Federico D¨ªaz-Granados, escritor: ¡°Somos hu¨¦rfanos al perder la memoria¡±
El poeta colombiano, en su nuevo libro ¡®Grietas de la Luz¡¯, busca palabras para decir lo indecible: un lenguaje para entender a quienes perdieron la memoria y el lenguaje
Si la desmemoria pudiera hablar, buscar¨ªa el nuevo libro del poeta colombiano Federico D¨ªaz-Granados (Bogot¨¢, 50 a?os), quien intent¨® ponerle una voz al olvido. Se trata de un poemario titulado Grietas de la Luz, publicado en agosto por el Fondo de Cultura Econ¨®mica, que trata del universo que se desbarata cuando las abuelas pierden la memoria. ¡°Aprendemos las palabras a trav¨¦s del amor¡± de ellas, dice D¨ªaz-Granados en entrevista con El PA?S. Cuando se esfuman esas voces amorosas, a?ade, ¡°estamos perdiendo el mundo donde est¨¢ nuestra identidad¡±. En su caso fueron abuelas caribe?as, habladoras, hospitalarias; una de ellas fue la prima hermana de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez a la que el Nobel buscaba y elogiaba por su memoria. D¨ªaz-Granados busca ahora, hasta en las canciones de Taylor Swift que abren el libro, la memoria que se desvaneci¨®. Margot y Lucy, las dos abuelas, fallecieron en 2009 y 2017, respectivamente. El duelo por el universo perdido empez¨® a?os despu¨¦s.
Pregunta. ?Qui¨¦nes fueron Margot y Lucy y por qu¨¦ fueron tan importantes en su vida?
Respuesta. Fueron dos abuelas de car¨¢cter fuerte que eran el epicentro de la casa, de la familia. Las dos coste?as: una de Riohacha, pero que termin¨® viviendo en Santa Marta, y la otra samaria. Las dos eran muy macondianas porque eran muy orales y contaban muchas historias. Margot, la paterna, fue prima hermana de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, una de sus primas m¨¢s cercanas. Gabo la buscaba mucho porque la llamaba ¡°la memoria de la estirpe¡±¡¯. Le consultaba muchos detalles de la familia, dudas que ten¨ªa y que luego aparec¨ªan en relatos o novelas. A veces se las ped¨ªa de manera telef¨®nica, a veces le ped¨ªa que se las escribiera. Esa correspondencia est¨¢ en el archivo de Harry Ransom Center, en la Universidad de Texas de Austin. Ella le contaba, por ejemplo, de un t¨ªo, qui¨¦n era la novia, con qui¨¦n le pon¨ªa los cuernos. Pura telenovela familiar.
P. Gabo escribi¨® sobre la p¨¦rdida de memoria, el cap¨ªtulo de la peste del olvido en Cien A?os de Soledad, y luego ¨¦l mismo perdi¨® la memoria. ?Influenci¨® de alguna forma Gabo este libro de poes¨ªa?
R. Sin duda, porque vi ese deterioro no solo en la abuela, sino en Gabo y en muchos parientes. Varios de los hermanos de Gabo murieron tambi¨¦n con la memoria perdida; la t¨ªa Luisa, la mam¨¢ de Gabo, muere con la memoria perdida; algunas de las hermanas de mi abuela tambi¨¦n. M¨¢s all¨¢ de la intuici¨®n po¨¦tica de Garc¨ªa M¨¢rquez, ¨¦l ve¨ªa que en su familia se perd¨ªa la memoria y le aterraba eso, lo dec¨ªa en reuniones: ¡°me aterra porque creo que voy para all¨¢ tambi¨¦n¡±. Eso nos lo dice hacia comienzos del 2000, cuando su preocupaci¨®n era salir de su c¨¢ncer linf¨¢tico. En esa ¨¦poca, ¨¦l contaba que iba a un centro m¨¦dico en Los ?ngeles a que le hicieran ex¨¢menes y lo met¨ªan en un esc¨¢ner gigante. Para poder soportar la claustrofobia, repet¨ªa de memoria los versos del Siglo de Oro espa?ol. ?De memoria!
P. ?Y la abuela materna, Lucy?
R. Ella viv¨ªa en Santa Marta. Mi mayor la ilusi¨®n, cuando estaba en el colegio en Bogot¨¢, era que llegaran las vacaciones para irme all¨¢. Era el sin¨®nimo de primos, abuelos, t¨ªos, felicidad. Las dos abuelas fueron muy hospitalarias, les gustaba tener muchos hu¨¦spedes en casa. A ambas las relaciono con ?rsula Iguar¨¢n [de Cien A?os de Soledad], o con la abuela que aparece en las obras de Rojas Herazo, porque entend¨ª que, al morir o al empezar el deterioro de las abuelas, se va deteriorando la casa. Las de ellas nunca estaban deshabitadas, eran casas donde siempre hab¨ªa ruido, donde siempre hab¨ªa mujeres hablando muy duro. Luego las ves apagarse, y nos ¨ªbamos fragmentando todos, las familias nos fuimos fracturando.
