En Catatumbo no hay quien compre la coca
Mientras la econom¨ªa de la coca se contrae, el carb¨®n se ha valorizado debido a los cambios en los flujos comerciales inducidos por la guerra entre Rusia y Ucrania
En el Catatumbo, el principal enclave de cultivos de coca de Colombia, no hay quien compre la pasta base. La recesi¨®n de esta econom¨ªa ilegal es una ventana de oportunidad para que el Gobierno de Gustavo Petro ponga en pr¨¢ctica su discurso en contra de la guerra contra las drogas. Pero hay que actuar prontamente, para que sea el Estado y no los grupos armados ilegales los que aprovechen esta situaci¨®n.
Varias razones podr¨ªan explicar esta contracci¨®n. Por un lado, tal como lo se?al¨® recientemente el diario regional La Opini¨®n, la captura y extradici¨®n de ¡°Otoniel¡±, el l¨ªder principal del Clan del Golfo, gener¨® incertidumbre entre los narcotraficantes. ¡°No saben a qui¨¦nes y cu¨¢ntas rutas han entregado a las autoridades de ese pa¨ªs¡±, afirma este peri¨®dico. Tambi¨¦n se dice que han contribuido a este momento de crisis la destrucci¨®n de pistas del otro lado de la frontera, la interdicci¨®n de cargamentos por la v¨ªa del Caribe y las dificultades para sacar la coca¨ªna por Venezuela. Para los carteles mexicanos dej¨® de ser rentable el Catatumbo como centro de abastecimiento, disminuyendo el flujo de dinero hacia esta regi¨®n.
De ser ciertas estas versiones, se confirmar¨ªa que el verdadero impacto de las acciones del Estado contra el narcotr¨¢fico est¨¢ en los eslabones claves y la disrupci¨®n de las rutas, no en la ineficiente y costosa erradicaci¨®n forzada de los cultivos il¨ªcitos. En esta regi¨®n, la proporci¨®n de hect¨¢reas de coca erradicadas en los ¨²ltimos a?os ha sido muy baja, en un contexto de fuerte influencia de los grupos armados ilegales y resistencia por parte de las comunidades.
Mientras la econom¨ªa de la coca se contrae, el carb¨®n se ha valorizado debido a los cambios en los flujos comerciales inducidos por la guerra entre Rusia y Ucrania. Los grupos armados ilegales extraen rentas de este sector a trav¨¦s de la extorsi¨®n y el control sobre minas ilegales. La explotaci¨®n del mineral tambi¨¦n ha atra¨ªdo mano de obra.
Adem¨¢s, la guerrilla del ELN habr¨ªa dado la orden de no sembrar coca ni sacar pasta base. La raz¨®n para hacerlo es que los cultivos de coca estimulan el inter¨¦s y la competencia con otras organizaciones, a la vez que van degradando la lucha insurgente. No hay como comprobar esta intenci¨®n, m¨¢s all¨¢ de los discursos de rechazo al narcotr¨¢fico. Como antecedente se encuentra lo que sucedi¨® en Arauca, donde el ELN orden¨® erradicar la centena de hect¨¢reas de coca que hab¨ªa en este departamento.
M¨¢s all¨¢ de las razones, la recesi¨®n de la econom¨ªa cocalera es un hecho. La pregunta ahora es c¨®mo el Estado puede aprovechar esta oportunidad. Hace un a?o, el inter¨¦s de las poblaciones involucradas en los cultivos de coca en la sustituci¨®n era muy bajo. Hoy hay una mayor apertura, dadas las pocas las alternativas que ofrece la econom¨ªa legal.
Una situaci¨®n similar se vivi¨® tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC y el comienzo de la implementaci¨®n. Tras el desarme de este grupo insurgente y la reconfiguraci¨®n de la regulaci¨®n ilegal, tampoco hab¨ªa quien comprara la producci¨®n. Pero con el trascurrir del tiempo la econom¨ªa ilegal se reorganiz¨® y se reactiv¨®, convirtiendo al Catatumbo en la principal regi¨®n productora. Norte de Santander pas¨® de tener casi 7.000 hect¨¢reas de coca en 2014 a algo m¨¢s de 28.000 en 2017 y 40.000 en 2020. En menos de una d¨¦cada, los cultivos se multiplicaron m¨¢s de cinco veces. ?C¨®mo evitar que esto vuelva a suceder?
A dos semanas del comienzo de su mandato el presidente Petro estuvo en el Catatumbo, en el municipio de Tib¨². ¡°Hay que construir la transici¨®n del Catatumbo: hacia una regi¨®n prospera y hacia la producci¨®n alimentaria, que es posible con educaci¨®n y con el dialogo regional¡±, declar¨® el mandatario ante cientos de campesinos expectantes. Petro tambi¨¦n anunci¨® la realizaci¨®n de la primera asamblea de campesinos cultivadores de hoja de coca.
Para encontrar las claves que permitan avanzar en este prop¨®sito ya hay un camino recorrido. Las comunidades y sus l¨ªderes, las administraciones locales y la gobernaci¨®n, la iglesia, grupos de mujeres y j¨®venes han venido pensando e imaginando El Catatumbo. Parte importante de esta conversaci¨®n se ve reflejado en la ¡°Hoja de Ruta¡± del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), como parte de la implementaci¨®n del Acuerdo de Paz. En este ejercicio se identificaron prioridades que podr¨ªan cambiar el futuro de esta regi¨®n. Buena parte de ellas son parte de una agenda de reivindicaciones que han sido elevadas al Estado central una y otra vez.
Adem¨¢s, en la regi¨®n hay un conjunto disperso de proyectos promisorios, que pretenden ofrecer alternativas de ingresos legales, en un contexto muy adverso, no solo en t¨¦rminos de seguridad sino tambi¨¦n por la falta de infraestructura y bienes p¨²blicos. Esta puede ser la levadura para desatar el desarrollo local.
Dos fuerzas pueden marcar lo que viene. Por un lado, la ¡°paz total¡± y la posibilidad de que las treguas contribuyan a generar condiciones para la agenda de transformaci¨®n territorial. Esto en un momento en donde est¨¢n encendidas las alarmas por la posible activaci¨®n de la disputa entre el ELN y las disidencias de las FARC. Por otro lado, la apertura de la frontera con Venezuela, que podr¨ªa generar un ciclo de reactivaci¨®n de la econom¨ªa formal, pero que tambi¨¦n puede dejar sin ingresos a cientos de personas que dependen de la informalidad y la ilegalidad ¨C potenciada por el cierre de la frontera.
Lo que revela la ¡°Hoja de Ruta¡± es que la apuesta del Estado en el Catatumbo debe ser conectarlo. Algo que, como se?ala el economista Roberto Angulo, no solo se trata de v¨ªas e infraestructura, sino tambi¨¦n de conectar a las personas y las comunidades con el Estado, para que sean los actores principales del desarrollo. La crisis de la coca es una oportunidad para que el Estado gane espacio, pasando de las promesas a los hechos.
Juan Carlos Garz¨®n es investigador asociado de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz y experto en pol¨ªticas de seguridad y drogas.
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