Celeste Erlach no pod¨ªa m¨¢s cuando escribi¨® la carta Querido marido. ?l no hac¨ªa pr¨¢cticamente nada en casa, mientras ella cocinaba, limpiaba y se encargaba de la crianza de dos ni?os peque?os, uno de ellos un beb¨¦. "Te estoy contando cuanto te necesito y si sigo a este ritmo me voy a romper. Y eso te har¨ªa da?o a ti, a los ni?os y a nuestra familia", dice Erlach en su carta, que puedes leer completa en espa?ol al final del art¨ªculo.
"Soy un humano, estoy funcionando con cinco horas de sue?o y estoy cansad¨ªsima. Te necesito", dice Erlach en su misiva, difundida por el grupo de Facebook Breastfeeding Mama Talk (Conversaciones de madres que dan el pecho) el 18 de marzo. Desde entonces ha captado la atenci¨®n de varios medios de comunicaci¨®n.
Erlach es una estadounidense de unos 35 a?os experta en marketing, seg¨²n explica en su blog sobre crianza y maternidad. Su carta Querido marido empieza con una an¨¦cdota diaria que agot¨® su paciencia: "Te ped¨ª que vigilaras al beb¨¦ para que me pudiera ir pronto a la cama. El beb¨¦ estaba llorando. (...) T¨² entraste en la habitaci¨®n 20 minutos despu¨¦s, con el beb¨¦ a¨²n llorando fren¨¦ticamente. Le pusiste en la cuna y, con cuidado, empujaste la cuna m¨¢s cerca de mi lado de la cama, una claro gesto de que hab¨ªas terminado de vigilarle".
"Quise gritarte. Quise empezar una pelea ¨¦pica en ese mismo momento. Llevaba vigilando al beb¨¦ y al ni?o todo el maldito d¨ªa. Lo m¨ªnimo que pod¨ªas hacer era cuidarle un par de horas por la tarde para que intentase dormir. Solo unas pocas horas de valioso sue?o. ?Es tanto pedir?", contin¨²a.
Esta mujer estadounidense, como su marido, creci¨® en un hogar en el que la madre se encargaba de todo: "Veo que estamos cayendo en esa din¨¢mica familiar cada d¨ªa m¨¢s. (...) Tambi¨¦n veo a mis amigas y otras madres haci¨¦ndolo, y haci¨¦ndolo muy bien. Se que t¨² tambi¨¦n lo ves. Si ellas lo consiguen y nuestras madres tambi¨¦n, ?por qu¨¦ yo no? No lo s¨¦. Quiz¨¢ nuestros amigos est¨¢n actuando en p¨²blico y en realidad se pelean. Quiz¨¢ nuestras madres sufrieron durante a?os en silencio y ahora, 30 a?os despu¨¦s, simplemente no recuerdan lo duro que era".
Erlach termina su texto expresando todas las tareas diarias para las que dice necesitar a su marido. Son tareas de acompa?amiento. No suponen grandes esfuerzos. "Estoy mostrando una bandera blanca y admitiendo que soy humana. (...) Afront¨¦moslo, t¨² tambi¨¦n me necesitas", finaliza.
Esta estadounidense asegura que muchas mujeres se han puesto en contacto con ella para agradecer su texto, con el que se han sentido muy identificadas. La carta incide en muchos aspectos clave en el camino hacia la igualdad, pero utiliza varias veces un t¨¦rmino enga?oso: ayuda. Las madres no necesitan ayuda de los padres. De ser as¨ª, estar¨ªamos asumiendo que las labores del hogar y la crianza son cosa de mujeres y que ellos deben aportar lo que puedan. No es as¨ª. La crianza es cosa de dos.
"?Por qu¨¦ me tengo que sentir mal cuando le pido ayuda?"
El comentario a la carta con m¨¢s me gusta Facebook habla de "la carga mental" que recae en las mujeres, un aspecto de la convivencia en pareja del que hablamos hace poco en Verne a partir de otro post parecido. "Mi marido hace cualquier cosa que le pida. El problema es que tengo que ped¨ªrselo", dice la usuaria que public¨® el comentario. Otras coinciden: "podr¨ªa haber escrito esto"; "?por qu¨¦ me tengo que sentir mal cuando le pido ayuda?"; "yo tambi¨¦n estoy cansada".