P. ?C¨®mo fue el proceso de p¨¦rdida de memoria?
R. Ambas empiezan con la etapa de las repeticiones, de repetir mucho sus preguntas. Luego esa paranoia de que todo el mundo las roba, porque no encontraban sus cosas elementales, de que nadie la quiere. En el caso de la abuela Margot, creo que su p¨¦rdida de memoria fue tambi¨¦n un blindaje frente al dolor, porque en 1998 muere su hijo menor, mi t¨ªo Felipe, con 43 a?os. Ese a?o se agudiz¨® su deterioro con la memoria y se desconect¨® definitivamente. En el caso de la abuela Lucy, arranca su proceso en 1999 o 2000. Margot muere en el 2009, Lucy en 2017. Fue un deterioro muy lento y muy largo.
P. ?Cu¨¢les son las grietas de la luz de las que habla el libro?
R. Yo sent¨ª que el deterioro no es solo de las abuelas sino de toda la casa, el derrumbe de la familia, y eso deja unas grietas muy grandes. La gran met¨¢fora de la p¨¦rdida de la memoria que planteo en el libro es que hay una gran niebla, y la casa festiva se volvi¨® oscura, se apagan todas sus luces. Hay unos ramalazos de memoria que pueden ocurrir: yo me quedaba mir¨¢ndolas fijamente, y en su una mirada perdida ellas de pronto intentaban encontrar algo. Un recuerdo fugaz que entraba y se iba ah¨ª mismo. Me parec¨ªa que eran como entradas de rendijas de luz en medio de esas grietas que dejaba el derrumbe.
P. La primera parte del libro tiene una voz femenina, intentando volver a darle el lenguaje a las dos abuelas que lo perdieron
R. S¨ª, creo que esa es la misi¨®n de la poes¨ªa: pone palabras a eventos que ocurrieron, a emociones que sentimos, pero tambi¨¦n es una manera de traer de regreso las palabras que hab¨ªamos pronunciado. Nuestros antepasados, nuestros abuelos, todas las personas que nos antecedieron pronunciaron palabras que, por uso, se van gastando, se van perdiendo. En este caso se perdi¨® un lenguaje al que yo pertenezco. Una poeta argentina, Katya V¨¢zquez, ha trabajado el tema de las abuelas y la memoria en la poes¨ªa latinoamericana, y tiene un planteamiento sobre la lengua abuela. Nosotros, dice, hablamos la lengua abuela m¨¢s que la lengua materna, porque de alguna manera la lengua abuela nos conecta m¨¢s con la sabidur¨ªa, con las costumbres, con una manera de estar en el mundo. Para mi generaci¨®n, la lengua abuela es m¨¢s certera que la lengua materna porque crecimos con padres separados y nos criaron las abuelas. Yo de ni?o hablaba como un viejito, repet¨ªa los dichos de ellas, sus formas de comunicarse.
P. ?Qu¨¦ perdieron Margot y Lucy al quedarse sin las palabras?
R. El lenguaje es nuestra moneda de cambio para estar en el mundo, hacer parte de una comunidad. Cuando perdemos las palabras, empezamos a quedarnos solos. Al perder las palabras, al perder la lengua abuela, entras en una orfandad. Est¨¢s perdiendo tu primer contacto con el afecto, con esas primeras palabras que aprendiste oyendo a tus abuelas. Aprendemos las palabras a trav¨¦s del amor entonces, cuando se pierden, se pierde el mundo donde est¨¢ nuestra identidad. Al perder la memoria somos hu¨¦rfanos.
¡°Algunas palabras me protegen del olvidoalgunos silencios me protegen de las palabras.¡±Del libro 'Grietas de la luz'
P. Seg¨²n eso la primera madre, antes que la madre y la abuela, es la lengua
R. S¨ª, es nuestro primer contacto con el mundo. Cuando estamos en el vientre materno, escuchamos palabras de ella, y seguramente tambi¨¦n es lo ¨²ltimo que escuchamos. Hay un poema en el libro sobre el contacto con la muerte, que describe el proceso de morir como estar dentro de una piscina, la misma manera en la que nacemos: sumergidos, escuchando unas voces. Cuando nos vamos a despedir, nos estamos desprendiendo de esas palabras, de ese lenguaje. Si no es la poes¨ªa el refugio que queda para esas palabras, no me atrevo a decir qu¨¦ m¨¢s ser¨ªa. La poes¨ªa es el verdadero refugio de las palabras que vamos a perder, las que nos dan una identidad. As¨ª no lo sepas, la poes¨ªa es la que te salvaguarda.
