Una c¨²pula adversa y guerrerista: los retos de Petro con los militares
El nuevo presidente comandar¨¢ un ej¨¦rcito que hist¨®ricamente le ha visto como el enemigo
Un retrato de Gustavo Petro Urrego enfundado en la banda presidencial colgar¨¢ de la pared de todos los cuarteles militares de Colombia a partir de agosto. En ese momento no solo ser¨¢ el nuevo presidente del pa¨ªs, sino tambi¨¦n el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Estar¨¢ al mando de una instituci¨®n que a menudo lo ha interpretado como un enemigo por su condici¨®n de pol¨ªtico de izquierdas y de exguerrillero, aunque en realidad lleve m¨¢s de media v...
Un retrato de Gustavo Petro Urrego enfundado en la banda presidencial colgar¨¢ de la pared de todos los cuarteles militares de Colombia a partir de agosto. En ese momento no solo ser¨¢ el nuevo presidente del pa¨ªs, sino tambi¨¦n el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Estar¨¢ al mando de una instituci¨®n que a menudo lo ha interpretado como un enemigo por su condici¨®n de pol¨ªtico de izquierdas y de exguerrillero, aunque en realidad lleve m¨¢s de media vida ocupando cargos p¨²blicos. En su seno anidan sectores extremistas convencidos de que el adversario estar¨¢ ahora en la c¨²pula. El general Eduardo Zapateiro, el representante del ala m¨¢s dura y guerrerista, se ha retirado estos d¨ªas para evitar caminar junto a ¨¦l durante la toma de posesi¨®n.
Petro hereda unas fuerzas armadas envueltas en muchos interrogantes. La ciudadan¨ªa las mira con recelo por su gesti¨®n del estallido social del a?o pasado, en el que se privilegi¨® el uso de la fuerza al di¨¢logo. Su concepci¨®n es que el enemigo interno se esconde en la poblaci¨®n y hay que exterminarlo. Por esa mentalidad en algunos territorios del pa¨ªs son vistas todav¨ªa como una fuerza de invasi¨®n. El informe de la Comisi¨®n de la Verdad, en el que se recogen seis d¨¦cadas de violencia en el pa¨ªs, dice claramente que la justicia militar se ha convertido en un mecanismo para ocultar las violaciones a los derechos humanos de la tropa. Est¨¢ documentado que los militares asesinaron a 6.402 ciudadanos inocentes para hacerlos pasar por guerrilleros y cobrar un bonus.
Los propios militares est¨¢n confundidos y desmoralizados, seg¨²n los expertos consultados. El presidente Juan Manuel Santos, que lider¨® el proceso de paz con las FARC, les hizo ver que la desmovilizaci¨®n de la guerrilla m¨¢s poderosa de Am¨¦rica Latina era una victoria del Ej¨¦rcito, que la hab¨ªa arrinconado hasta que no tuvo otra opci¨®n que sentarse a negociar. Un pu?ado de comandantes guerrilleros fueron aniquilados poco antes de los di¨¢logos. La imagen de los insurgentes y los soldados bajando juntos de las monta?as despu¨¦s de d¨¦cadas mat¨¢ndose parec¨ªa abrir una nueva era en la historia de Colombia.
Sin embargo, el sucesor de Santos, Iv¨¢n Duque, no cre¨ªa en la paz negociada y ha boicoteado su implementaci¨®n en estos ¨²ltimos cuatro a?os. Le ha dado la vuelta al argumento para volver a abrazar las tesis de su mentor, ?lvaro Uribe: el proceso de paz fue una humillaci¨®n, supuso arrodillarse frente al enemigo. Eso se ha instalado en el imaginario de las fuerzas armadas, lo que ha apuntalado la mentalidad guerrerista que impera en los cuarteles. El ¨¦xito de sus misiones se mide por acabar con l¨ªderes de carteles y grupos paramilitares que, pese al shock que supone el descabezamiento, vuelven a colocar nuevos cabecillas. El acercamiento con la gente no se ha producido. La tasa de homicidios creci¨® en 2021 por primera vez en siete a?os.
Petro ya ha nombrado a sus ministros de Hacienda y Exteriores, pero se est¨¢ tomando m¨¢s tiempo para colocar a alguien en Defensa. Sabe que buena parte del ¨¦xito de su Gobierno pasa por ese nombramiento. ¡°Aunque, en el fondo, el verdadero encargado ser¨¢ el propio Petro. Estar¨¢ muy encima¡±, dice uno de sus colaboradores m¨¢s estrechos. La duda reside en s¨ª nombrar¨¢ a un militar retirado o un civil. ¡°Har¨ªa mal Petro en nombrar a un general retirado. Demostrar¨ªa una debilidad que no le conviene. La lectura de los militares ser¨ªa que nombra a alguien de los suyos porque les teme¡±, opina Gabriel Silva Luj¨¢n, exministro de Defensa con Uribe.
