La farsa de las disidencias
El narcotr¨¢fico se ha convertido el ¨²nico motor de los grup¨²sculos de d¨ªscolos que renunciaron a la paz en 2016
Hace unos meses en este mismo espacio se?al¨¦ el absurdo de las negociaciones de paz con la gerontol¨®gica guerrilla del ELN, hoy desprovista de ideales y sobre todo de asuntos para negociar con un gobierno de izquierda como lo es el del presidente Petro. Como lo se?al¨¦ en aquel escrito de noviembre de 2023, pr¨¢cticamente todos los puntos que se enumeran como reivindicaciones con las cuales dicha guerrilla justifica su lucha armada o se vienen aplicando por cuenta de la Constituci¨®n Pol¨ªtica de 1991 o hacen parte de lo acordado con las antiguas FARC en La Habana o son banderas del gobierno actual. La conclusi¨®n de entonces fue que el ELN no tiene sentido y mucho menos negociar algo que ni ellos mismos saben bien qu¨¦ debe ser.
M¨¢s grave es la situaci¨®n con las disidencias de las Farc, por ejemplo, las de Iv¨¢n Mordisco, con la que ayer se ampli¨® el acuerdo de cese al fuego por seis meses m¨¢s. Si el ELN no tiene sentido en 2024, esos grup¨²sculos surgidos de inconformes con lo acordado en La Habana hace ocho a?os no son m¨¢s que delincuentes que buscan disfrazar sus fechor¨ªas con un supuesto matiz pol¨ªtico que es un absoluto sinsentido.
Comencemos por lo b¨¢sico: hay dos corrientes de disidencias de Farc. Unas que sencillamente nunca se desmovilizaron y prefirieron seguir dedicadas al narcotr¨¢fico en las selvas de Colombia. Y otras que, con la excusa de que el Gobierno incumpl¨ªa el acuerdo firmado por Rodrigo Londo?o y Juan Manuel Santos, volvieron a la lucha armada para dedicarse al narcotr¨¢fico en las selvas de Colombia. En pocas palabras, las disidencias son narcotraficantes que agitan banderas pol¨ªticas que ni ellos mismos creen.
Volviendo al art¨ªculo sobre el ELN, uno podr¨ªa creer que la lucha armada para llegar al poder tiene sentido en un pa¨ªs donde los canales democr¨¢ticos est¨¢n completamente bloqueados y donde la posibilidad de promover ideas y propuestas se ve limitado por la censura o la c¨¢rcel. Sin embargo, ese no es el caso de Colombia. El mejor ejemplo lleva casi un a?o y medio residiendo en la Casa de Nari?o. La democracia funciona. Incluso para las ideas radicales.
Las guerrillas pol¨ªticas en Colombia ten¨ªan sentido en otros tiempos, cuando estaba pr¨¢cticamente proscrito pertenecer a la izquierda y en donde los candidatos con esa visi¨®n de pa¨ªs eran diezmados por todo el territorio nacional. M¨¢s esa no es la realidad presente. Si esos se?ores de verdad quisieran dedicarse a la pol¨ªtica, bastar¨ªa con que monten partido, organicen sus ideas y empiecen a conseguir votos. Si no los eligen, usar esa misma plataforma para hacer veedur¨ªa y control y cortarle las alas a la corrupci¨®n que ahoga a todo el pa¨ªs. Pero eso en realidad no les interesa. O tal vez s¨ª, pero son tan obtusos y faltos de estructura intelectual que consideran que es a trav¨¦s de la violencia que lograr¨¢n alcanzar el poder. ?Vaya estolidez!
Pero no podemos mentirnos. No podemos ser tan c¨¢ndidos. Los multimillonarios negocios que hacen con el narcotr¨¢fico y la miner¨ªa ilegal son el verdadero motor de sus l¨ªderes, que m¨¢s que agenda pol¨ªtica tienen un negocio que necesitan mantener a toda costa. Por eso les conviene simular una negociaci¨®n sin fin. Por eso les interesa el cese al fuego. As¨ª pueden seguir como turbios mercaderes del futuro de Colombia simulando un altruismo que no existe mientras se aprovechan de lo que parece buena voluntad de un gobierno que sue?a la paz. ?O m¨¢s que buena voluntad ser¨¢ candidez?
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