Como explicamos en este art¨ªculo, la dedicaci¨®n media diaria de las mujeres espa?olas a la casa y a los ni?os es mayor que la de los hombres. As¨ª lo revelan los ¨²ltimos datos del INE, que se apoyan en la Encuesta del Empleo del Tiempo de 2010: en el caso de los hogares formados por una pareja e hijos, la dedicaci¨®n de la mujer es de 4 horas y 45 minutos diarios y la de ellos, de 2 horas y 34 minutos. Esta diferencia es casi la misma para las parejas sin hijos, en las que ellas invierten 4 horas y 37 minutos cada d¨ªa y los hombres 2 horas y 34 minutos.
En un post posterior, Erlach asegura que no lleg¨® a ense?ar la carta a su marido. La escribi¨® para desahogarse. "Entonces habl¨¦ con ¨¦l cara a cara. Tuvimos una charla muy larga y otras muchas despu¨¦s. Hablamos de TODO", indica. A partir de entonces, su marido empez¨® a realizar m¨¢s tareas en la casa. "Decid¨ª publicar esta carta despu¨¦s de habernos acostumbrado a nuestra nueva rutina. Creo que ayudar¨¢ a otras mujeres a ser sinceras. Espero que sirva como un catalizador para aquellas mujeres que est¨¢n peleando, que se est¨¢n rompiendo como me pasaba a m¨ª", a?ade Erlach.
Querido marido
Celeste Erlach
Querido marido,
Necesito. M¨¢s. Ayuda.
Anoche fue dif¨ªcil para ti. Te ped¨ª que vigilaras al beb¨¦ para que me pudiera ir pronto a la cama. El beb¨¦ estaba llorando. En realidad, estaba quej¨¢ndose. Le pod¨ªa escuchar desde la planta de arriba. Se me hizo un nudo en el est¨®mago solo de escucharle, pensando si deb¨ªa bajar y aliviarle o cerrar la puerta para conseguir las horas de sue?o que necesitaba desesperadamente. Eleg¨ª lo segundo.
T¨² entraste en la habitaci¨®n 20 minutos despu¨¦s, con el beb¨¦ a¨²n llorando fren¨¦ticamente. Pusiste al beb¨¦ en la cuna y, con cuidado, empujaste la cuna m¨¢s cerca de mi lado de la cama, un claro gesto de que hab¨ªas terminado de vigilarle.
Quise gritarte. Quise empezar una pelea ¨¦pica en ese mismo momento. Llevaba vigilando al beb¨¦ y al ni?o todo el maldito d¨ªa. Lo m¨ªnimo que pod¨ªas hacer era cuidarle un par de horas por la tarde para que intentase dormir.
Solo unas pocas horas de valioso sue?o. ?Es tanto pedir?
S¨¦ que los dos hemos visto a nuestros padres seguir los roles cl¨¢sicos de madre y padre cuando crecimos. Nuestras madres eran las principales cuidadoras y nuestros padres estaban relativamente liberados. Eran padres excelentes, pero no se esperaba que pasaran tiempo cambiando pa?ales, alimentando y cuidando a los ni?os. Nuestras madres eran las supermujeres que manten¨ªan la din¨¢mica de la familia. Cocinando, limpiando y criando a los ni?os. Cualquier ayuda del padre era bienvenida, pero inesperada.
Veo que estamos cayendo en esta din¨¢mica familiar cada d¨ªa m¨¢s. Mi responsabilidad de alimentar a la familia, mantener la casa limpia y cuidar a los ni?os se da por hecha, incluso cuando llego de trabajar. Me culpo de la mayor¨ªa. He sentado el precedente de que puedo hacerlo y la verdad es que quiero hacerlo. No te ofendas, pero no estoy segura de que quiera saber qu¨¦ pinta tendr¨ªa una semana de cenas hechas por ti.
