El Congreso estrena cerca
Unas vallas atornilladas al suelo de la plaza de Bol¨ªvar ahora impiden el paso hacia las escalinatas del Capitolio, s¨ªmbolo de encuentro para los colombianos
Hace apenas un par de d¨ªas, una cuadrilla de trabajadores se tom¨® el costado sur de la Plaza de Bol¨ªvar. No iban a hacer una protesta o una manifestaci¨®n, llegaban a trabajar. Los obreros tra¨ªan en sus manos potentes taladros provistos con gruesas brocas y en cuesti¨®n de minutos empezaron a abrir huecos en el piso de la plaza, justo al pie de las escalinatas que conducen al Capitolio Nacional....
Hace apenas un par de d¨ªas, una cuadrilla de trabajadores se tom¨® el costado sur de la Plaza de Bol¨ªvar. No iban a hacer una protesta o una manifestaci¨®n, llegaban a trabajar. Los obreros tra¨ªan en sus manos potentes taladros provistos con gruesas brocas y en cuesti¨®n de minutos empezaron a abrir huecos en el piso de la plaza, justo al pie de las escalinatas que conducen al Capitolio Nacional.
Solo algunos transe¨²ntes se detuvieron a mirar lo que all¨ª ocurr¨ªa, buscando entender el motivo para hacer un sinf¨ªn de ojales en los hist¨®ricos ladrillos que desde la d¨¦cada de 1960 han visto pasar a millones de personas que ya sea por ocio o por trabajo atraviesan un lugar que para muchos es el coraz¨®n mismo de Colombia.
Los trabajadores tomaban medidas y abr¨ªan huecos como si fueran hormigas haciendo decenas de orificios para una inmensa colonia ubicada bajo la plaza mayor de la capital. Iban avanzando en paralelo al escal¨®n inferior del viejo edificio del Congreso dejando cada cincuenta o setenta cent¨ªmetros hileras de cuatro huecos que quedaban en perfecta l¨ªnea recta y perpendicular al primer pelda?o de piedra.
Tras unos minutos, un grupo de obreros se qued¨® taladrando, mientras que otro empez¨® a traer unas vallas o rejas muy parecidas a las que normalmente usa la Polic¨ªa para contener el p¨²blico, pero estas se ve¨ªan diferentes. Completamente pintadas de negro, sin ning¨²n tipo de marca o escudo y con soportes fijos, las relucientes vallas empezaron a ser atornilladas al suelo de la plaza de Bol¨ªvar cercando al Capitolio e impidiendo de manera permanente el paso hacia las bellas y largas escaleras que dan a la tambi¨¦n cerrada plaza Mosquera que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de las columnas del viejo edificio, dise?ado m¨¢s de 150 a?os atr¨¢s por Thomas Reed para ser s¨ªmbolo del punto de encuentro de todos los colombianos.
En cuesti¨®n de minutos el Congreso de la Rep¨²blica se encerr¨® a¨²n m¨¢s en ese autismo propio de los pol¨ªticos que le dan la espalda a aquellos que los eligieron y marc¨® esta vez de manera f¨ªsica un claro l¨ªmite entre el pueblo y sus dizque representantes.
Seg¨²n la convocatoria abierta hace un par de meses por la Direcci¨®n administrativa del Senado, hacer estas vallas era necesario para salvaguardar la integridad y los bienes que se encuentran al interior del Capitolio, cosa que resulta innegable. Sin embargo, surgen inquietudes: ?deben estar estas vallas atornilladas al piso? ?No representa esto un riesgo potencial? ?En el dise?o no se deber¨ªa haber pensado en que las esquinas afiladas y no redondeadas (como las tienen las vallas de la Polic¨ªa) podr¨ªan eventualmente convertirse en un riesgo para los ciudadanos?
Hace unos meses, antes de que a los congresistas les diera por encerrarse una vez m¨¢s, me sent¨¦ a leer un libro en esas hist¨®ricas y bellas escalinatas. Fue como estar en una Bogot¨¢ imposible en la que todos sus habitantes no somos considerados sospechosos ni somos vistos como potenciales delincuentes. Fue el corto sue?o de sentirse bienvenido en el normalmente lejano templo de la democracia. Lamentablemente, como todos los sue?os, ese Congreso que por un tiempo pareci¨® de todos volvi¨® a ser solo para unos pocos. Ellos all¨¢ y nosotros de este lado de la cerca atornillada y filuda.
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