El negocio de la coca entra en una in¨¦dita fase de metamorfosis
La inestabilidad del mercado il¨ªcito en Colombia empuja al narco a intensificar rutas alternas y nuevas zonas para el cultivo de la hoja en pa¨ªses como Honduras o Guatemala
Mientras el precio de la pasta b¨¢sica y la hoja de coca en Colombia lleva al menos 18 meses por el suelo, los campos del pa¨ªs siguen inundados de cultivos. Un escenario parad¨®jico e in¨¦dito, y un marco adecuado para entender el empobrecimiento de cientos de campesinos agobiados con la sobreoferta acumulada. El fen¨®meno, en un universo il¨ªcito y lleno de variables, ha empujado a los criminales extranjeros a impulsar nuevas cosechas en Centroam¨¦rica o a ins...
Mientras el precio de la pasta b¨¢sica y la hoja de coca en Colombia lleva al menos 18 meses por el suelo, los campos del pa¨ªs siguen inundados de cultivos. Un escenario parad¨®jico e in¨¦dito, y un marco adecuado para entender el empobrecimiento de cientos de campesinos agobiados con la sobreoferta acumulada. El fen¨®meno, en un universo il¨ªcito y lleno de variables, ha empujado a los criminales extranjeros a impulsar nuevas cosechas en Centroam¨¦rica o a instalar laboratorios en Europa en busca de estabilidad. Se trata de narcos en M¨¦xico o Estados Unidos interesados en garantizar la solidez de su negocio e intensificar rutas de tr¨¢fico alternas.
Los indicios apuntan hacia una transformaci¨®n gradual e inusitada del narcotr¨¢fico. Seg¨²n las entrevistas realizadas sobre el terreno por m¨²ltiples investigadores, los ¡°compradores¡± internacionales han movilizado su atenci¨®n hacia Belice, Honduras o Guatemala. Pero tambi¨¦n en Ecuador y Venezuela se est¨¢n forjando nuevos circuitos. Y Ana Mar¨ªa Rueda, investigadora de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz, cuenta que las ventas de coca¨ªna en Per¨², que ha sido un enclave tradicional, est¨¢n disparadas.
La tarea de juntar las piezas para comprender mejor la coyuntura no resulta nada f¨¢cil para ninguno de los seis expertos consultados. Rueda se lamenta de que hoy los ¨²nicos con un mapa claro de la situaci¨®n son, probablemente, los organismos de inteligencia colombianos y estadounidenses. Y, amparados en la naturaleza de su oficio, ninguna de las dos agencias ha sido amiga de facilitar reportes o informaci¨®n.
Una filtraci¨®n masiva de correos de la Fiscal¨ªa publicada por un consorcio de medios liderado por el OCCRP y el CLIP, llamado ¡°Narco Files¡±, refuerza la idea de que la metamorfosis del negocio es tal, que en los ¨²ltimos a?os han sido hallados ¡°decenas de nuevos laboratorios¡± de procesamiento en Europa. Seg¨²n esta investigaci¨®n period¨ªstica, los criminales colombianos han participado ¡°exportando su experticia¡±. Nada m¨¢s en M¨¦xico han sido destruidas 171 plantaciones de hoja de coca entre 2020 y 2023. Rueda a?ade que en Honduras se ha confirmado la existencia de unas 1.000 hect¨¢reas sembradas, apenas una fracci¨®n de las 230.000 de Colombia, pero un aumento importante en el peque?o pa¨ªs centroamericano.
El hueco dejado desde 2016 en Colombia por la extinta guerrilla marxista de las FARC, que durante a?os control¨® el panorama, ha dejado una dispersi¨®n de actores que se disputan el predominio en el sur y suroccidente del pa¨ªs. Se conoce que el Clan del Golfo monopoliza una parte importante del negocio en el norte del pa¨ªs. ¡°En el Cauca y Putumayo, zonas hist¨®ricamente cocaleras, hay disidencias y otros grupos que siguen benefici¨¢ndose del negocio. Hoy el debate gira en torno a la forma de articular la pol¨ªtica de seguridad y de drogas dentro de las negociaciones entre el Gobierno y esos grupos armados¡±, explica Catalina Ni?o, investigadora del centro de pensamiento colombo alem¨¢n Fescol.
