Un l¨ªder no basta
De nuestro pa¨ªs se ha dicho que ha tenido muchos pr¨®ceres y pocos m¨¢rtires. En Luis Carlos Gal¨¢n y en tantos jueces, periodistas, coroneles, polic¨ªas y soldados encontramos un sinn¨²mero de m¨¢rtires
En tiempos de l¨ªderes mesi¨¢nicos, o con aspiraci¨®n a serlo, cabe repasar la historia reciente de Colombia y resaltar los genuinos l¨ªderes que hemos tenido. Aprender c¨®mo llegaron a serlo, revivir sus epifan¨ªas y ser testigos de c¨®mo construyeron una visi¨®n transformadora para el pa¨ªs. Me refiero a Gal¨¢n, cuya biograf¨ªa Luis Carlos Gal¨¢n, ¨ªntimo y p¨²blico, mi hermano, fue escrita por Gabriel Gal¨¢n. En d¨ªas pasados nos encontramos en Bucaramanga y, adem¨¢s de ¨¦se, me pas¨® un libro sobre su padre, Mario Gal¨¢n G¨®mez, que fue presidente de Ecopetrol.
El hecho clave de la adolescencia de Gal¨¢n fue usar su precocidad con las palabras para escribir unos textos intensos y de una profundidad extra?a para un colegial, que revelaron un uso vigoroso y d¨²ctil del idioma, y una capacidad de enlazar ideas agudas y provocadoras.
En la universidad, cuando el candidato obvio del liberalismo a la Presidencia de la Rep¨²blica, Carlos Lleras Restrepo, encontraba poca acogida entre los j¨®venes, Gal¨¢n escribi¨® una carta de apoyo y recogi¨® m¨¢s de 1.000 firmas entre universitarios. Fue una movida pol¨ªtica arriesgada, pues se alejaba del izquierdismo de moda a mediados de los a?os sesenta. Por lo audaz e inesperada, le dio unos r¨¦ditos inmensos. Entr¨® en el radar del siguiente presidente de la Rep¨²blica y del director y due?o de El Tiempo, el diario de mayor circulaci¨®n, al que poco despu¨¦s lo llamaron a colaborar.
A los 26 a?os, Misael Pastrana lo nombr¨® ministro de Educaci¨®n, cosa que atrajo la atenci¨®n de todo el pa¨ªs. Lo m¨¢s audaz no fue su edad, sino sus ideas. Propuso una serie de reformas que cogieron por sorpresa a los pol¨ªticos. El tortuoso tr¨¢mite por el Congreso y la parcial aprobaci¨®n que logr¨®, le dieron una lecci¨®n de pol¨ªtica y humildad.
A ra¨ªz de eso, Luis Carlos Gal¨¢n tuvo una epifan¨ªa sobre c¨®mo funcionan las cosas en Colombia. En sus palabras: ¡°Colombia es un pa¨ªs de centro, que rechaza los extremos ideol¨®gicos, no quiere ni ultra-izquierda ni ultra-derecha. Nuestra sociedad no acepta evoluciones aceleradas, casi revolucionarias [como las que pretendi¨® en su ministerio]. Para lograr sus objetivos, el l¨ªder visionario debe avanzar paso a paso, en un paciente proceso de convencimiento de sus compatriotas, hasta que ellos capten la bondad de sus ideas¡±.
De all¨ª vino su visi¨®n de conformar un grupo de l¨ªderes pol¨ªticos que a lo largo de un lapso de 25 a?os transformara positivamente a Colombia. Un l¨ªder no basta, pensaba Gal¨¢n. En eso han fallado los presidentes de Colombia. Como parte de su legado no han dejado a un grupo cohesionado que pueda perdurar con una visi¨®n consistente por espacio de un cuarto de siglo.
Ejemplos exitosos deben ser buscados en los gobiernos regionales. Viene a la mente el equipo creado por ?lex Char en Barranquilla, que ya completa 16 a?os con documentados impactos positivos, y puede proyectarse tal vez hasta el cuarto de siglo que se propon¨ªa Gal¨¢n. Ahora bien, la seguidilla de los alcaldes de Bogot¨¢, Garz¨®n, Moreno, Petro y L¨®pez fue de dudoso beneficio para la ciudad (Pe?alosa entr¨® all¨ª como una cu?a).
