Aprender a morir: Colombia explora una nueva relaci¨®n con la muerte
Dos colombianos han tomado decisiones sobre su muerte y han demostrado que, si bien el pa¨ªs ya tiene una de las jurisprudencias m¨¢s progresistas del mundo frente al derecho a morir dignamente, ahora atraviesa un cambio cultural sobre el fin de la vida
Hay una canci¨®n en la que Natalia Lafourcade agradece a la muerte ¡°por ense?arme a vivir¡±. Hay una columna de Tatiana Andia, una soci¨®loga colombiana con c¨¢ncer terminal, que dice algo parecido en la direcci¨®n contraria. ¡°Saber vivir es tambi¨¦n saber morir, aunque la sociedad contempor¨¢nea nos ense?e muy poco de esto ¨²ltimo¡±, escribi¨®. En septiembre del 2023, en su primera columna publicada en el portal Raz¨®n P¨²blica, cont¨® que le hab¨ªan diagnosticado un c¨¢ncer de pulm¨®n que ya hab¨ªa hecho met¨¢stasis. En la siguiente columna agreg¨® que, si bien hay formas de alargar sus a?os, no hay camino para curarse, y no est¨¢ dispuesta a vivir a toda costa con medicinas y tratamientos. ¡°Yo no le tengo miedo a la muerte pero s¨ª le tengo mucho miedo a la mala vida, a la vida de sufrimiento¡±, explic¨® en un podcast. Andia, profesora universitaria, est¨¢ aprendiendo, y al mismo tiempo ense?ando a muchos colombianos, a morir. No solo morir dignamente, sino con levedad ¡ª o incluso, a veces, con alegr¨ªa por la vida vivida.
Una gran paradoja de Colombia, un pa¨ªs donde miles han muerto de forma violenta e indigna, es ser a la vez uno de los m¨¢s progresistas del mundo en el derecho a morir dignamente: uno de los siete donde la eutanasia est¨¢ reglamentada, el ¨²nico en Am¨¦rica Latina con una detallada regulaci¨®n al respecto. En el M¨¦xico de Lafourcade, donde la muerte es un icono cultural, la eutanasia sigue prohibida. Dicho esto, a¨²n son muy pocas las personas en Colombia que toman la decisi¨®n de morir en sus t¨¦rminos: 271 personas accedieron a la eutanasia en el 2023, solo el 0,001% de las muertes del a?o. Desde 2015, a?o cuando se empez¨® a registrar la cifra, suman 692. En B¨¦lgica, en cambio, la eutanasia representa el 3% de las muertes del 2023, 3423 personas accedieron a ella all¨ª ese a?o. Colombia tiene una d¨¦cada con la jurisprudencia y los actos administrativos que permiten acceder a la eutanasia, pero solo ahora atraviesa un cambio cultural, y educativo, para aprender a tener una nueva relaci¨®n con la muerte.
Por ello, quiz¨¢s, las columnas de Tatiana Andia, que no hablan de un cambio de legislaci¨®n sino de mentalidad, han tocado una fibra. Hablan de una muerte digna a la que pueden acceder no solo los viejos sino los j¨®venes, porque la muerte no discrimina por edad. Andia tiene 45 a?os, y no es la ¨²nica dando este paso cultural. Hace unas semanas fue viral el video de un joven bogotano de 36 a?os, llamado Javier Acosta, quien decidi¨® acceder a la eutanasia tras quedar parapl¨¦jico por un accidente de tr¨¢nsito y luego ser diagnosticado con c¨¢ncer de sangre. ¡°Ya no hay tratamiento que valga¡±, explic¨® en un video en el que anunciaba el d¨ªa que escogi¨® para su muerte, el pasado 30 de agosto.
