Josefina T¨ªu, la joven guatemalteca que estuvo a punto de dejar el colegio tres veces y ahora lucha para que las ni?as no abandonen la educaci¨®n
La pobreza y la desigualdad en su comunidad rural en Guatemala pusieron en riesgo el futuro de esta activista. Sin embargo, ha logrado convertirse en la primera universitaria de su aldea y ahora sirve de ejemplo para otras
A Josefina T¨ªu (Santa Luc¨ªa La Reforma, 21 a?os) le intentaron negar el derecho a la educaci¨®n tres veces cuando era ni?a. Tres ocasiones en las que esta joven ind¨ªgena quich¨¦, residente en una comunidad rural de Guatemala, estuvo a punto de sumarse a las estad¨ªsticas que dicen que las ni?as ind¨ªgenas en su pa¨ªs solo alcanzan de promedio los tres a?os de escolarizaci¨®n, los justos para aprender los conocimientos b¨¢sicos. ¡°No ha sido f¨¢cil, porque siempre me dec¨ªan que no pod¨ªa estudiar porque era mujer¡±, reconoce T¨ªu, activista por los derechos de la infancia. Pese al machismo, la desigualdad y la pobreza, ha logrado romper con esas cifras y empezar una carrera universitaria.
¡°Soy la primera mujer en la familia en graduarse, porque mis primas no pudieron. Y tambi¨¦n soy la primera en mi comunidad en ir a la universidad¡±, explica con orgullo, el mismo que le hace reconocerse como ind¨ªgena y llevar el traje tradicional en una gira por ciudades espa?olas con la ONG Entreculturas, que tambi¨¦n le ha llevado a la Oficina del Alto Comisionado por los Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. All¨ª, el 16 de enero, junto a otras activistas de Sud¨¢n del Sur, Per¨² o Chad, ha entregado 83.160 firmas para exigir el fin de la violencia contra las ni?as.
El camino hasta llegar all¨ª no fue f¨¢cil. T¨ªu creci¨® en Santa Luc¨ªa la Reforma, un municipio de Totonicap¨¢n, en el altiplano de Guatemala. All¨ª vivi¨® con su hermano, su madre y su padre, un hombre con problemas de alcoholismo que hicieron que, cuando T¨ªu ten¨ªa ocho a?os, sus padres se separaran. Esa fue la primera vez en la que su educaci¨®n estuvo en riesgo. Su madre, su hermano y ella se mudaron con su t¨ªa a Santa Cruz del Quich¨¦, un municipio a 20 kil¨®metros de all¨ª. ¡°A mi mam¨¢ no le alcanzaba con lo que ganaba trabajando para que yo estudiara¡±, explica la activista, que cuenta que fue gracias a su t¨ªa y su apoyo econ¨®mico que pudo estudiar primaria.
Trabaj¨¢bamos todo el d¨ªa bajo el sol, y nos pagaban a las mujeres un sueldo equivalente a 2,5 euros al d¨ªa, mientras que los hombres recib¨ªan 5 eurosJosefina T¨ªu, activista por los derechos de las ni?as
Cinco a?os despu¨¦s, sus padres retomaron su relaci¨®n y la familia se mud¨® a Pax¨¢n, una aldea cercana a Santa Luc¨ªa la Reforma. Y lleg¨® la segunda ocasi¨®n en la que Josefina T¨ªu estuvo a punto de abandonar la escuela.No hab¨ªa dinero y la familia necesitaba que ella trabajara para llevar comida a casa. ¡°El trabajo y mantener a la familia era, para mi pap¨¢, m¨¢s importante que la educaci¨®n¡±, explica. ¡°El nivel promedio de educaci¨®n en Guatemala es de seis a?os. Pero en las ni?as ind¨ªgenas del ¨¢rea rural es de tres a?os ¨²nicamente¡±, explica Sof¨ªa Guti¨¦rrez, responsable de Acci¨®n P¨²blica en la ONG Fe y Alegr¨ªa. Los datos de 2023 de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) muestran que las personas sin estudios son las m¨¢s afectadas por la pobreza, alcanzando un 68% de incidencia, en contraste con el 9,9% de las personas con estudios superiores.
