Rodrigo Londo?o pide tratamiento pol¨ªtico para Iv¨¢n M¨¢rquez y las disidencias de las FARC
El ¨²ltimo comandante de la guerrilla considera que debe ser la historia la que juzgue sus desavenencias con la paz
Una de las grandes dudas de la pol¨ªtica de la paz total radica en si los grupos de guerrilleros que desertaron o nunca se acogieron al anterior proceso de paz con las FARC, en 2016, deben ser considerados organizaciones criminales cuya ¨²nica salida es someterse a la ley o merecen ahora un tratamiento pol¨ªtico, como el que recibe el ELN. En el interior de Gobierno todav¨ªa se discute cu¨¢l es la mejor v¨ªa. En defensa de las disidencias ha salido este jueve...
Una de las grandes dudas de la pol¨ªtica de la paz total radica en si los grupos de guerrilleros que desertaron o nunca se acogieron al anterior proceso de paz con las FARC, en 2016, deben ser considerados organizaciones criminales cuya ¨²nica salida es someterse a la ley o merecen ahora un tratamiento pol¨ªtico, como el que recibe el ELN. En el interior de Gobierno todav¨ªa se discute cu¨¢l es la mejor v¨ªa. En defensa de las disidencias ha salido este jueves Rodrigo Londo?o, el ¨²ltimo jefe de las FARC, a quien estos grupos incluso intentaron asesinar.
Londo?o cree que el momento por el que pasa Colombia merece grandeza y generosidad. ¡°El retorno de (Iv¨¢n )M¨¢rquez y otros a las armas no debe ser ¨®bice para dar tratamiento pol¨ªtico a la Segunda Marquetalia y dem¨¢s organizaciones armadas compuestas por exintegrantes de las extintas FARC-EP. Que sea la historia quien les juzgue por sus desavenencias con la paz, pues la ciudadan¨ªa colombiana ha mandatado a este Gobierno allanar los caminos para clausurar definitivamente la violencia¡±, escribe Londo?o en una carta que ha hecho p¨²blica.
La carta se centra en M¨¢rquez, que ingres¨® a las FARC en 1982 de la mano de Londo?o. En su momento, los dos se acogieron al proceso de paz y estuvieron en La Habana negociando con el Gobierno de Santos. M¨¢rquez, despu¨¦s de firmado el acuerdo y cuando se empezaba a implementar, perseguido por un fiscal que quer¨ªa imputarle por narcotr¨¢fico, se sinti¨® enga?ado y regres¨® a empu?ar las armas en la clandestinidad. ¡°M¨¢rquez es un hombre de convicciones pol¨ªticas, que motivado por distintas circunstancias abandon¨® el proceso de paz. Su desafortunada e irracional decisi¨®n no solo fue un golpe a la implementaci¨®n del acuerdo, sino que fue la llama que prendi¨® la violencia que comenzaba a mermarse. Eso contribuy¨® a la continuaci¨®n de los padecimientos generados por la guerra y que solo afecta a las gentes m¨¢s humildes del pa¨ªs¡±, dice Londo?o al respecto.
Desde que continuaron con su guerra en la clandestinidad, esos grupos disidentes han sido considerados organizaciones criminales por la opini¨®n p¨²blica. Se han dedicado al tr¨¢fico de drogas y a la extorsi¨®n en los territorios que controlan. Sus motivaciones pol¨ªticas, piensan muchos, han quedado atr¨¢s, enterradas. Se dividen en grupos locales articulados alrededor de la Segunda Marquetalia, la liderada por M¨¢rquez, y el Estado Mayor, cuya cabeza es Iv¨¢n Mordisco. El ministro de Justicia, N¨¦stor Osuna, le dec¨ªa hace unos d¨ªas a este peri¨®dico que estaba por definir si las dos grandes disidencias entrar¨ªan como grupos subversivos o no, o si solo ser¨ªa para uno de los dos. ¡°Eso est¨¢ pendiente¡±, a?adi¨® el ministro.
Despu¨¦s de anunciar en fin de a?o que hab¨ªa alcanzado un cese al fuego bilateral por seis meses con cinco organizaciones distintas, el presidente Gustavo Petro firm¨® el mismo n¨²mero de decretos para fijar las condiciones de cada una de esas treguas. Aunque los decretos tienen similitudes, lo que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n son sus diferencias. Mientras que para el ELN y el Estado Mayor Central habla de ¡°proceso de paz¡±, para la Segunda Marquetalia, se refiere a ¡°facilitar la instalaci¨®n de una mesa de di¨¢logo y lograr el sometimiento a la justicia y su desmantelamiento¡±. Es decir que, en principio, no se le concede ning¨²n car¨¢cter pol¨ªtico.
Y es justamente sobre eso a lo que se refiere en su carta Londo?o, que en sus a?os en la guerrilla se le conoc¨ªa como Timochenko. Quiere que M¨¢rquez, a diferencia de lo que todo apunta, entre en un proceso de paz y se les reconozca un car¨¢cter pol¨ªtico a sus combatientes. Esa f¨®rmula tiene mayores ventajas que la del sometimiento, que prev¨¦ c¨¢rcel de entre cinco y ocho a?os para los que se entreguen voluntariamente y el quedarse entre el 3 y el 6% de los bienes que alguien haya acumulado en la clandestinidad.
M¨¢rquez, de acuerdo a quienes conocen su situaci¨®n, se encuentra recuper¨¢ndose de unas graves heridas, desde que en julio del a?o pasado sufriera un ataque en territorio venezolano. Se cuenta que sus atacantes le colocaron explosivos en uno de los cigarrillos habanos que suele fumar y la detonaci¨®n le arranc¨® tres dedos de una mano y una parte del rostro. Su antiguo amigo Londo?o, pese a que cree que tom¨® decisiones muy desafortundas en la vida, desea que la sociedad colombiana le de a M¨¢rquez una segunda oportunidad para reinsertarse.
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