Saber vivir es saber morir
Tatiana Andia tiene un lugar privilegiado para ser la pedagoga de este tema, y no solo por su diagn¨®stico y su t¨ªtulo. Su padre es un m¨¦dico que ha tratado a poblaci¨®n mayor, ella es soci¨®loga especializada en el mercado de los medicamentos, y fue funcionaria del Ministerio de Salud. Todos son detalles de su vida que ha venido contando en sus columnas y entrevistas. Ha cuestionado los altos costos de la medicina oncol¨®gica que ella debe tomar, las desigualdades sociales en el sistema de salud o la arquitectura de un edificio clave para pacientes como ella, el Instituto Cancerol¨®gico. Las columnas se han vuelto cada vez m¨¢s personales: habla de revolucionar su vida siendo feliz, de las delicias de insultar al c¨¢ncer, del duelo alegre a su madre, del miedo a la muerte de los otros. ¡°No le tengo miedo a morirme, le tengo miedo a mor¨ªrmele a alguien y de que alguien se me muera. Somos las relaciones que construimos¡±, dice en una de estas.
Andia recibe a El PA?S en su casa la ma?ana de un domingo, poco despu¨¦s de anunciar que deja de escribir las columnas. ¡°Creo que tuve una etapa muy expansiva, y eso se agota, y ahora estoy pasando a una etapa m¨¢s espiritual, m¨¢s pa¡¯ dentro, menos enfocada en los dem¨¢s y m¨¢s en mi¡±, cuenta. En esa etapa, un amigo budista le habla de las conexiones l¨®gicas de la vida que no controlamos, una monja le env¨ªa mensajes sobre c¨®mo los tiempos de Dios son perfectos, un amigo jesuita le comparte ense?anzas de Cristo desde Ginebra. Andia no comulga con ninguna iglesia, prefiere encontrar respuestas en la literatura del argentino Patricio Pron o el cubano Reinaldo Arenas. ¡°Al final todos estos mensajes religiosos se parecen mucho. Mi noci¨®n espiritual, en un sentido m¨¢s hippie, entiende la vida como un ciclo, como parte de la tierra, de la naturaleza, y c¨®mo uno no se muere sino se transforma¡±, a?ade. La vida se transforma en cenizas, en cad¨¢ver, en otra forma. Si ella pudiera escoger: ¡°lo que quiero ser es un hongo¡±.
Aunque ha optado por un camino firme y transparente frente a la muerte, no por eso ha escapado de emociones dif¨ªciles de transitar. ¡°He tenido mucha ansiedad¡±, dice sobre las ¨²ltimas semanas. Hace casi un mes tuvo una serie de convulsiones y, si bien su mente sigue l¨²cida, tambi¨¦n siente que est¨¢ empezando a atravesar nuevos portales, y desconoce lo que viene detr¨¢s de ellos: ¡°esta ansiedad se parece a como cuando te subes a una monta?a rusa y sientes un vac¨ªo¡±.
En lo burocr¨¢tico, Andia ya firm¨® una voluntad anticipada en el que ha dejado expl¨ªcito ¡°no resucitar, no entubar, no quimioterapias¡±. Esto es lo que se llama, en jerga m¨¦dica, ¡°adecuaci¨®n del esfuerzo terap¨¦utico¡±: rechazar procedimientos. Luego cuenta que, si decide empezar la ruta de la eutanasia, depender¨¢ de un comit¨¦ conformado por un psiquiatra, un abogado y un m¨¦dico especialista que no sea su m¨¦dico tratante, quienes deben verificar que ella haya firmado los documentos estando l¨²cida y sin ser presionada. ¡°Es muy lindo. T¨² escoges la fecha, la hora, el lugar¡±, dice. Quisiera morir junto a su pareja, tomando su mano, y darle la libertad a su pap¨¢ de hacer lo que quiera con sus cenizas. ¡°El duelo es de los vivos¡±, resalta. La muerte es de ella.