El siguiente paso ser¨¢ nombrar una c¨²pula con una mentalidad distinta a la actual. No ser¨¢ f¨¢cil. El Gobierno de Duque ha purgado a todos los altos mandos que trabajaron en el proceso de paz con Santos. Los actuales mandos son todos gente de confianza de Zapateiro, reconocido por su valent¨ªa en combate, pero que se ha retirado despu¨¦s de un mandato cuestionable. Petro deber¨¢ hacer nombramientos sin tocar ning¨²n nervio. ¡°Que ¨¦l a su vez hiciera una purga ser¨ªa un enorme error¡±, conviene Jorge Restrepo, profesor de la Universidad Javeriana, y a?ade: ¡°Favorecer¨ªa que grupos de extrema derecha se quedaran por fuera de la ley y generar¨ªa una enorme divisi¨®n¡±.
Silva Luj¨¢n tambi¨¦n cree que ah¨ª se juega la partida. A su juicio, no debe romper la tradici¨®n de antig¨¹edad en los ascensos. Debe encontrar afinidad con los que est¨¢n en la fila. ¡°Si diera un paso en falso y ascendiera a capitanes y mayores para remover la c¨²pula, como hizo Ch¨¢vez en Venezuela, se meter¨ªa en graves problemas. Se puede dar algunos lujos, claro, pero sin abusar¡±, dice. Los dos expertos coinciden tambi¨¦n en que no hay riesgo de un golpe de Estado. Las fuerzas militares colombianas tienen una historia de respeto al poder pol¨ªtico, a diferencia de otros pa¨ªses de la regi¨®n.
Hay un riesgo mayor, y es que los generales utilicen una frase que ha pasado entre ellos de generaci¨®n en generaci¨®n: ¡°Obedezco, pero no acato¡±. Ha ocurrido en el pasado. El presidente Ernesto Samper (1994-1998) tuvo que destituir por desacato al entonces jefe de las fuerzas armadas, el general Harold Bedoya. Su sucesor, Andr¨¦s Pastrana, enfrent¨® un conato de rebeli¨®n al pedir a un batall¨®n que desalojara una regi¨®n durante una intento de di¨¢logo con las FARC. En ¨²ltima instancia, las aguas regresaron a su cauce.
Los movimientos de Petro, por ahora, han sido astutos. La semana siguiente a su elecci¨®n se reuni¨® con Uribe en busca de un acuerdo nacional que una el pa¨ªs despu¨¦s de una campa?a muy polarizada. Sabe la ascendencia que tiene el expresidente en las fuerzas armadas. Sus tesis todav¨ªa impregnan los cuarteles. En su etapa, ¨¦l mismo daba conferencias en las escuelas de formaci¨®n y hac¨ªa reuniones privadas con los oficiales que iban a ascender. Mantiene una relaci¨®n muy estrecha con los mandos y la estructura. De hecho, Duque, un desconocido al que ¨¦l coloc¨® en la presidencia, ha tenido como ministros a dos uribistas muy leales que, m¨¢s que ejercer un rol de autoridad sobre los militares, han sido sus defensores y portavoces. Los expertos coinciden en que Zapateiro ha ostentado un poder en temas de seguridad que supera al del propio Duque.
El nuevo presidente tambi¨¦n recibe una instituci¨®n con muy poca capacidad de autocr¨ªtica. Cualquier cuestionamiento a sus labores se responde con golpes de pecho y menciones al honor y la lealtad. En las protestas del a?o pasado, se evidenci¨® con videos que algunos manifestantes o incluso transe¨²ntes que pasaban en ese momento por ah¨ª fueron asesinados a manos de la fuerza p¨²blica. Los hechos no merecieron la condena del presidente ni del jefe de las fuerzas armadas. Unos meses atr¨¢s, durante un operativo militar en el Putumayo varios civiles murieron en circunstancias sospechosas, y tampoco hubo ning¨²n atisbo de examen de conciencia. ¡°Es una fuerza vanidosa y prepotente a la que le cuesta mucho aceptar errores¡±, describe alguien que durante una ¨¦poca estuvo en la c¨²pula.
Petro ha sido uno de los principales cr¨ªticos. ?l mismo fue torturado por uniformados cuando pertenec¨ªa al M-19, una guerrilla urbana. M¨¢s tarde, se exili¨® en Europa por miedo a morir, como muchos otros colegas de izquierdas, que fueron asesinados por militares y paramilitares. Ahora, en unas semanas, estar¨¢ al mando de la instituci¨®n. El reto es may¨²sculo. Su ¨¦xito pasa por conseguir que los militares que se crucen con su retrato en los cuarteles lo vean como un l¨ªder y no como el enemigo.
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