Adem¨¢s, sus primas, que ten¨ªan 16 y 17 a?os, se estaban empezando a casar y su padre pens¨® que ella iba a hacer lo mismo. ?Para qu¨¦ iba a continuar estudiando si en unos pocos a?os contraer¨ªa matrimonio? ¡°A los 15 o 16 a?os se empieza a presionar a las ni?as para que se casen¡±, explica Guti¨¦rrez. ¡°Se cree que es un gasto mantenerlas y que lo ideal es que un hombre se haga cargo de ellas. Muchas son vendidas y negociadas para que vayan a otra familia a atender, ya que les sirven para los trabajos dom¨¦sticos¡±, a?ade.
¡°Fue un golpe muy duro para m¨ª¡±, explica T¨ªu, que volvi¨® a luchar por su educaci¨®n. Logr¨® convencer a su padre y empez¨® a estudiar a la vez que trabajaba, gracias a un programa con el que iba a clase una vez por semana. Caminaba hora y media para llegar al instituto todos los jueves. El resto de la semana, T¨ªu cosechaba ma¨ªz de siete y media de la ma?ana a cinco de la tarde. ¡°Trabaj¨¢bamos todo el d¨ªa bajo el sol, y nos pagaban a las mujeres un sueldo equivalente a 2,5 euros al d¨ªa, mientras que los hombres recib¨ªan 5 euros¡±, recuerda. Seg¨²n la ENCOVI, en Guatemala el 70,3% de la poblaci¨®n ocupada de 15 a?os y m¨¢s se encuentra en el sector informal. Un porcentaje que representa el 83% en ¨¢reas rurales.
Cuando nace un ni?o, las comadronas cobran m¨¢s que es una ni?a. Un mensaje muy da?ino que dice que las mujeres no son importantesSof¨ªa Guti¨¦rrez, responsable de Acci¨®n P¨²blica en la ONG Fe y Alegr¨ªa
Una vez acabada esta etapa, lleg¨® el tercer reto. La siguiente formaci¨®n era de pago: 265 quetzales al mes (unos 33 euros), m¨¢s el material escolar, uniforme y el transporte de Pax¨¢n a Santa Cruz del Quich¨¦, municipio a 45 minutos en microb¨²s donde estaba el colegio. En enero de ese a?o, justo al inicio del curso, la joven dej¨® de estudiar. Seg¨²n un informe de 2024, el 19,75% de mujeres en Guatemala no tiene educaci¨®n de ning¨²n tipo. Cuando llega el nivel secundario, alrededor de 7 de cada 10 est¨¢n fuera del sistema educativo. ¡°Muchas veces, las ni?as dejan uno o dos a?os de estudiar, entonces siempre est¨¢n en una sobre edad.Y eso es una desventaja. Les dicen, ¡®ya no tienes edad para estar con ellos, ?para qu¨¦ vas a seguir estudiando?¡±, explica Guti¨¦rrez.
A final de mes, la joven recibi¨® una llamada que le cambiar¨ªa la vida: una maestra hab¨ªa pensado en ella como candidata a una beca para ni?as que quisieran seguir estudiando el diversificado [bachillerato] con el programa la Luz de las Ni?as. La joven logr¨® por fin graduarse y actualmente estudia en la universidad para ser maestra de primaria, a la vez que compagina su formaci¨®n con un trabajo en las comunidades rurales apoyando a mujeres ind¨ªgenas quich¨¦.
Se siente afortunada, porque sabe que otras no cuentan con esa oportunidad. ¡°En mi comunidad hay muchas mujeres que solo han estudiado hasta tercero de primaria¡±, cuenta la joven, que explica que muchas acaban cas¨¢ndose y dependiendo de sus maridos. ¡°A la mayor¨ªa de mujeres, si t¨² les preguntas, ?quieres estudiar? Ellas van a decirte que le tienen que preguntar a su esposo¡±, ejemplifica la activista. ¡°Muchas de las ni?as crecen pensando que no valen. Un ejemplo que me impresion¨® much¨ªsimo es que cuando nace un ni?o, las comadronas cobran m¨¢s que cuando es una ni?a. Un mensaje muy da?ino que dice que las mujeres no son importantes¡±, explica Guti¨¦rrez.
Para T¨ªu es primordial romper con esa idea e incentivar a las ni?as para que reclamen su derecho a la educaci¨®n: ¡°Porque, si estudiamos, sabremos cu¨¢les son nuestros derechos, qu¨¦ es lo que podemos hacer y hasta d¨®nde podemos llegar¡±.
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