La revoluci¨®n cultural de la muerte
En otra esquina de internet est¨¢ el viral video de Javier Acosta, el joven aficionado de Millonarios y de barrio popular que habla de su destino con la poes¨ªa de la calle. El c¨¢ncer que le diagnosticaron, dice, est¨¢ relacionado a una bacteria cuya infecci¨®n fue imposible de controlar. ¡°Me iban a hacer una cirug¨ªa pa taparme eso y quedar bien, pero resulta y pasa que paila: la bacteria est¨¢ tan fuerte, que es como el iPhone, viene el Iphone 10,11,12,13,14, 14 pro +.... Bueno, es una gonorrea, es una regonorrea¡±, cuenta. El microrganismo avanzaba tan r¨¢pido en sus piernas que los m¨¦dicos le iban a amputar las dos para frenarlo. Pero, antes, le diagnosticaron un c¨¢ncer que no tiene tratamiento, y que desarroll¨® un tumor en su cerebro. ¡°En cualquier momento esa gonorrea me deja sin poder hablar, sin poderme expresar, y pues m¨¢s adelante no poder despedirme de todos¡±, dice en el video, con l¨¢grimas en los ojos. Era su despedida.
¡°A todas las personas que siempre estuvieron en mi proceso: chimba¡±, dijo en agradecimiento. ¡°Me voy a adelantar desde la lateral m¨¢s alta¡±, a?adi¨® sobre el partido de f¨²tbol de la vida. Fue miembro de las barras bravas del equipo bogotano, el f¨²tbol fue su lenguaje y fueron sus compa?eros quienes lo hicieron viral. Antes de su muerte, cientos de hinchas bloquearon la calle frente al hospital donde este se encontraba, unos pidi¨¦ndole que no se practicara la eutanasia, otros para despedirse. Tras la muerte hicieron una velat¨®n, lanzaron p¨®lvora, rodearon el carro f¨²nebre.
Al siguiente partido de Millonarios, Radamel Falcao Garc¨ªa hizo su primer gol en la liga colombiana y se lo dedic¨® al joven: ¡®Javier Acosta, Nunca Te Olvidaremos¡¯, dec¨ªa la camiseta que levant¨® el hist¨®rico goleador. En su cuenta de X, ¡®El Tigre¡¯ expres¨® su propia lecci¨®n sobre la muerte y la vida: ¡°Con gran tristeza me despido de Javier Acosta, un hombre cuya fortaleza y valent¨ªa frente a la adversidad nos dej¨® una profunda ense?anza. Su lucha constante nos inspira a todos a valorar cada momento y a enfrentar con coraje los desaf¨ªos de la vida¡±.
¡°Culturalmente, el hecho de que le dedicara un gol a Javier es un mensaje muy potente, sobre todo cuando Falcao es cristiano¡±, dice a EL PA?S Lucas Correa, un abogado que dirige una firma dedicada a garantizar el derecho de las personas a una muerte digna, DescLAB. Muchos l¨ªderes religiosos, incluyendo evang¨¦licos, se oponen a la eutanasia. M¨¢s all¨¢ de Falcao, Correa ve otros cambios culturales importantes en lo que han hecho Acosta y Andia.
En el caso del hincha bogotano, por ejemplo, ve un tema de clase social. La mayor¨ªa de quienes hab¨ªan hecho p¨²blico su proceso al acceder a la eutanasia en Colombia eran mayores y de clases acomodadas, se?ala. ¡°Ac¨¢ fue un joven de origen humilde, de un segmento muy popular de Bogot¨¢, quien rompi¨® un estereotipo: ¨¦l no es un abuelo con muchos medios econ¨®micos¡± dice Correa. Acosta dej¨® constancia que escoger morir no es un privilegio para unos pocos sino un derecho de todos. En los a?os que lleva en el tema, dice Correa, solo un cliente ha buscado acceder a la eutanasia desde el r¨¦gimen subsidiado de salud, el que usan los m¨¢s pobres.
En el caso de Andia, Correa valora algo m¨¢s all¨¢ de la eutanasia. ¡°Rechazar medicamentos o tratamientos, como hizo ella, se encuadra en el derecho a morir dignamente, y no es igual a la eutanasia. En Colombia eso no siempre se respeta, hay casos donde se hacen muchos tratamientos sin la voluntad del paciente, sobre todo en urgencias o en cuidados intensivos¡±, cuenta el experto. Es lo que llaman el ¡°ensa?amiento terap¨¦utico¡±: por ego del m¨¦dico, por motivaciones econ¨®micas o por la idea de hacer todo lo posible, se hacen intubaciones, cirug¨ªas u otros procedimientos, a pesar de que la persona no lo quer¨ªa. Aunque expresara su deseo a la familia, no es posible frenar los procedimientos a menos de que, como Andia, haya firmado un documento desde antes.
