?Colombia aguanta todo?

Los presidentes de la Rep¨²blica sienten que tienen la prerrogativa de poner a prueba la capacidad de aguante del pa¨ªs. Uno puede ir tan atr¨¢s en la historia como quiera y con mucha frecuencia encuentra ese comportamiento. Belisario Betancur, por ejemplo, consider¨® que pod¨ªa validar la insurgencia con una teor¨ªa de las causas objetivas del conflicto. Ten¨ªamos que aguantarla, as¨ª lo ve¨ªa ¨¦l. Se llen¨® de razones, hasta que el ...

Los presidentes de la Rep¨²blica sienten que tienen la prerrogativa de poner a prueba la capacidad de aguante del pa¨ªs. Uno puede ir tan atr¨¢s en la historia como quiera y con mucha frecuencia encuentra ese comportamiento. Belisario Betancur, por ejemplo, consider¨® que pod¨ªa validar la insurgencia con una teor¨ªa de las causas objetivas del conflicto. Ten¨ªamos que aguantarla, as¨ª lo ve¨ªa ¨¦l. Se llen¨® de razones, hasta que el M-19 le dio en la cara con la toma del Palacio de Justicia.

C¨¦sar Gaviria consider¨® que el pa¨ªs aguantaba una nueva Constituci¨®n, que llevamos m¨¢s de tres d¨¦cadas tratando de pagar. Y que deb¨ªamos aguantar un acuerdo con Pablo Escobar, el criminal m¨¢s tenebroso de nuestra historia, hasta que le dio en la cara con sus desafueros en La Catedral y la escapada de la c¨¢rcel. Ernesto Samper consider¨® que el pa¨ªs deb¨ªa aguantar un proceso 8.000 y la interinidad de un presidente acusado de ser elegido con dineros del narcotr¨¢fico, con el predicamento de sostenerse en el poder con el presupuesto p¨²blico.

Andr¨¦s Pastrana, en cuyo Gobierno honrosamente trabaj¨¦, en Planeaci¨®n Nacional, consider¨® que el pa¨ªs aguantaba un largu¨ªsimo proceso de paz con el grupo de Tirofijo, cosa que intent¨® por casi todo su periodo presidencial, hasta que le dieron en la cara con el abuso de la zona de distensi¨®n y la silla vac¨ªa. ?lvaro Uribe consider¨® que Colombia aguantaba el cambio del articulito; pocos a?os despu¨¦s se puso de nuevo el articulito en la Constituci¨®n colombiana, pero reforzado, al prohibir no solo la reelecci¨®n inmediata, sino cualquier tipo de reelecci¨®n. Hoy agradecemos esa nueva versi¨®n. A Uribe le dieron en la cara los militares que hicieron los imperdonables, abyectos e irreparables falsos positivos.

Juan Manuel Santos, en cuyo Gobierno tambi¨¦n tuve el honor de participar en Hacienda y Ecopetrol, consider¨® que el pa¨ªs aguantaba una paz con un texto de 270 p¨¢ginas, que pon¨ªa condiciones oneros¨ªsimas y dificil¨ªsimas, para reintegrar a la sociedad al grupo de Tirofijo. Desde 2016 llevamos sin saber si se puede cumplir o no con las condiciones acordadas, bien sea por falta de ganas, falta de plata, falta de un Estado el doble de eficaz, o falta de una econom¨ªa el doble de productiva para pagar por lo puesto all¨ª. O por falta de cojones, pues qui¨¦n ser¨¢ el guapo que compre las tres millones de hect¨¢reas, cuando ser¨¢ imposible probar que no las pag¨® a sobreprecio.

Iv¨¢n Duque consider¨® que el pa¨ªs aguantaba tres meses de caos y desgobierno, intimidaci¨®n y par¨¢lisis por parte de encapuchados que nunca se atrevi¨® a contener, m¨¢s preparados que un kumis, bajo el velo falaz de la espontaneidad de la juventud. Al mismo tiempo, se le vino encima el covid y llev¨® una tributaria que puso a prueba el l¨ªmite de aguante de la gente.

Gustavo Petro, sin embargo, puede ser el campe¨®n de las pruebas de aguante de los colombianos. Considera que el pa¨ªs aguanta: 1) pagar una tributaria abrasiva que vac¨ªa los bolsillos de las familias y los PyG de las empresas; 2) acabar con un sistema de salud que funcionaba, y poner en su lugar uno que pronto costar¨¢ el doble para atender a los pacientes la mitad de bien, o menos; 3) socavar la construcci¨®n de vivienda e infraestructura; 4) confundir la planificaci¨®n del sistema energ¨¦tico; 5) promover el declive de la industria de hidrocarburos y la miner¨ªa; 6) matonear a los empresarios que crean empleo y pagan impuestos; 7) dejar colgado el prop¨®sito de justicia social al ser incapaz de ejecutar un presupuesto como Dios manda.