Tambi¨¦n veo a mis amigas y otras madres haci¨¦ndolo, y haci¨¦ndolo muy bien.? S¨¦ que t¨² tambi¨¦n lo ves. Si ellas lo consiguen y nuestras madres tambi¨¦n, ?por qu¨¦ yo no?
No lo s¨¦.
Quiz¨¢ nuestros amigos est¨¢n actuando en p¨²blico y en realidad se pelean. Quiz¨¢ nuestras madres sufrieron durante a?os en silencio y ahora, 30 a?os despu¨¦s, simplemente no recuerdan lo duro que era. O quiz¨¢s, y esto es algo por lo que me reprendo a m¨ª misma todos los d¨ªas, no estoy cualificada para este trabajo como las dem¨¢s. Y por mucho que me rebaje solo pensarlo, voy a decirlo: necesito m¨¢s ayuda.
Un parte de m¨ª siente que pedirlo es un fracaso. Lo que quiero decir es que s¨ª ayudas. Eres un padre impresionante y haces un trabajo genial con los ni?os. Y, adem¨¢s, esto me deber¨ªa salir solo, ?verdad? Instinto maternal, ?no?
Pero soy un humano, estoy funcionando con cinco horas de sue?o y estoy cansad¨ªsima. Te necesito.
Por las ma?anas, necesito que prepares al mayor para que yo cuide del beb¨¦, prepare comida para todos y tome una taza de caf¨¦. Y no, preparar al mayor no significa colocarle delante de la televisi¨®n. Significa asegurarse de use el orinal, de que se tome el desayuno, comprobar si quiere agua y preparar su mochila para el colegio.
Por la noche, necesito una hora para despresurizar en la cama sabiendo que el mayor est¨¢ dormido en su habitaci¨®n y t¨² est¨¢s cuidando al beb¨¦. S¨¦ que es dif¨ªcil escuchar al beb¨¦ llorando. Cr¨¦eme, lo s¨¦. Pero si yo puedo vigilar y tranquilizar al beb¨¦ la mayor parte del d¨ªa, t¨² puedes hacer una o dos horas por la noche. Por favor. Te necesito.
Los fines de semana necesito m¨¢s descansos, momentos en los que pueda salir de casa por mi cuenta y sentirme como un individuo. Aunque solo sea un paseo por el barrio o ir a hacer la compra. Y algunos d¨ªas, cuando he organizado clases de nataci¨®n y quedadas para que los ni?os jueguen y parece que tengo todo bajo control, necesito que me eches una mano. O proponerme que yo me tumbe mientras ellos se echan la siesta. O empezar a limpiar los platos sin que te lo tenga que pedir. Te necesito.
?ltimamente, necesito escuchar que agradeces todo lo que hago. Quiero saber que te das cuenta de que la colada est¨¢ hecha y una cena deliciosa ha sido preparada. Quiero saber que valoras que d¨¦ el pecho a todas horas y que la extraiga mediante bombeo mientras trabajo, cuando ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil para m¨ª darles leche artificial. Espero que te des cuenta de que nunca te pido que te quedes en casa cuando tienes alg¨²n partido. Como madre, est¨¢ asumido que debo estar en casa a todas horas y siempre disponible para cuidar a los ni?os mientras est¨¢s fuera. Y s¨¦ que alimento esa idea estando, bueno, pues en casa.
S¨¦ que no es como lo hicieron nuestros padres y odio pedirlo. Ojal¨¢ pudiera hacerlo todo y que parezca que no me cuesta ning¨²n esfuerzo. Y ojal¨¢ no necesitase reconocimiento por hacer cosas que la mayor¨ªa de las personas piensan que debe hacer una madre. Pero estoy mostrando una bandera blanca y admitiendo que soy humana. Te estoy contando cuanto te necesito y si sigo a este ritmo me voy a romper. Y eso te har¨ªa da?o a ti, a los ni?os y a nuestra familia.
Porque, afront¨¦moslo, t¨² tambi¨¦n me necesitas.
* Tambi¨¦n puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ?No te pierdas lo mejor de Verne!