Salvemos esta democracia imperfecta
Petro hoy parece m¨¢s radicalizado. El l¨ªder que tom¨® juramento con un discurso de unidad ha dado paso a un aguerrido luchador con agenda propia, en la que no caben ideas ajenas
Mientras un torbellino de populismo y autoritarismo sacude el continente, el mundo vive dos guerras que han puesto patas arriba el ordenamiento internacional y en Estados Unidos el expresidente Trump amenaza con regresar al poder para recomenzar su agenda de profunda derechizaci¨®n y aislamiento, Colombia camina sobre el filo de la navaja y nuestra democracia imperfecta se ve amenazada por el embate de la polarizaci¨®n y la intolerancia.
Vivimos tiempos de enorme incertidumbre, pesimismo, crispaci¨®n pol¨ªtica y posverdad. Colombia parece un barco que cruza aguas embravecidas, en una noche de tormenta perfecta, en medio de enormes glaciares, en el que el capit¨¢n paranoico advierte que hay un amotinamiento, con grumetes conspirando y los pasajeros temen que haya un colapso inminente y el futuro desaparezca. Y, sin embargo, lo ¨²nico que mantiene vivos a los pasajeros, y a flote el barco, es la fortaleza de la democracia y la carta de navegaci¨®n escrita en la Constituci¨®n de 1991, que les ha permitido seguir vivos, superando peores tormentas, con otros capitanes, en otras aventuras.
Colombia atraviesa el m¨¢s fuerte per¨ªodo de polarizaci¨®n en muchas d¨¦cadas con un presidente radicalizado frente a los ataques de la oposici¨®n de derecha, que ha cuestionado sus reformas pol¨ªticas y econ¨®micas, a las que han interpuesto todo tipo de obst¨¢culos en el Congreso, y, adem¨¢s, ha enfrentado la incontinencia verbal de un fiscal en abierta campa?a presidencial, que ha logrado que su vicefiscal ¨Denvuelta en un esc¨¢ndalo por supuestamente proteger a un delincuente¨D lo reemplace transitoriamente mientras la Corte Suprema de Justicia elige una fiscal en propiedad.
El jefe de Estado tambi¨¦n ha sufrido lo que considera una arremetida pol¨ªtica de la procuradora, quien suspendi¨® al canciller ?lvaro Leyva, que logr¨® esquivar esa decisi¨®n durante 13 d¨ªas, con todo tipo de argucias jur¨ªdicas. La sanci¨®n se dio por supuestas faltas del disciplinado en una oscura licitaci¨®n de pasaportes que podr¨ªa costarle al pa¨ªs 116.000 millones de pesos. Con su paso al costado, Leyva acepta, por fin, que no est¨¢ blindado jur¨ªdicamente ni tiene licencia alguna para romper el Estado de derecho y quedarse a las malas en el cargo.
Este episodio, sumado al proceso en la Fiscal¨ªa contra Nicol¨¢s Petro, el hijo del presidente, por los esc¨¢ndalos que rodean la financiaci¨®n de la pasada campa?a presidencial, ha empujado al jefe de Estado a hablar de una supuesta ruptura institucional para sacarlo del poder y a levantar la bandera electoral, para defender en la calle su proyecto pol¨ªtico y exigir la elecci¨®n de una nueva fiscal, de la terna enviada hace varios meses a la Corte Suprema de Justicia, ante el fin del per¨ªodo constitucional del titular. La Corte, como era de esperar, ha actuado con independencia y no se ha dejado presionar.
El allanamiento de la Fiscal¨ªa a Fecode, para recoger supuestas pruebas de la financiaci¨®n ilegal a la campa?a presidencial, elev¨® a¨²n m¨¢s el delirio golpista y de ruptura institucional del primer mandatario. Un concepto que no comparte la mayor¨ªa de los colombianos, pero que Petro defiende con la convicci¨®n de un revolucionario dispuesto a hacerse inmolar en la Casa de Nari?o, rodeado de su pueblo, antes que dejarse inmovilizar o sacar a sombrerazos del poder por la derecha.