¡°Pensamos que tenemos tiempo, pero no sabes cuando lo vas a necesitar¡±, a?ade Correa. ¡°Creo que Tatiana Andia tiene el poder de transformar imaginarios al tomar sus decisiones sobre sus tratamientos, y en el caso de ella hubo algo positivo es que sus m¨¦dicos respetaron su decisi¨®n. Las personas que toman estas decisiones experimentan algo que yo veo en ellos dos, en Tatiana y Javier: una especie de libertad total porque la vida les di¨® un privilegio ¨²nico, la opci¨®n de cerrar su vida¡±, a?ade.
Curiosamente, si bien el n¨²mero de personas que accede a la eutanasia sigue siendo diminuto en Colombia, las encuestas de opini¨®n muestran una aprobaci¨®n masiva a la posibilidad de acceder en casos de enfermedades graves: encuestas hechas entre 2020 y 2022 muestran una favorabilidad que va del 64% en ciudades no capitales a 74% en las ciudades. Por ello, Correa cree que las cifras bajas para acceder a la eutanasia se explican porque la mayor¨ªa de la poblaci¨®n no sabe cu¨¢les son sus derechos para morir dignamente.
¡°La sociedad fue muy madura en el caso de la muerte de Javier, y eso lo celebro¡±, opina Alejandro Gaviria, amigo de Andia y ministro de Salud durante el Gobierno de Juan Manuel Santos. El economista tambi¨¦n tiene un punto de vista privilegiado en este tema, porque ¨¦l tambi¨¦n fue paciente de c¨¢ncer y, como ministro, fue el encargado de regular la eutanasia. ¡°Hubo muy poca oposici¨®n entonces¡±, cuenta Gaviria, a excepci¨®n de ultraconservador que estaba a cargo de la Procuradur¨ªa, Alejandro Ord¨®?ez. ¡°?l era de la corriente que dec¨ªa que, con la eutanasia, la gente se vuelve desechable, que desechar¨ªan a una persona con alzheimer. Hablaban de eugenesia¡±, recuerda Gaviria. Estos a?os han demostrado que eso no ocurri¨®. ¡°Algunas cosas no quedaron reguladas. Hubo una discusi¨®n interesante con los hospitales cat¨®licos, que quer¨ªan poder hacer una objeci¨®n de conciencia institucional¡±, a?ade.
Hoy en d¨ªa hospitales religiosos de Bogot¨¢, como el San Ignacio de los jesuitas, o el de la Universidad La Sabana del Opus Dei, prefieren redirigir a los pacientes a otros centros de salud o a sus casas, antes que practicar una eutanasia en sus instalaciones. ¡°Hubo otros debates dif¨ªciles, como la eutanasia para los ni?os¡±, a?ade Gaviria. (A¨²n as¨ª, est¨¢ regulado para ni?os de 6 a 14 a?os, explica desLAB). ¡°Siempre habr¨¢ vac¨ªos, porque cuando se habla de la muerte se habla de muchos temas ¨¦ticos¡±, dice quien valora las columnas de su amiga. ¡°Han sido muy valiosas, sobre todo muy bien recibidas por los m¨¦dicos que tambi¨¦n deben recuperar ese tipo de debates sobre la buena muerte. Tatiana tiene el s¨²per poder de la palabra: lo que ella habla lo siente todo el mundo, pero ella fue la que lo dijo primero¡±.
La buena muerte, la muerte elegida, sin embargo, no es obligatoriamente alegre. ¡°Yo al menos no puedo aceptar la muerte como una fiesta, no puedo, y no lo voy a aceptar as¨ª¡±, a?ade el exministro de Salud. Pero puede ser libre, leve, reflexiva, espiritual, motivar un mensaje de Falcao. Esa muerte no tr¨¢gica, la que no llega con la guerra ni los accidentes en moto. Esa muerte elegida que los colombianos est¨¢n, columna a columna, video a video, empezando a mirar con otros ojos.
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