La cocina de lo femenino es la cocina de lo colectivo
Luego de muchos a?os de lucha, hoy puedo dejar atr¨¢s la cocina masculinizada, un modelo de negocio donde solo entraban los m¨¢s fuertes, donde deb¨ªamos adoptar energ¨ªas masculinas para pertenecer y hacernos camino
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Nac¨ª en Mesitas de El Colegio, un municipio de Cundinamarca a dos horas de Bogot¨¢, hace 37 a?os. La mayor parte de mis d¨ªas los he pasado en este territorio monta?oso, al lado de toda mi familia. Durante los ¨²ltimos 15 a?os, he dirigido un proyecto que...
Esta es la versi¨®n web de Americanas, la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de g¨¦nero. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
Nac¨ª en Mesitas de El Colegio, un municipio de Cundinamarca a dos horas de Bogot¨¢, hace 37 a?os. La mayor parte de mis d¨ªas los he pasado en este territorio monta?oso, al lado de toda mi familia. Durante los ¨²ltimos 15 a?os, he dirigido un proyecto que me apasiona y me ha brindado grandes satisfacciones: Mestizo Cocina de Origen. Esta es una larga historia en la que he ido encontr¨¢ndome y defini¨¦ndome como cocinera/chef, no solo al cocinar mi legado, sino tambi¨¦n al cocinar mi territorio, mi vida y mis sue?os. En el camino, nos hemos adaptado a m¨²ltiples cambios: ambientales, sociales y econ¨®micos. Y hemos convertido este restaurante en una resistencia que nos recuerda que Colombia es mucho m¨¢s que su capital.
En l¨ªnea con esta forma de entender la cocina, hemos creado la Cooperativa Colegiuna para el Buen Vivir (Coco). Esta es una cooperativa que lleva meses transform¨¢ndose con el fin de abogar por la posibilidad de pensar en una vida m¨¢s comunitaria, consciente y cuidadosa de todos los seres que habitan este territorio. Adem¨¢s, quienes pertenecemos a este colectivo podemos unir nuestras capacidades para proteger a¨²n m¨¢s nuestros procesos culturales y ancestrales, como alternativa a un mundo que avanza tan r¨¢pido, tan competitivo y que olvida la posibilidad de vivir en paz con su entorno y ecosistema.
Como dice Marisol Leal en su poes¨ªa: ¡°Vengo de la querencia cotidiana y compartida de una casa de solar con matas de pl¨¢tano, bore, yuca, ma¨ªz y calabazas. De tardes de sol ardiente, de tierra caliente y de viento que refresca. Donde la le?a crepita, el humo dibuja sombras y la olla cuece el caldo de la gallina, el cilantro y la cebolla larga. Amo ser colombiana y habitar mi territorio del Tequendama, y el reto que significa permanecer aqu¨ª¡±.
Despu¨¦s de mucho tiempo sinti¨¦ndome ajena a un espacio temporal, la vida me conduce a lugares donde me siento bienvenida, donde mi alma, mi ser y mi cuerpo encuentran una alineaci¨®n horizontal. Son esos lugares en los que parece que ya he estado. Escuchar mi cuerpo, mi sentir ¡ªque trasciende el pensamiento¡ª y dejarlo ser no ha sido tarea f¨¢cil. En este camino de descubrimiento sensitivo, vivencial y colectivo, observ¨¦ una cocina que va m¨¢s all¨¢ de un simple negocio; una cocina que expresa todo aquello que no tiene palabra, que habla del placer de caminar entre monta?as, valles y r¨ªos. Competir no es el espacio donde quiero estar; no es el lugar de mi cocina ni del alimento. Entonces, me pregunto: ?qu¨¦ significa cocinar juntos en tranquilidad y amor?
Hemos vivido a?os bajo sistemas masculinos, jer¨¢rquicos, de superioridad, de cuidado individual en lugar de colectivo, de competencias sin sentido, de p¨¦rdidas culturales y de desconocimiento de nuestros territorios. La idea de la cooperativa es fruto de tardes en enero de 2021, observando los mangos en los ¨¢rboles, el trabajo campesino y la comercializaci¨®n del mismo, que me llev¨® a conversaciones con mi amiga Mari y su hijo Jos¨¦ Miguel. Juntos, bajo el ejemplo del movimiento del mago, busc¨¢bamos una respuesta que permitiera dar un paso hacia la igualdad. Sab¨ªamos que ese era el camino para la reivindicaci¨®n de la cocina y la tierra; del cuidado y la semilla, adoptando una perspectiva como la de la gente del campo: genuina y accesible.
Somos el resultado de muchos otros. Desaprender y aprender no es tarea f¨¢cil, pero es evidente que esa venita ind¨ªgena que tenemos no puede resistirse a aceptar que este es el territorio donde naci¨®, igual que nace un ¨¢rbol nativo que crece acompa?ado de otros, para encontrar su complemento y compartir entre s¨ª el cuidado de la vida.
Pensamos en proyectos comunitarios donde todos son bienvenidos. No es un banco, tampoco un espacio para la comercializaci¨®n y explotaci¨®n de un producto. Es un lugar donde entendimos que la confianza en el otro es fundamental para vivir en plenitud con el ecosistema. Que la conversaci¨®n y la colaboraci¨®n sean la semilla de un espacio donde los modelos sociales que nos han impuesto se transformen. Para muchos, esto puede parecer rom¨¢ntico; para m¨ª, es lo femenino, de lo que me aferro con fuerza para no dejarme llevar por el ¡°deber ser¡±. Esa esencia femenina me dice que todo ser¨ªa mejor si lo vemos desde ah¨ª.
Es que toda esta energ¨ªa que nace desde ese otro lado, esa sensibilidad que me recuerda a diario la importancia del cuidado colectivo, el cocinar es mi lenguaje y mi forma de dar amor a otros. Y, a pesar de que Mestizo nace como una idea propia, siempre en el fondo en su actuar resonaba lo comunitario, que luego de muchos a?os de lucha hoy puedo darle paso a eso que soy, dejar atr¨¢s la competencia, la cocina poco asequible, la cocina como masculinizada, que solo es un modelo de negocio m¨¢s, donde solo entraban los m¨¢s fuertes, donde deb¨ªamos adoptar energ¨ªas masculinas para pertenecer y hacernos camino, donde la comida solo sabe a ego y no a hogar, y es que ser consciente en un mundo con tanto ruido, tomar otro camino es complejo, equilibrar las energ¨ªas parece que es cuesti¨®n de darle paso a la vulnerabilidad y abrirse al mundo, ser nosotros como un ser vivo m¨¢s que habita esta tierra, desde el respeto y el entendimiento del cuidado.
Nunca entend¨ª qu¨¦ significa ¡°ser alguien¡±, solo quiero pensar que lo que he elegido ser¨¢ el disfrute de los a?os que a¨²n me quedan por vivir. Hoy soy la suma de mis ancestros, de la monta?a, del valle, del r¨ªo, de mi cocina, de los seres que me alimentan, del aire que respiro; soy todo de ellos. Por esta raz¨®n, elijo la cocina del cuidado consciente y cocinar con lo que hay.
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