Por eso ha convocado a las calles al pueblo. A los m¨¢s de 11 millones de colombianos que votaron por el cambio en mayo de 2022; a los nadie, a las minor¨ªas y poblaciones ancestrales, a los campesinos, ind¨ªgenas, negros y comunales, a sindicalistas, maestros, a los antes invisibles para el Estado, para que se hagan sentir y exijan la elecci¨®n de la nueva fiscal, la aprobaci¨®n de las reformas atascadas en los laberintos del Congreso de la Rep¨²blica, y ratifiquen su apoyo a la agenda de negociaciones con los grupos armados ilegales, que en las encuestas marcan en rojo.
Petro hoy parece m¨¢s radicalizado. El l¨ªder que tom¨® juramento el 7 de agosto de 2022 con un discurso de unidad ha dado paso a un aguerrido luchador con agenda propia, en la que no caben ideas ajenas. Y quiere a su lado a un equipo leal a esa causa. Nada de aguas tibias, ni discursos liberales. Nada de gente que quiera congraciarse con el establecimiento. Con el ¨²nico que quiere estar bien es con su pueblo. Y ese pueblo a¨²n no sale en masa a las calles. Ni se est¨¢ haciendo escuchar como en per¨ªodos de crisis en pa¨ªses vecinos. Incluso, ni siquiera como en el estallido social contra el presidente Duque. Esa masa, sencillamente, pareciera no entender hacia d¨®nde avanza este barco, ni qu¨¦ es lo que quiere el capit¨¢n. El mensaje no llega. No se entiende. Hay mucha incertidumbre, incluso miedo de sectores que temen que el pa¨ªs se hunda y esta oportunidad hist¨®rica de cambio se esfume.
Desde muchas partes se escucha el SOS por esta democracia imperfecta que ha soportado tantos a?os de guerra, tantos golpes del narcotr¨¢fico, tanta corrupci¨®n y desidia administrativa. Por eso se requiere volver a la calma, al tr¨¢mite sereno de las disputas pol¨ªticas, al debate de ideas y el logro de consensos. A pensar en una mesa de di¨¢logo donde sea posible trazar una ruta pol¨ªtica por la unidad nacional, para sacar adelante un consenso que permita las reformas, los acuerdos de paz, la transformaci¨®n del territorio, la verdadera descentralizaci¨®n, el fin de la polarizaci¨®n que mantiene intoxicada la agenda pol¨ªtica. Antes que insistir en solucionar los problemas del planeta, es urgente pensar colectivamente en desactivar la crisis que amenaza con hundir el barco.
Un primer paso es erradicar el lenguaje pendenciero e incendiario, pensar m¨¢s en salvar la democracia y menos en ganar elecciones y llevarse por delante a los contradictores. No hacerlo es permitir que el pa¨ªs amanezca cada d¨ªa con nuevas y m¨¢s graves tormentas, que justifiquen a quienes se mantienen alzados en armas y aumenten el caudal de seguidores de la extrema derecha. En el continente, Bukele y Milei son estrellas polares de mentes extasiadas con el extremismo pol¨ªtico. El espejo donde se mira la extrema derecha colombiana.
Bukele cree que est¨¢ reinventado la democracia, en un modelo que pulveriza la oposici¨®n, establece un partido ¨²nico, un Congreso sin oposici¨®n y un poder judicial silenciado. Milei busca lo mismo, aunque ha encontrado la resistencia vigorosa del Congreso argentino. ?Qu¨¦ tan lejos esta Colombia de contagiarse de esa enfermedad cr¨®nica de populismo autoritario que convierte el Estado en reh¨¦n de un solo hombre? Nadie lo sabe, pero esta crisis pol¨ªtica permanente, esta tormenta perfecta que ataca a la democracia, nos amenaza sin que se escuche con fuerza la voz sensata del pueblo exigiendo un cese al fuego verbal y el respeto absoluto a la Constituci¨®n de 1991, nuestra bit¨¢cora y br¨²jula, para llegar a puerto seguro y calmar el alebrestamiento de los grumetes que amenazan con hundir el barco.
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