Se refiere a la pol¨ªtica bautizada desde el oficialismo como la ¡°paz total¡±. ¡°Tambi¨¦n ha habido otras facciones al sur del pa¨ªs¡±, contin¨²a Ni?o, ¡°que han aprovechado la coyuntura para migrar a actividades il¨ªcitas diferentes como la miner¨ªa ilegal de carb¨®n en el conflictivo Bajo Cauca¡±. Esta atomizaci¨®n de los grupos armados les ha restado capacidad de negociaci¨®n frente a criminales extranjeros que manejan los eslabones posteriores, como los carteles mexicanos que tienen fuerte presencia en el puerto de Buenaventura, en el Pac¨ªfico: ¡°Hay an¨¢lisis que sugieren que la diversificaci¨®n geogr¨¢fica del negocio, de los cultivos y del procesamiento, ha achicado los ingresos de los grupos ilegales colombianos. De la misma forma hay indicios de que el ELN, por ejemplo, ha retomado los secuestros para compensar los huecos que ha dejado la crisis cocalera¡±.
El ¨¢rea sembrada de coca en Colombia tuvo un incremento del 13% entre 2021 y 2022, de acuerdo con cifras de Naciones Unidas. El 65% de las 230.000 hect¨¢reas sembradas se concentran en los departamentos de Nari?o y Putumayo, en la frontera con Ecuador, y Norte de Santander, en l¨ªmites con Venezuela. ¡°El protagonismo lo han ido ganando, gradualmente, los compradores internacionales¡±, apunta Elizabeth Dickinson, de International Crisis Group, ¡°cada vez m¨¢s, los traficantes internacionales tienen mayor incidencia sobre lo que ocurre en territorio colombiano¡±.
En medio de estos movimientos internacionales, el empobrecimiento colectivo del campesinado cocalero resulta preocupante y, para Catalina Ni?o, bastante marginado del debate pol¨ªtico. ¡°Los territorios cocaleros est¨¢n en crisis desde el 2022¡å, subraya el investigador de Dejusticia Luis Felipe Cruz, ¡°En el Guaviare, Putumayo, Caquet¨¢ o el sur del Meta los campesinos ya no saben a qui¨¦n vender la hoja de coca porque la desmovilizaci¨®n de las FARC los dej¨® sin el puente que los enlazaba con los compradores e incluso determinaba qu¨¦ cantidades se pod¨ªan comerciar¡±.
Ante la ausencia de ideas claras del Gobierno, Ni?o lamenta que tampoco haya una organizaci¨®n que agrupe a las familias cocaleras y tenga el m¨²sculo pol¨ªtico suficiente para visibilizar m¨¢s su precaria situaci¨®n: ¡°Para que haya paz en este pa¨ªs, tenemos que atender mucho m¨¢s el tema campesino, que ¨²ltimamente se ha alejado incluso en la comunidad acad¨¦mica y activista, que era donde generalmente se discut¨ªan temas como la sustituci¨®n de cultivos¡±. Katherin Galindo Ort¨ªz, investigadora de Colombia Risk Analysis, recuerda que el campesinado se lleva la peor parte del negocio: ¡°Son los menos beneficiados de esta cadena ilegal. Son los m¨¢s perseguidos por las autoridades, los que menos recaudan y los que m¨¢s arriesgan¡±.
Rueda plantea que muchos han migrado incluso a las ciudades para ganarse la vida como mototaxistas u otros oficios: ¡°No hay mucho para hacer en las fincas. La desmotivaci¨®n es total. En Putumayo sucede algo curioso y es que el negocio se reactiva por momentos. Parece como si un grupo armado enviara un mensaje repentino y la gente saca sus bultos de pasta que tiene guardados y los vende¡±. Dickinson agrega que en algunas zonas de la costa Caribe, como el sur de C¨®rdoba o de Bol¨ªvar, el Clan del Golfo ha logrado implantar un mercado de pasta base hasta cierto punto estable.
Pero nada funciona con la fluidez de anta?o: ¡°Hoy el mercado exige un producto de alt¨ªsima calidad. Y Colombia ya no es la primera opci¨®n para los grupos armados. Ahora tienen de d¨®nde escoger y para los campesinos es muy complejo cumplir con los requisitos que quieren los carteles porque el precio de la gasolina est¨¢ muy alto y los insumos qu¨ªmicos desde la guerra en Ucrania son muy costosos¡±, finaliza Rueda.
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