¡°Morir es entrar a una piscinasin haber nadado nuncay ver las estrellas salpicadasentre el brillo de ne¨®nmientras escuchas las voces de todosen c¨¢mara lenta bajo el agua¡±Del libro 'Grietas de la luz'
P. Esa lengua est¨¢ muy enfocada en la infancia
R. S¨ª, porque adem¨¢s el lenguaje que hablamos est¨¢ construido de una memoria de esos primeros relatos. Todos tenemos unos primeros mitos originarios, las sociedades, los pueblos, y nosotros tenemos unos mitos caseros, que repetimos a lo largo de la vida. Por eso Garc¨ªa M¨¢rquez dec¨ªa ¡°lo m¨¢s importante de la vida me ocurri¨® en los primeros siete a?os. De ah¨ª en adelante lo ¨²nico que hice fue ratificar, confirmar, lo que hab¨ªa vivido, y los relatos que escuch¨¦ en esos primeros a?os¡±. Nuestras palabras est¨¢n cargadas de esos primeros relatos que nos construyeron como seres humanos. Al perderlas, pues estamos perdiendo nuestra historia.
P. Parece que acompa?ar a sus abuelas en el proceso de perder la memoria lo hizo sentirse muy ni?o
R. Volver a la infancia es algo que he perseguido siempre en mi poes¨ªa, y solo puedo regresar a ella a trav¨¦s del lenguaje. Una de las cosas que podemos comprobar, tanto cient¨ªficamente como po¨¦ticamente, es que lo ¨²ltimo que recuerdan las abuelas pierden la memoria, su ¨²ltima conexi¨®n con el lenguaje, son las canciones y los poemas. Eso es muy hermoso, es un triunfo de la poes¨ªa. Mis abuelas perdieron la cabeza, no reconoc¨ªan a nadie, pero les repet¨ªas un verso y ellas se sab¨ªan el resto del poema. La abuela Margot recordaba los poemas de Rub¨¦n Dar¨ªo, y la abuela Lucy las canciones Compae Chipuco, Sebasti¨¢n r¨®mpete el cuero. Tengo un hijo que se llama Sebasti¨¢n, y la abuela Lucy no se acordaba de su nombre, pero a veces ella lo ve¨ªa y empezaba a cantar esa canci¨®n: ¡±Sebasti¨¢n, r¨®mpete el cuero, si pretendes la muchacha¡.¡±. Y cuando ya perdi¨® del todo las palabras, todav¨ªa la tarareaba. Los poemas, las canciones, se quedan con uno para siempre.
P. La segunda parte del libro ya no es desde el punto de vista de las abuelas sino del nieto. ?C¨®mo fue verlas perder la memoria?
R. Fue perder algo m¨ªo, porque mi lenguaje se lo debo a ellas, mis palabras se las debo a ellas. Esa segunda parte es sobre la ¨²ltima orfandad. Sent¨ª que me perd¨ªa de mi mismo, y ah¨ª la voz efectivamente cambia. Es nuestra voz en off la que est¨¢ contando todo. Es una voz que ya est¨¢ desencantada, que ha perdido la inocencia de la ni?ez, y est¨¢ mirando con nostalgia y con distancia esas grietas por donde siento que me siguen mirando mis abuelas. Con ellas se muri¨® un mundo, mi primera patria.
P. Hay mucha tristeza en un libro que se titula ¡°Grietas de la luz¡±¡¯. ?D¨®nde est¨¢ la luz en todo este proceso, la alegr¨ªa?
R. Creo que en el eterno presente, donde vives el d¨ªa a d¨ªa. Las personas que pierden la memoria ya no tienen conexi¨®n con el pasado muy remoto, ya no hay posibilidad de un futuro, entonces viven lo que es hoy. Pero s¨ª fue un libro muy doloroso, muchas veces lo intent¨¦ abandonar porque me doli¨® mucho escribirlo.
¡°Cada d¨ªa es un relato nuevoy juego con el tiempoen este peque?o reloj sin manecillas¡±Del libro 'Grietas de la luz'
P. ?Fue un duelo largo?
R. S¨ª, y tard¨ªo. Si bien uno se va acostumbrando a ese deterioro, y sabe que va a llegar un desenlace muy triste, siento que esos duelos salieron al darme cuenta que con la muerte de esas abuelas yo s¨ª hab¨ªa perdido un mundo.