legados ancestrales y subrayar otros modos de cuidado, en comunidad, por la salud, el artista promovi¨® talleres como el de ba?os de plantas -como anam¨², menta poleo y el epazote- que se utilizan para aliviar, limpiar y despojar, y otro de alcoholado, una mezcla de alcohol, eucalipto, malagueta y mentol siempre presente en hogares puertorrique?os para remediar incontables males.
Jos¨¦ Ortiz Pag¨¢n, un artista informado por la bot¨¢nica, rescata y comparte los saberes que su abuela curandera le transmiti¨® al ofrecer un taller de ba?o medicinal como parte de la muestra. Al conectar con ese legado familiar y medicinal, se reafirma en que, a su juicio, sanar es un proceso integrado, que no termina y que se desarrolla en colaboraci¨®n con otras herramientas.
¡°Lo que explican los curanderos¡±, narra Jos¨¦, ¡°es que cargamos con una capa de cargas: nuestros traumas, cansancio, preocupaciones. Con la intenci¨®n de un rezo o un pensamiento, el ba?o de plantas se echa por el cuerpo, se deja secar al aire y nos da un nuevo comienzo an¨ªmico¡±. Para Jos¨¦, Convalecencia hilvana conversaciones mayores sobre la accesibilidad a la salud y la dignidad de los pacientes y por eso, reivindica los jardines como ¡°bibliotecas y consultorios de salud que pueden ayudar a sostener nuestro bienestar desde otro punto de vista¡±.
Otra de las artistas colaboradoras de Convalecencia, la escritora y l¨ªder comunitaria Magda Mart¨ªnez, se?ala que la muestra hace un llamado a recordar que ¡°somos seres enteros, y para cuidarnos hay que cuidar de las m¨²ltiples partes nuestras: la psicol¨®gica, la espiritual, la f¨ªsica y la comunal al sentirnos parte de algo m¨¢s grande¡±.
Esta exhibici¨®n ha supuesto para Pep¨®n el querer redefinir la convalecencia como estado. ¡°El c¨ªrculo de convalecencia no es solamente lo que la medicina tradicional explica o lo que el diccionario quiere explicar porque los que hemos pasado por el proceso vemos que es totalmente diferente¡±. Tal ah¨ªnco por redefinir es tambi¨¦n una invitaci¨®n a repensar c¨®mo los pacientes se definen a s¨ª mismos, a?ade el artista. ¡°Yo no acepto que estoy enfermo. Yo tengo una condici¨®n. No es negaci¨®n¡±, afirma Pep¨®n. ¡°Es ver de una forma diferente que abre a una posibilidad de tener una relaci¨®n bien diferente con tu doctor¡±.
De ese acto de redefinici¨®n brota la fe ¡ªno necesariamente religiosa¡ª a la que Pep¨®n se ha agarrado para mejorar. Algo que ayuda a los pacientes a salir adelante, reflexiona el artista, es el creer en sanar como ¡°una posibilidad a la que merece aferrarse¡±, dentro de lo posible de la enfermedad o condici¨®n que se padece.
¡°Una persona muy querida me dio el regalo de entender co?mo tener fe en mejorarme. Ahora no dependo a ciegas de la medicina. Ofrezco esta obra a la vida, esperando que nunca ma?s me vuelva a suceder¡±, puntualiza Pep¨®n en uno de los textos de Convalecencia, y al hacerlo encapsula la persistencia que hay en las ganas de mejorar y en la posibilidad de sanar, pese a todo.