Como si esa lista fuera poco, ahora s¨ª mencionemos los problemas de fondo: 8) permitir la invasi¨®n del pa¨ªs por las bandas de b¨¢rbaros y criminales de todas las pelambres, que se han tomado un tercio del territorio, y 9) la toma del presupuesto y las instituciones por la incompetencia y la venalidad. Hasta ahora, Colombia parece haber aguantado. Pero es posible que hace rato el pa¨ªs haya agotado su entereza. No nos hemos dado cuenta porque 50 millones de personas se tienen que levantar cada d¨ªa a vivir y trabajar, bajo las condiciones que les pongan, pues no tienen m¨¢s remedio.

Ese puede ser un error ¨®ptico. Puede ser que muchos empresarios ya hayan desistido de los planes que tuvieron, y que aumentaban nuestra capacidad de aguante. Puede que muchos padres de familia hayan desistido de seguir buscando la prosperidad y la felicidad, y se contenten con tan solo mantener a sus hijos alimentados con una o dos comidas al d¨ªa, y haciendo lo posible para alejarlos de las drogas y el microtr¨¢fico, que los acosa en el barrio y el colegio.

Puede ser que una parte importante de la Polic¨ªa Nacional y las Fuerzas Armadas hayan migrado hace rato a dejar de luchar contra el mal, se hayan vuelto facilitadores del crimen y beneficiarios de su generosidad. Puede ser que hace rato la mayor¨ªa de los pol¨ªticos hayan abandonado la aspiraci¨®n de trabajar por un pa¨ªs mejor y se hayan dedicado a usar sus investiduras para un mejor futuro personal y familiar.

Puede ser que los profesores hayan desistido de ense?ar lo que los alumnos necesitan, y se hayan dedicados a adoctrinarlos con visiones antisistema que no les servir¨¢n para entender el mundo, encontrar un empleo y prosperar. Puede ser que los economistas hayamos olvidado hace rato que la meta era ayudar de todas las formas posibles a que los 12 millones de subempleados y las cinco millones de mujeres que no pueden siquiera vincularse al mercado de trabajo encontraran empleos productivos, en empresas promisorias. Esas 17 millones de almas ni siquiera tienen la soluci¨®n del salario m¨ªnimo. Los economistas s¨®lo atinamos a decir que es muy alto en Colombia; una explicaci¨®n extra?¨ªsima. Ninguna comparaci¨®n internacional hace pensar que el costo del trabajo es alto en Colombia. Aparte, ?la clave del desarrollo no es que los salarios suban? Si no, para qu¨¦.

Las encuestas desde hace rato muestran a los padres de familia desesperanzados y a los empresarios desanimados. Puede ser que Colombia haya dejado de aguantar y no nos hemos dado cuenta. Hacia adelante, no se puede limitar la prerrogativa presidencial, pero s¨ª exigirle a los que vienen dar unos pasos previos antes de que intenten su personal prueba de resistencia al pa¨ªs.

Empezar por asegurar un buen gobierno, que es en s¨ª una tarea inmensa. Que un equipo a la altura de las circunstancias se emplee de manera arm¨®nica en producir resultados, siguiendo una estrategia realizable para el per¨ªodo presidencial. Y partir del: ¡°Primero, no haga da?o¡± de Hip¨®crates, principio primordial de los m¨¦dicos ante un paciente.

He llegado al convencimiento de que es pernicioso gastar el primer a?o elaborando y aprobando un plan de desarrollo para los siguientes tres. As¨ª mismo, querer imponer una visi¨®n general a realidades tan distantes como las de las siete principales regiones de Colombia. El centralismo dej¨® de ser opci¨®n. Pero esto requiere una capacidad gerencial que hoy no hay. De hecho, reconozcamos que la capacidad de gesti¨®n de los gobernadores y alcaldes de ciudades grandes supera la del Gobierno nacional.

Por ah¨ª hay que empezar. Por repotenciar la capacidad gerencial del Gobierno nacional. De lo contrario imperar¨¢ el caos y la descoordinaci¨®n del que somos testigos. Ser¨ªa un alivio que en lugar de poner a prueba nuestra capacidad de aguante, m¨¢s bien se pusiera de inmediato a prueba la capacidad efectiva de gobernar del pr¨®ximo que gane.

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