Para evitar el personalismo, pensaba Gal¨¢n lo siguiente: ¡°Necesitamos es organizar instituciones pol¨ªticas que nos permitan buscar de manera sistem¨¢tica ese destino, sin pensar que haya hombres milagrosos que transformen el pa¨ªs de la noche a la ma?ana¡±.
Tuvo desconfianza frente a los partidos pol¨ªticos que dominaban la escena. Us¨® el siguiente s¨ªmil: ¡°La sociedad se parece a un cami¨®n, que necesita acelerador y freno. Si no tiene acelerador no se mueve, y si no tiene freno se estrella. El Partido Liberal era el acelerador y se convirti¨® en el freno de mano, y la sociedad se qued¨® con dos frenos. Lo que queremos es reconstruir el acelerador, porque hubo sectores del conservatismo que se sintieron con derecho a mover el cami¨®n. Esa es toda la crisis de identidad de nuestros partidos¡±.
Una larga disputa con las tendencias mayoritarias de liberalismo de los a?os ochenta, el lopismo y el turbayismo, y un alejamiento de Lleras Restrepo, lo llev¨® espiritualmente al convencimiento de que se necesitaba cambiar las instituciones. Con la convicci¨®n de que un solo l¨ªder no basta, concibi¨® que era necesaria una reforma constitucional, a sabiendas de que lo que all¨ª se plasmara iba a requerir mucha gente y mucho tiempo para hacerse realidad. La decisi¨®n de hacer las paces entre el Nuevo Liberalismo y el viejo deb¨ªa llevar a esa reforma. La Constituci¨®n de 1991 puede por ende llamarse la Constituci¨®n p¨®stuma de Gal¨¢n, si bien, como sabemos, tuvo otros l¨ªderes.
Todos sabemos c¨®mo aconteci¨® el tr¨¢gico final de Luis Carlos Gal¨¢n, a manos de Pablo Escobar y sus secuaces, que inclu¨ªa a uno de sus rivales pol¨ªticos. Lo que revela Gabriel Gal¨¢n es una profunda fibra psicol¨®gica, relacionada al hecho: ¡°Luis Carlos ley¨® por esa ¨¦poca la novela La ?ltima Tentaci¨®n de Cristo, de Niko Kazantzakis; este libro le produjo una profunda impresi¨®n, en particular me hablaba de la parte del dilema de Jesucristo en la cruz: si bajarse de ella para vivir una vida m¨¢s normal, apacible y fruct¨ªfera pero sin llegar al sacrificio supremo, o morir en la cruz y salvar al g¨¦nero humano. Finalmente Cristo opt¨® por morir en la cruz. Tras un tiempo m¨¢s de debate consigo mismo, en el que a¨²n perseveraba en su duda, Luis Carlos se afianz¨® en su decisi¨®n y opt¨® entonces por seguir adelante con su lucha pol¨ªtica a¨²n con mayor br¨ªo. Decisi¨®n que le cost¨® la vida pero lo volvi¨® inmortal para Colombia¡±.
De nuestro pa¨ªs se ha dicho que ha tenido muchos pr¨®ceres y pocos m¨¢rtires. En Gal¨¢n y en tantos jueces, periodistas, coroneles, polic¨ªas y soldados que en los ¨²ltimos 40 a?os han peleado luchas valerosas y desiguales contra las fuerzas del mal, encontramos un sinn¨²mero de m¨¢rtires. Pero no les hacemos el homenaje que se merecen. No abundan las biograf¨ªas sobre los m¨¢rtires. Estamos en deuda con ellos. Gabriel decidi¨® escribir este libro sobre Gal¨¢n ante la ausencia imperdonable de una biograf¨ªa sobre su hermano.
Al rev¨¦s, hoy hay tours en ciudades y fincas, a visitar las propiedades de los que ordenaron el asesinato de nuestros m¨¢rtires. Se hacen series de NETFLIX y se escriben biograf¨ªas. Usando la escena de Kazantzakis, con su sacrificio Cristo no pudo realmente redimir al g¨¦nero humano, y con el suyo, Gal¨¢n no pudo tampoco salvar a Colombia de su destino. Miren en las que estamos 35 a?os despu¨¦s de su muerte. Pero desde la inmortalidad ambos nos sirven de faro luminoso en tiempos tan torrentosos.
Todo el que quiera elegir con sensatez y esperanza, y todo el que quiera ser candidato, debiera leer esta biograf¨ªa indispensable. Se siente a Colombia latiendo en sus p¨¢ginas.
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